Caracazo: 25 años después, los mismos problemas

Caracazo: 25 años después, los mismos problemas

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Todo comenzó una mañana del 27 de febrero de 1989 en Guarenas, Venezuela. El descontento ciudadano que ya se venía sintiendo se radicalizó, cuentan “que el hambre del pueblo”, fue lo que hizo estallar la situación, practicamente como está ocurriendo estos días.

Pablo Hernández/elTOQUE





Todo comenzó una la mañana del 27 de febrero de 1989 en Guarenas, Venezuela. Las molestias ciudadanas que ya se venían sintiendo se radicalizaron, cuentan “que el hambre del pueblo”, fue lo que hizo que el fenómeno se propagara rápidamente. Los posteriores saqueos, la violencia y la desesperación se adueñaron de las calles de la capital venezolana, Caracas, y de otras ciudades importantes del país.

Aquel 28 de febrero, con las garantías constitucionales suspendidas, la Policía Metropolitana, el Ejército y la Guardia Nacional se lanzan a las calles a “controlar los hechos”. Ese control dejó un saldo de cientos de muertos, desaparecidos, heridos y miles de víctimas de lo que conocemos históricamente como “El Caracazo”.

Estos sucesos mancharon de rojo al principal responsable: el Estado venezolano, presidido en aquel entonces por Carlos Andrés Pérez. Todo el país se vistió de luto. No obstante, la crisis continuó y tres años después, el hoy ex presidente Hugo Chávez junto a otros militares da un intento de golpe de estado.

No a todos nos han hablado del Caracazo, no lo suficiente, yo tenía 2 años en aquel momento, aunque estaba presente, todos mis recuerdos son relatos y clases de historia que vi en educación primaria.

Se cumple un cuarto de siglo de aquellos sucesos, tan solo al revisar más a fondo los hechos comienzan a generarse algunas respuestas aunque, en medio de esta crisis que vive nuestro país, también se generan nuevas preguntas.

Las líneas imaginarias de la historia
Existe una división creada por la “Revolución bolivariana”, que delimita los gobiernos anteriores a ella como pertenecientes a la cuarta república. Pero al mismo tiempo, engrandecen su llegada y la llaman quinta república.

Ciertamente hay rasgos que han cambiado. El más importante de ellos la Constitución de la República, seguido por la desigualdad social, las instituciones (en nombre y funcionamiento), e incluso algunos símbolos patrios. Y un presidente un tanto diferente a los anteriores.

No obstante, hoy las problemáticas siguen siendo las mismas de otrora: la escasez de alimentos, la inflación, la corrupción, el desempleo, la vivienda, solo por mencionar algunas. Los mismo motivos que hicieron que los ciudadanos se lanzaran a las calles 25 años atrás.

Para muchos es una burla comparar aquel momento con el actual, yo pienso que es una burla intentar desvincularlos. Es una realidad latente que, una parte de nuestra población muestra descontento por los mismos problemas de siempre, a los cuales se le suman nuevos como la delincuencia, la violencia y la polarización política que arropa nuestra vida con una sutil firmeza.

Represión y violencia represiva
Existe un tema muy álgido en los últimos días; los controles del estado. En todos los gobiernos la represión ha sido un recurso utilizado, desde muchos años atrás (1962) con “El Carupanazo” y “El Porteñazo”, en donde se ilegalizan los partidos de izquierda, los cuales se van a la clandestinidad. Sin olvidar, los abusos desmedidos cometidos en la lucha contra la guerrilla. Pasando por la masacre del “Caracazo”. Y que llega hasta nuestros días con la represión actual.

Hay que reconocer que en los primeros años de gobierno del presidente Chávez una de las ideas más promovidas fue el pensamiento bolivariano que refiere: “Maldito el soldado que apunta su arma contra su pueblo”. Con esto aparente sentir, se logró disminuir considerablemente la violencia de los organismos de seguridad.

No obstante, los mecanismos de represión se han ido perfeccionando; quizás ya no se prohíba el uso de Twitter, pero sí se bloquean algunas características “discretamente”; quizás no hay suspensión de garantías, pero sí se prohíbe protestar trancando calles. El número de fallecidos por represión de entes gubernamentales ha disminuido, pero siguen existiendo fallecidos. Y así sucesivamente.

Conversando con Wilfredo González SJ, quién fue detenido durante el “Caracazo” en Caracas, le preguntaba en qué momento sentiría más temor de ser apresado, si en aquel entonces (1989) o en la actual fecha. A lo cual me respondió:

“Creo que ahorita sentiría más temor, no entendería por qué me vienen a buscar; en aquel momento, era claro porque nos detenían, unos profesores universitarios jesuitas que vivían en el barrio.

Fuimos acusados de tener armas y material subversivo, un falso rumor que se extendió. Recuerdo que fue un grupo de elite de la Guardia Nacional, perfectamente identificados. Hoy sentiría más temor porque no tendría claro quién viene a buscarme, hay tantas armas en la calle. No tendría claro si fuese un grupo armado que anda por la calle, que decide raptarme por estar contra la Revolución, o un grupo armado de esos que ya conozco uniformados y con un procedimiento especifico. Por qué siento esto, pues porque efectivamente existen grupos armados ilegalmente que operan en el país y son los que señalan como colectivos”.

Podríamos tocar otras tantas aristas como las políticas económicas o las políticas sociales que se han implementado, lo cierto, es que el resultado es desfavorable. No hay indicios claros en una mejoría sustancial en la vida de la República, recordamos que bajo ese descontento social surgió el fallecido líder Hugo Chávez. Hoy el descontento social crece cada día, aunque de momento no ha surgido una nueva figura entre las caras de la política venezolana.

A pesar de sus discursos, los políticos de ambos bandos sacan provecho de la situación, politizando todo en sus pasos, pero sin solucionar los problemas de los venezolanos. Algunos de esos problemas siguen siendo los mismos de hace 25 años. Ni siquiera el Estado venezolano ha logrado esclarecer totalmente los hechos de aquel 27 de febrero, aún hay numerosos casos que no han sido resueltos por la Justicia, otros tantos que no han sido indemnizados.

Entre varias preguntas que quedan en el aire nos encontramos: ¿Hasta cuándo viviremos de pañitos tibios? ¿Cuál es nuestra cuota de responsabilidad en que nuestros políticos sean más politiqueros que funcionarios del estado? ¿Cuándo tomaremos en cuenta nuestra historia en su total complejidad? Y quizás la más temible ¿llegaremos un día a romper ese círculo en el que da vueltas nuestra democracia para encaminarnos a cambiarla?