Oswaldo Páez-Pumar: No tiene límite

Oswaldo Páez-Pumar: No tiene límite

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Hace más de 52 años sin llegar a 53, pues ocurrió en el año académico 1962-63 nuestro profesor de Derecho Minero el doctor Rufino González Miranda (q.e.p.d.) en uno de esos arranques usuales en él, nos alertaba: “bachilleres lo único que no tiene límite es la estupidez humana”.

Aquella frase la escuché, al igual que mis compañeros, con la ligereza propia de la juventud y hasta con un cierto sabor de chiste. Atribuíamos esa y otras muchas expresiones del profesor a “chocheras”. Él nos aseguraba que si se amarraba un burro a cualquier columna de la Universidad durante unos años se graduaría por prescripción.





Yo he oído en el curso de mi medio siglo de ejercicio del derecho a algunos colegas que sin tener las características de un onagro, cuando expresan sus opiniones jurídicas se le acercan de tal modo al solípedo, que terminan por darle la razón al doctor González sobre la posibilidad de que un burro se gradúe por prescripción.

En esta categoría no se encuentra la Fiscal General de la República. Es cierto que muchas de sus opiniones jurídicas tuercen de tal modo el derecho, que quien las escucha sin tomar en cuenta el contexto en el cual se expresa, pudiera pensar que son burradas y conceder la razón al doctor González. Pero no es así pésele a quien le pese. La distorsión del derecho que practica la Fiscal se sustenta en una razón política. Ella entiende que el ejercicio del Ministerio Público no tiene por objeto la defensa del estado de derecho, sino la del gobierno a cuyo servicio pone los recursos humanos y materiales de la institución.

Esa forma de entender la función pública incluye la destrucción y el descrédito de todo lo que existe en el país con anterioridad a la llegada de Hugo Chávez al poder. En esa tarea si se comporta tal como lo hacen los jumentos a quienes se les colocan gríngolas para que carezcan de visión panorámica. Las gríngolas de la Fiscal no son de cuero, son mentales.

Ahora le ha tocado el turno a la Universidad; y la Fiscal en un arrebato por desprestigiar nada menos que el “alma mater” se ha atrevido a afirmar que “antes (contraste con el chavismo de hoy) las mujeres entregaban parte de su cuerpo por un cupo universitario”; y uno no se explica si fue ella confidente de quienes sufrieron semejante vejamen o víctima del mismo y habla por experiencia propia. Lo que si se explica es lo acertado de la frase de Don Rufino: “lo único que no tiene límite es la estupidez humana”.