Victor Vielma Molina: Maduro y su pedestal virulento

Victor Vielma Molina: Maduro y su pedestal virulento

Aunque el discurso del gobierno chavista-madurista se desternilla en decir que el pueblo es el soberano, todo indica que es solo un “convidado de piedra”.  Acaso, ¿no trata, por todos los medios de cercenar sus libertades democráticas, de negarle sus derechos a la información para invisibilizar la realidad, negarle acceso a la verdad y manipularlo? Y, bajo esta estrategia, trata de negar que Venezuela esté en una grave crisis política, social y económica por mala praxis gubernamental.

La revolución, carente de cálculo económico, como todos los sistemas socialistas, abortó en manos de inexpertos, su economía. Puesto que el gabinete económico sigue estando  integrado por: Rafael Ramírez ingeniero mecánico, Nelson Merentes matemático, Rodolfo Marcos Torres general de brigada, Jorge Giordani ingeniero mecánico, Wilmer Barrientos mayor general, Alejandro Fleming licenciado en Relaciones Internacionales, Andreina Tarazón abogada, Édgar Hernández Behrens licenciado en ciencias y artes militares. La revolución desconoce aquella frase sabia de: “Zapatero a sus zapatos”. Por eso  perdió su gran oportunidad y alimentó su propio fracaso.

En gran parte, esta crisis fue la herencia que Chávez le dejó a Maduro. Y que, a su vez, el heredero al proseguirla, la ha profundizado. Pero, en medio de la gran debacle político-económica y, hundiéndose en las arenas movedizas del caos, Maduro sigue hablando ilusamente, de las bondades  y del legado del gobierno socialista de Chávez. Sin agregar, que el socialismo de por sí, lleva consigo el fracaso; así lo expresan sus grandes reveses gubernamentales del siglo XX.





Presionado por la situación del país, Maduro llama al diálogo; pero lo convierte en un monólogo insultante. Llama a la paz; pero entre bastidores prepara la guerra. Desde allí prosigue  con sus desplantes, montado en su pedestal virulento.  Excluyente y segregacionista, pretende convertir a la oposición  en un “convidado de piedra”, mientras el país se cae a pedazos. Para la revolución prela más el plano ideológico guerrerista; que los intereses del país y de la gente.

La oposición no puede dejar el diálogo; pero tampoco va aceptar que le tuerzan el brazo. El diálogo es sin renunciar a la lucha por las libertades democráticas y por la eficiencia gubernamental.  Pero es prematuro hablar de que se vislumbra luz en el túnel; pero si es verdad que hay claridad al final de él; esto no preludia que ya se termina la pesadilla. Hay que ordenar la casa, dialogar con sus miembros, ofertar inclusión, pluralidad, diversidad y convivencia.

 

Víctor Vielma Molina/Educador/victormvielmam@gmail.com