La victoria mundialista de Alemania reaviva los clichés

La victoria mundialista de Alemania reaviva los clichés

FOTO KARINA HESSLAND / POOL / AFP
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Por tratarse ya de la primera economía europea y por estar liderada por “la mujer más poderosa del mundo”, Angela Merkel, y tras añadir a su palmarés un cuarto título mundial el domingo en Rio de Janeiro, Alemania ha reavivado los clichés sobre su hegemonía.

Frank Zeller/AFP

Para algunos expertos, las multitudes de alemanes delirantes con sus colores nacionales, negro-rojo-oro, son un espectáculo inquietante si se tiene en cuenta la historia trágica del país.

El New York Times describió las manifestaciones alborozadas en la noche del domingo explicando que la victoria ante Argentina (1-0 en alargue) “simbolizaba, al menos para los espectadores, no sólo la dominación del país sobre Europa, sino su preeminencia mundial”.

“Es sólo fútbol”, aseguran los expertos alemanes, que creen que el país tiene tanto derecho como cualquiera a montar semejantes celebraciones nacionales.

Fue el Mundial organizado por Alemania en 2006 el que supuso un punto de inflexión.

Nadie se alteró por ver a la muchedumbre bonachona desgañitándose cuando cantaba el himno nacional en estadios llenos a reventar.

Ocho años más tarde, el periódico regional Kölner Stadt-Anzeiger cree que “si el concepto de ‘nation building’ no estuviera ligado a la construcción de las naciones en el contexto postcolonial (…) podríamos decir que Alemania está inmersa en dicho proceso. Las crispaciones del pasado se han diluido y, por lo tanto, se abre paso a un nuevo nacionalismo pero con la ventaja de abrirse al mundo”.

Por su parte, el politólogo Gero Neugebauer piensa que “la gente ata las banderas a sus coches pero, si se caen, nadie las va a levantar de la cuneta”.

– Esta vez es diferente –

Joerg Forbrig, del German Marshall Fund, un centro de pensamiento transatlántico, estima que “no debemos buscar demasiado significado en las celebraciones de todo un país”. “¿Es este un nuevo signo de dominio y poder de Alemania? Eso me parece un poco excesivo”, afirma el especialista.

El presidente de la República Joachim Gauck, que vio el partido junto a Merkel en el Maracaná, explicó que esta victoria le recordaba a la primera que conquistó Alemania (Occidental) en 1954 contra Hungría.

“Somos de nuevo una nación”, comentó el seleccionador de la época, cuando Alemania se lanzaba hacia su ‘milagro económico’, nueve años después de la derrota de los nazis, que les había dejado material y moralmente en la ruina.

Para el politólogo Hajo Funke, el país estaba por aquel entonces en plena negación respecto al nazismo, y las celebraciones de la victoria en el Mundial se caracterizaron por “un tono fuertemente nacionalista”.

“En la época, la gente se decía ‘tenemos el derecho a olvidar los crímenes del nacionalsocialismo y el hecho de que millones de nosotros participamos”, afirma Funke, agregando que el trabajo de memoria histórica comenzó tarde.

Igual ocurrió con el Mundial de 1990, poco después de la caída del Muro de Berlín y antes de que la reunificación tuviera ese tufo de nacionalismo bastante perturbador, según Funke, un especialista en extrema derecha.

“Esta vez es muy distinto. La mayoría de la gente aplaudió un fútbol abierto, un espíritu de equipo, no la defensa de lo nacional”, evalúa el politólogo.

– Campeones mundiales de las exportaciones –

Pese a todo, el fútbol nunca ha andado muy lejos de la política, sobre todo en la cobertura en los medios, analiza Hans Kundnani, director de investigación en el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, un círculo de reflexión sobre la política extranjera.

“Hace dos años, en la Eurocopa, ocurrió esa coincidencia preocupante: Alemania jugaba contra Grecia el mismo día que se celebraban las negociaciones sobre la crisis (financiera) de Europa”, recuerda.

Tras la victoria alemana, un diario tituló “Nadie nos puede parar”.

“Ese es el tipo de nacionalismo” que prevalecía, según él.

Kundnani ha notado también que Alemania tiene la tendencia a considerar la política internacional y económica mundial como una especie de competición deportiva.

“Merkel habla constantemente de competitividad y los alemanes se enorgullecen del título ‘Export-Weltmeister’ (campeones del mundo de las exportaciones)”, continúa el experto.

Pero Kundnani también advierte contra la sobreinterpretación. “Durante el partido estuve a punto de mandar un tuit que rezaba: “Somos alguien de nuevo, ¿pero quién somos?”.

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