Hernán Castillo: Un falso dilema

Hernán Castillo: Un falso dilema

thumbnailhernancastilloJunio2013La semana pasada, un sector importante de la sociedad civil, personalidades, Organizaciones No Gubernamentales ONGs e individualidades, y un grupo de organizaciones políticas entre las que destaca Voluntad Popular VP, a través del alcalde del municipio El Hatillo, David Smolansky, le anunciaron al país el inicio de la organización de un proceso político nacional hacia una Asamblea Constituyente. No obstante, a finales del próximo año 2015, deberíamos tener la realización de unas elecciones nacionales parlamentarias.

Ahora bien, el comienzo en estos meses de un Proceso Constituyente y la campaña electoral el año que viene,  para  la Asamblea Nacional, no son dinámicas excluyentes; al contrario, ambas dinámicas si son bien coordinadas pueden ser complementarias. Una puede servir para acumular fuerzas y reforzar la otra. La clave es que ambas dinámicas, por una parte el esfuerzo Constituyente y por la otra la campaña electoral para la Asamblea Nacional, están orientadas finalmente a cambiar, entre otras cosas, los poderes públicos del Estado por métodos pacíficos, constitucionales, democráticos, ciudadanos y electorales. De tal manera que plantearse escoger entre la participación en las elecciones parlamentarias el año que viene o el inicio ahora de un proceso constituyente, en las difíciles circunstancias políticas y económicas por las que atraviesa Venezuela, es un falso dilema. Si algo está ampliamente demostrado es que no se debe bajar la presión social y la protesta política al gobierno petromilitar de Nicolás Maduro, y ambas dinámicas y esfuerzos, el Constituyente y el Parlamentario, están orientadas en la dirección correcta: la organización y la movilización popular. A lo único que este régimen medio respeta y es susceptible, es a la presión social y política a la cual responden siempre con la violación de los Derechos Humanos y una brutal represión, como nunca antes vista en este país.

La situación del gobierno es excesivamente frágil, hasta el punto en que una vez más, los principales cambios en las políticas gubernamentales se reducen a enroques de funcionarios fracasados en la gestión pública; y por falta del amplio piso político necesario y antagonismos irreconciliables no han podido implementar mínimas medidas para estabilizar el país.





En dos meses de protesta la represión dejo más de cuarenta muertos, jóvenes torturados y miles con regímenes de presentación; las cárceles atestadas de presos muriéndose; la escasez de alimentos y medicinas, generalizada; los servicios públicos no funcionan, especialmente salud, educación y policía; la inflación, la más alta del mundo; todas las empresas del Estado, quebradas; la infraestructura física nacional arruinada; el delito común en alianza con sectores corrompidos del Estado, dominan las ciudades del país; el Parlamento como “caja de resonancia” de la sociedad, cerrado; las reservas del Banco Central, agotadas; los medios de comunicación social privados, aplastados; el llamado Diálogo con el gobierno, fracasado.

En fin, estamos ante el declive y agonía de un proyecto petromilitar, autocrático, mesiánico, estatista, y castrocomunista que a duras penas se sostiene. Y si realmente somos oposición, debemos comportarnos políticamente como oposición.

Si en el 2007 logramos derrotar la propuesta de reforma constitucional de Chávez, luego obtuvimos la mayoría en las últimas elecciones parlamentarias, e incluso Maduro dice que ganó las elecciones presidenciales con unos resultados cuestionados, hoy estamos en una mejor situación para movilizar el país hacia el cambio de los poderes públicos. El gobierno, entre la muerte de Chávez en marzo y las elecciones presidenciales del 10 de octubre, perdió cerca de un millón de votos. Y fueron unas elecciones presidenciales en las que participamos contra el abusivo y ventajista peso de un Estado Petromilitar, en donde incluso llegaron al extremo de sacar de los centros de votación a nuestros representantes, a plomo.

En los próximos meses con toda certeza, la crisis nacional tiende a agudizarse. De tal manera que estamos en las puertas de un momento estelar para aumentar la presión política y social. En estas circunstancias y las que se aproximan, escoger entre el camino Constituyente o las elecciones parlamentarias puede ser un error, cuando ambas dinámicas políticas se pueden complementar perfectamente, para imprimirle un definitivo rumbo a Venezuela hacia el Progreso y el Desarrollo.

@CastilloHernan