Venezuela, con los mismos problemas que acabaron con el socialismo en Europa oriental

Venezuela, con los mismos problemas que acabaron con el socialismo en Europa oriental

(Foto Reuters)
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Listas de espera de entre 3 y 15 años para adquirir un carro, colas para obtener los productos básicos, aumento de precios, racionamiento de alimentos para el común de la población y privilegios para una élite en el poder. Así fueron los últimos años en los países de Europa oriental antes del colapso del socialismo clásico que implantaron sus gobiernos. En los años noventa se vieron obligados a dar un golpe de timón para abrirse al mercado y reducir el peso del Estado en la actividad económica. La experiencia soviética sirve de espejo a Venezuela, donde el “socialismo del siglo XXI” derivó en una “economía de la escasez”. El país afronta hoy una disyuntiva similar: seguir por el camino ideológico o dar un giro que acabe con las colas para comprar comida. El nuevo asesor económico del presidente Nicolás Maduro, el español Alfredo Serrano Mancilla, vinculado a Podemos, va por la vía de profundizar el modelo actual, publica El Nacional.

Si se asume que una mujer sale a la calle con la intención de comprar carne, a menos que tenga suerte, la adquisición no la hace en una sola acción. Requerirá de un proceso de decisiones que pueden implicar: 1) no encontrar el producto y tener que ir a otro lugar para hacerlo; 2) hallar lo buscado pero tener que hacer cola para comprarlo; 3) reemplazar la carne por alguna otra proteína; 4) posponer la compra hasta otra oportunidad; y 5) abandonar por completo la idea de hacer la operación.





El ejemplo señalado bien podría describir el laberinto que supone la escasez que ha marcado la cotidianidad de los venezolanos, pero no fue elaborado con ese objetivo. Su autor es János Kornai, economista húngaro nacido en 1928 y uno de los estudiosos más reconocidos de las economías planificadas de los países socialistas europeos del bloque soviético. El modelo citado aparece en su libro The Socialist System: The Political Economy of Communism, terminado en 1991, justo cuando se concretó la caída del socialismo en Europa oriental y desapareció la Unión Soviética.

Kornai advierte que ese sistema se convirtió en una “economía de la escasez” debido a que este fenómeno se hizo “general”, “frecuente”, “intensivo” y “crónico”. Esa fue una de las consecuencias más graves del socialismo clásico, el cual se apoyaba en el manejo gubernamental del aparato productivo y en una planificación centralizada que aplicaba mecanismos de control para anular la influencia del mercado sobre la economía.

Desde que el chavismo se declaró “socialista” en el año 2005, el gobierno empezó a tomar una serie de medidas que encaminaron su proyecto hacia un modelo parecido al que fracasó en los países de Europa del Este, aunque intentó darle un baño de novedad llamándolo “socialismo del siglo XXI”. El principio es el mismo, porque se buscó controlar directamente la economía y otras actividades, en vez de supervisar los mercados respetando las libertades, como hacen otros gobiernos más cercanos a la socialdemocracia.
“La actividad económica se ha centralizado otorgando una importancia muy relevante al sector público sobre el privado, a la vez que se somete la economía a importantes controles y regulaciones, lo que ha distorsionado el funcionamiento de los mercados. En eso hay similitudes con el socialismo soviético”, advierte Luis Zambrano Sequín, individuo de número de la Academia Nacional de Ciencias Económicas.
El internacionalista Demetrio Boersner fue testigo de primera mano de la caída del socialismo clásico debido a que para ese momento era embajador de Venezuela en Rumania, un Estado satélite de la URSS.

“Aquellas economías tenían problemas de producción en todos los sectores y fuertes desequilibrios como un gasto público excesivo. Además, todas las restricciones hacían que el sistema fuera muy rígido y no se pudiera adaptar con rapidez a las nuevas tecnologías que iban apareciendo en el mundo, por lo que experimentaron un retraso que limitó su competitividad, algo parecido a lo que ocurre en Venezuela actualmente”, considera el diplomático.

Desde su declaratoria socialista, el chavismo ha adelantado 525 expropiaciones de empresas, inmuebles o tierras productivas, aumentando cada vez más la importancia del Estado en la economía, según datos del Observatorio de la Propiedad de Cedice.

La productividad, sin embargo, ha caído y el país se ha hecho más dependiente de las importaciones para poder satisfacer los niveles de consumo. En 2005 superaron por primera vez los 20 millardos de dólares anuales y desde entonces no han bajado de los 30 millardos de dólares al año.

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