El cambio es una palabra que hoy muchos usamos. Todos, en cierto modo, queremos que algo cambie. Es comprensible ante una realidad tan difícil. Es normal que muchos queramos que la situación cambie, que las calamidades le den paso a las oportunidades: que la impunidad le dé paso a la justicia, que la violencia dé paso a la paz. Es tanto lo que queremos cambiar que la lista es inagotable, es tan grande como la esperanza de muchos venezolanos que sueñan con un país mejor para todos.
Pero más que soñar y esperar, que estamos dispuestos a cambiar individualmente, porque todos quieren el cambio pero pocos quieren cambiar pero ¿hasta qué punto se está dispuesto desde las pequeñas acciones, desde el respeto a las normas básicas de convivencia? ¿Qué tan dispuestos estamos en lo individual, para apostar por el cambio? ¿O queremos sólo un cambio de personajes? Y seguir depositando en políticos y gobiernos nuestras responsabilidades individuales para tener a la mano, siempre en ellos, a un chivo expiatorio a quien culpar de lo malo que sucede y lo bueno que nunca pasa.
Debemos cuestionarnos sobre cosas muy básicas: si me gusta que mi ciudad esté limpia ¿estoy dispuesto a no botar basura en la calle? Si me gusta vivir en una comunidad ordenada ¿estaré dispuesto aportar mi cuota de responsabilidad? ¿Estoy dispuesto a pagar mis impuestos? ¿Estoy dispuesto a respetar la luz del semáforo? ¿Estoy dispuesto a respetar el rayado peatonal? En fin, es tan larga la lista de cosas que debemos preguntarnos si estamos dispuestos hacer para que, desde nuestra conducta, aportar al cambio.
El cambio no es buscar o elegir a alguien que haga las cosas por nosotros. El cambio real es una sociedad que permita el desarrollo del ciudadano y que los políticos y el gobierno sean promotores de oportunidades y desarrollo mas no proveedores de bienes y servicios que se canjeen por apoyo electoral.
La invitación es precisamente asumir el cambio, primero como individuo para que sirva de aporte al gran cambio socio-cultural que necesita el país. Nada cambia si no cambiamos nosotros mismos. Haré nuestra una frase de una institución cultural que, más allá de compartir o no su accionar, creo que esa frase resume mucho de lo que hoy necesitamos:
“Sin cambio cultural, no hay transformación social”
Richard Fermín Prieto
@RichardFermin
www.richardfermin.wordpress.com