Rafael Casas: Tareas de Neurocirugía Organizacional

Rafael Casas: Tareas de Neurocirugía Organizacional

thumbnailRafaelCasasToda organización busca el éxito y cuenta con la palanca de la ejecución estratégica para conseguirlo. Cualquiera sea la naturaleza de la organización, la congruencia es un activo deseado. La congruencia, entendida como bien crucial para individuos y organizaciones, es un privilegio por conquistar, sus frutos entre otros son la armonía, la racionalidad, el balance y en buena medida, el éxito. La ausencia de congruencia en la estrategia anuncia oscuros horizontes, no sustentables, para las organizaciones.

La falta de congruencia no siempre es notoria o burda, por el contrario, ella reina tras cualquiera de las múltiples fachadas con las que se disfraza el juego de poder en las empresas. La incongruencia desenfoca los esfuerzos, aleja las metas, merma la eficiencia en la solución de problemas, impide aprovechar oportunidades, evita el desarrollo del talento y crea atmósferas de baja moral para el personal.

La naturaleza nos dotó con dispositivos psicológicos para conquistar congruencia – al menos para percibirla- y uno de ellos es la disonancia cognitiva. Esta permite experimentar la incongruencia como incomodidad o desagrado. El pensamiento creativo y sistémico es otro recurso que también permite identificar los vacíos, o piezas faltantes en una situación particular para que esta sea considerada congruente. De ser activados esos dispositivos psicológicos podríamos introducir las pautas correctivas necesarias.





Un líder con los pies en la tierra debe asegurar la congruencia que necesita para el éxito. Para ello tendrá que ponderar entramados complejos que explican cómo lo tecnológico es absorbido o no por la cultura, y cómo la cultura organizacional moldea tanto la actuación como el desempeño del equipo humano. La congruencia del líder también aliviará la ruta para entender de qué modo una amalgama de dinámicas humanas, técnicas y comerciales coexiste y determinan el nivel de ejecución estratégica, de la cual dependen los resultados.

La gerencia congruente de hoy reclama un líder ponderado, equilibrado y con capacidad para discernir. Estas competencias no siempre están disponibles en el portafolio de las escuelas de negocio. Hay mucho de competencias intrapersonales y de valores en juego. Un líder congruente tiende a despersonalizar el rol que se ocupa y a tolerar la incertidumbre al evaluar alternativas; un líder congruente escucha con atención y enjuicia menos, no salta a conclusiones prematuras, capta interconexiones causa-efecto; y, por último, un líder congruente identifica vacíos gerenciales y visualiza ejecuciones correctivas. El carácter congruente del arte del liderazgo y la gerencia es el resultado de la combinación coherente de las cualidades descritas con los conocimientos técnicos específicos según la naturaleza del negocio.

La exacta combinación de saberes y conocimientos es la raíz del alto desempeño integral. Este permite alcanzar un nivel superior en la ejecución de la estrategia del negocio. Las empresas que alcanzan nivel superior de ejecución han aprendido que la Congruencia Gerencial es un juego inteligentísimo de malabares para mantener -en equilibrio- el complejo entramado que congrega gente, procesos, tecnología y mercado para ofrecer resultados.

La congruencia condensa una poderosa capacidad intelectual que integra múltiples habilidades, conocimientos y competencias interpersonales. Pero un líder -un gerente congruente- demanda autonomía, necesita carácter y poder deslindarse de la trampa de la inmediatez para percibir los complejos mapas organizacionales. Eso le permitirá determinar los ajustes necesarios de manera continua y mantener el acto gerencial dentro de un marco ético. Todo este entramado expresa –solo una parte- de las complejas tareas de la Neurocirugía Organizacional.