Julio César Arreaza: Basurero de la historia

Julio César Arreaza: Basurero de la historia

thumbnailjuliocesararreazaAsí como hoy se habla de la era atroz de Trujillo, que asoló República Dominicana durante 31 años, convirtiéndose en su amo y señor, disponiendo de vidas y haciendas ajenas, aquí padecimos la era de Gómez durante 27 años y enfrentamos actualmente la era de la ignominia y el latrocinio, que ya consume 17 años de nuestra historia.

El denominador común de esos infames periodos es el quiebre moral y libertario del pueblo y la implantación del abyecto culto a la personalidad del jefe.

En contraposición a esas eras ignominiosas esplende la Era Democrática, que con sus virtudes y defectos, constituye los mejores 40 años de la república, cuando se registró un espectacular ascenso social, dándose las condiciones para que cualquier venezolano, con empeño y constancia, lograra su realización personal, sin tener que lambisconearle al comandante supremo.





Las eras de Trujillo, J. V. Gómez y Pérez Jiménez pasaron y dejaron división, muerte y desolación, pero con obras materiales, a pesar de la corrupción de sus capitostes.

La actual era desgraciada, con el heredero cuestionado en definitivo declive, pasará y su destino será el basurero de la historia, con el agravante de que el descomunal latrocinio perpetrado no dejó siquiera alguna obra pública importante. Este barbarazo acabó con todo. Un régimen que manejó una bonanza sin par, se mal administró con contraloría y rendición de cuentas ausentes.

El fundamento de su acción muy simple: “porque me da la gana”. Cristalizó lo peor de 200 años de vida republicana y todo lo malo arrastrado desde la Conquista.

En la era del proclamado país potencia, pero que carece hasta de baterías, hemos topado con unos tipejos, convertidos en seres inferiores, que gustan prosternase ante el jefe, arrastrarse como reptiles y llamarlo comandante eterno, jefe supremo, ya veremos lo que sucederá cuando cambie el viento, se desmoronarán las estatuas, desaparecerán esos nombres ridículos con que bautizan todo. Así como Ciudad Trujillo volvió a ser Santo Domingo, recuperaremos el nombre de República de Venezuela.

En la era de violación de los derechos humanos se arrasó hasta con la dignidad personal, “el supremo” infligió la peor de las muertes a sus secuaces, les arrebató el honor, el respeto por sí mismos. Sucedió que contaminaron y metieron a una porción de la sociedad en un hueco: provocaron una  parálisis, adormecimiento de la voluntad, del raciocinio y del libre albedrío, surgieron los sumisos que, como sonámbulos, escuchaban los embustes del mitómano y mentira fresca.

Vamos a ganarles a los enemigos de la democracia y la libertad con el ejercicio directo de la soberanía popular que es el voto limpio.

No más prisioneros políticos, ni exiliados!

@JulioCArreaza