Generalmente, las juntas directivas están conformadas por varios individuos que pueden trabajar a tiempo completo dentro de la organización o pueden ser personal externo, remunerado o no.
Venezuela es un país presidencialista. Por esta razón el presidente de una compañía u organización tiene poderes que están expresados en los estatutos y como en ellos se dice casi siempre que el presidente tiene la representación de la organización, existe cierta subordinación por parte del resto de los miembros de la junta y nos resulta impensable que en la empresa o entidad se tomen decisiones sin el consentimiento de su presidente. En esto casos se puede llegar al conflicto.
Cuando se trata de organizaciones sociales donde la junta directiva es a título gratuito suceden algunas anomalías importantes. La más notable es que en estos casos la junta directiva reserva para si, casi todas las decisiones que caen en el campo de lo administrativo. Anulan las obligaciones y funciones de la gerencia y la transforman en simples ejecutores de “úkases” que se generan dentro de la junta o desde algún cogollo.
El resto de los miembros de las juntas directivas, especialmente cuando se trata de entidades no remuneradas, difícilmente discreparán de los lineamientos del presidente y en muy contadas ocasiones se atreverán a plantear situaciones difíciles y soluciones distintas.
El respeto entre las personas es fundamental y realizar actos que socavan las funciones nos resulta inaceptable. Esto no quiere decir que un miembro de una junta directiva eficiente renuncie al derecho y la obligación de defender sus puntos de vista hasta los extremos que respetan la decencia, las buenas costumbres y la urbanidad.
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@rafael862