El virus chikungunya se expande en Latinoamérica

El virus chikungunya se expande en Latinoamérica

chikungunya

Una enfermedad insoportable transmitida por mosquitos que llegó hace menos de un año a América está barriendo la región, saltando desde el Caribe a la parte continental de Centro y Sudamérica, e infectando a más de un millón de personas.

Ezequiel Abiu López y Ben Fox/ AP

Ya han surgido también algunos casos en Estados Unidos.





Aunque la enfermedad, llamada chikungunya, normalmente no es mortal, la epidemia ha abrumado a hospitales, recortó la productividad económica y causó días de dolor y miseria a quienes la padecen y el número de víctimas se ha disparado.

En El Salvador, las autoridades sanitarias reportaron cerca de 30.000 casos sospechosos, desde los 2.300 de principios de agosto y los hospitales están llenos de gente con los síntomas de la enfermedad, los cuales incluyen un dolor tan severo en las articulaciones que dificulta caminar.

“El dolor es increíble”, dijo Catalino Castillo, de 39 años, mientras buscaba ser atendido en un hospital de San Salvador. “Han pasado 10 días y no cede”.

Funcionarios venezolanos informaron de al menos 1.700 casos hasta el viernes y se espera que la cifra crezca. La vecina Colombia tiene alrededor de 4.800 casos, pero el Ministerio de Salud pronostica que habrá cerca de 700.000 a principios de 2015. Brasil ya ha detectado sus primeros casos trasmitidos a nivel local, que son distintos de aquellos relativos a personas que contrajeron el virus mientras viajaban a una zona infectada.

El país más golpeado por la enfermedad ha sido la República Dominicana, con la mitad de todos los casos reportados en América. Según la Organización Panamericana de la Salud, el chikungunya se ha expandido a cuando menos dos decenas de países en el hemisferio occidental desde que se registrara el primer caso en la parte francesa de la isla de St. Martin a final de 2013.

Ha habido pocos casos de transmisión local en Estados Unidos, todos en Florida y tiene el potencial de expandirse más, según los expertos, pero Centro y Sudamérica son especialmente vulnerables. Los principales factores son la prevalencia del principal transmisor del virus, el mosquito de la fiebre amarilla (aedes aegypti) y la falta de inmunidad en una población que no ha sufrido el chikungunya en la histórica médica moderna, dijo Scott C. Weaver, director del Instituto para Infecciones Humanas e Inmunidad en la Rama de Medicina de la Universidad de Texas.

“Va a haber varias poblaciones grandes en riesgo ahí abajo, mucho más grandes que en el Caribe”, dijo Weaver.

Chikungunya es una palabra que procede del idioma makonde originario de Tanzania, en el este de África y se traduce como “el que se dobla”, en referencia al dolor agudo similar a la artritis en las articulaciones que hace que los pacientes se retuerzan de lo mal que se sienten. Normalmente está acompañado de fiebre alta y dolor de cabeza. Según los datos más recientes, sólo ha habido 113 muertes relacionadas con el brote en la región, pero el chikungunya puede ser incapacitante.

Herman Slater, un jardinero de 60 años de la capital de Jamaica, Kingston, dijo que pasó tumbado casi dos semanas este mes con un dolor inconcebible en las articulaciones, un dolor de cabeza martilleante y episodios de fiebre.

“Me sorprendió lo doloroso que fue. Me tomaba cinco minutos salir de la cama y entonces apenas podía caminar”, dijo Slater. “Mis manos estaban tan mal que no podía abrir una botella, no podía ni peinarme. Cada noche estaba empapado de sudor”.

En los casos más graves, el dolor puede durar meses. Joanna Rivas, que trabaja como empleada doméstica en la capital dominicana de Santo Domingo, dijo que ha sufrido dolor en las articulaciones desde mayo y el caso de su hija de 12 años es tan severo que no puede sostener el bolígrafo en la escuela. Ambas han estado tomando paracetamol como analgésico, el principal tratamiento para el chikungunya, que no tiene cura ni vacuna.

Además del dolor, el mal ha causado daños económicos por el costo de proporcionar tratamiento y del control de los mosquitos y por el ausentismo laboral. Un estudio de la Universidad Eugenio María de Hostos en República Dominicana encontró que cerca del 13% de las empresas dijo que sus trabajadores se habían ausentado en junio por el chikungunya.

Las autoridades de la región han estado rociando pesticida y animando a la gente para que vacíe los recipientes con agua donde puedan reproducirse los mosquitos. Oxitec, una empresa británica que ha probado con el mosquito de la fiebre amarilla genéticamente modificado para combatir el dengue en Brasil, las Islas Caimán y Panamá, dice que ha recibido un aumento en el interés en sus investigaciones desde que comenzó el brote.

El chikungunya, conocido desde hace décadas en partes de África y Asia, se transmite cuando un mosquito pica a una persona infectada y luego se alimenta de otra. Podría haber encontrado un territorio fértil en Latinoamérica y el Caribe porque mucha gente está en el exterior durante el día, cuando pica el mosquito de la fiebre amarilla y por la falta de mosquiteros adecuados en las ventanas.

En un artículo en la revista New England Journal of Medicine, Erin Staples, de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, dijo que el acceso al aire acondicionado para mantener a los mosquitos a raya podría ser también un factor. Durante un brote de dengue transmitido por mosquitos en 1999 en la frontera entre Texas y México, el mosquito de la fiebre amarilla era tres veces más abundante en el lado estadounidense pero el número de infectados era dos veces mayor en territorio mexicano.

Las condiciones varían mucho en la región. Haití, donde mucha gente vive en chozas poco sólidas con poca protección ante los mosquitos, se ha visto muy afectado. En Venezuela el aire acondicionado está muy extendido, pero el país tiene escasez de repelente de insectos e insecticida en aerosol debido a los problemas económicos del país.

Staples dijo que brotes anteriores han afectado a alrededor del 30% de la población, por lo que hay espacio para que la epidemia crezca, aunque es demasiado pronto para predecir con precisión cuántos enfermarán o si el chikungunya pasará a ser endémico en la zona, como ocurre con el dengue.

La buena noticia es que quienes la superan parecen adquirir inmunidad ante las principales cepas.

“Ahora mismo creemos que, si desgraciadamente alguien se contagia, no se volverá a infectar de nuevo”, dijo Staples.