Candy Crush, la confitería virtual que atrae más a las mujeres

Candy Crush, la confitería virtual que atrae más a las mujeres

Con tres niños pequeños y un empleo, Emma Martini tiene poco tiempo para los juegos de ordenador. Pero cada noche se sienta en silencio al pie de la cama de su hijo mientras éste se duerme… y juega a Candy Crush.
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“¡Me evita estar ahí sentada en la oscuridad mirando a la pared durante 15 minutos!”, dice riendo a la AFP esta madre de 32 años.

Martini es una de las fans de este adictivo juego, a quienes se puede ver concentrados en sus teléfonos y tabletas en cuanto tienen un segundo.

A diferencia de los videojuegos convencionales, cuyas partidas pueden durar horas, Candy Crush Saga es uno de los nuevos “juegos informales” que se disfrutan en momentos cortos y mientras se viaja.

El pasatiempo se ha colado en cada momento del día, atrayendo a gente nueva al universo de los videojuegos; y las mujeres constituyen dos tercios de los apasionados de Candy Crush, según la empresa creadora, King.

“No sé mucho de ordenadores y tiendo a dedicar el poco tiempo que me queda a leer un libro”, explicó Martini, una profesora asistente de Spilsby, en el este de Inglaterra.

Pero su madre, de 52 años, la convenció de descargar Candy Crush. “Me estaba volviendo loca” con las solicitudes para sumarse al juego a través de Facebook.

Ahora Martini juega cada noche mientras su hijo cae dormido: “Lleno un tiempo vacío”, comenta.

“Los juegos informales han calado entre las mujeres”, explicó Mark Griffiths, director del departamento de investigación de juegos de la universidad Nottingham Trent.

“La mayoría de las veces juegan cuando el niño hace una siesta, o camino al trabajo, sin interferir en las cosas importantes de la vida”.

“Es una solución rápida al aburrimiento”, sentencia.

“No dejaría de jugar un segundo con mis hijos para pasar un nivel”, confirma Nuria López, una madre de dos niños barcelonesa que comparte afición al juego con su hija Paula, de 12 años.

“Las partidas son cortas y te quedas rápidamente sin vidas. Eso ayuda a no engancharse”, argumenta.

– Concentración 100% –

 

Candy Crush es un juego sencillo. Hay cientos de niveles, y todos consisten en mover caramelos de colores de un lado a otro para tratar de alinear tres.

Pero es muy absorbente, hace que los viajeros olviden su parada, que los trabajadores alarguen su almuerzo y que los niños se vayan a dormir tarde para superar un nivel.

Experto en videojuegos, Griffiths es un fan de las consolas tradicionales aunque juega a Candy Crush en los viajes largos, porque le ayuda a olvidarse de sus problemas de espalda.

“Es un juego que requiere 100% de concentración, básicamente te olvidas de todo lo que te rodea”, dijo a la AFP.

Sophie Clayton, una londinense de 23 años empleada en una joyería, asegura que no es jugadora y que Candy Crush es solo “un pasatiempo” cuando va al trabajo.

“Es sencillo, a diferencia de otros videojuegos. Aunque mi hermana me toma por tonta por jugar, especialmente cuando estoy encallada en un nivel”, dijo Clayton a la AFP.

Candy Crush es gratis pero los jugadores pueden pagar por recibir ayuda para superar niveles, lo que proporciona a la empresa King 850.000 dólares (620.000 euros) en venta diarias, según la firma de análisis IDATE.

Aunque algunos jugadores gasten mucho, el éxito de los juegos “freemium” -mitad gratis, mitad de pago- depende solamente de que muchos gasten un poco.

Candy Crush registra 700 millones de sesiones diarias, lo que le convierte en el producto de más éxito de King y en el impulso en el que confía la empresa para entrar en la bolsa de Nueva York.

Para gente como Tom, un ingeniero de 22 años de Londres, la perspectiva de pagar supone otro desafío: jugar lo máximo sin desembolsar un penique.

Los jugadores tienen cinco oportunidades de pasar un nivel y si no lo logran tienen que esperar 24 horas para volver a jugar o pagar una pequeña cantidad -alrededor de un dólar- para seguir jugando.

Pero si se cambia la fecha en el teléfono, el juego cree que el tiempo ha pasado, explicó Tom.

“Lo hice tantas veces que un lunes mi teléfono pensó que era sábado, la alarma no sonó y llegue tarde al trabajo”, admitió. AFP

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