La casa “sin ángulos rectos” es la nueva atracción del sur de Francia

La casa “sin ángulos rectos” es la nueva atracción del sur de Francia

La Maison Bernard es una de las casas más originales de la historia de la arquitectura. Fue creada por el arquitecto húngaro Antti Lovagg para el filántropo y aventurero francés Pierre Bernard. Ubicada en Théoule Sur Mer, en el sur de Francia, Lovag vivió en el lugar durante el proceso de construcción. Después de estudiar la naturaleza y las características del terreno, inició la construcción en el lugar armando esferas con barras de hierro que le permitían visualizar como serían los espacios interiores, y a la vez, definir las aberturas hacia el cielo, el mar o los paisajes. Una vez que tuvo toda la estructura armada, echó una capa de hormigón sobre esta plantilla metálica. Arq.clarin.com

El resultado fue esta increíble yuxtaposición de esferas y formas curvas perforadas, que por dentro dieron un resultado igualmente inesperado. La Casa Bernard estaba prácticamente terminada a finales de la década de 1970.  Tenía todas las comodidades de una casa de familia tradicional con un conjunto de salas de estar compartidas y espacios privados dedicados a cada uno de los cuatro miembros de la familia.





 

Este es uno de los tres proyectos “burbuja” de Antti Lovag y se considera generalmente el más perfecto y completo. Lovag llegó a Francia a finales de 1940 y ganó su experiencia inicial con Jean Prouvé. En la década de 1960 trabajó con Jacques Couelle, uno de los primeros arquitectos para desarrollar un estilo de arquitectura orgánica en Francia.

A más de 40 años de su construcción, la arquitecta francesa Odile Decq realizó la renovación de esta casa emblemática, a pedido de la hija de Pierre Bernard, quien la convirtió en una fundación que tiene el objetivo de divulgar el arte joven. El proceso de restauro que duró cinco años. Fiel a su estilo, la transgresora Decq, se centró en el uso audaz del colores vibrantes, que se observa claramente en las gamas del fucsia, amarillo y naranja y que brindan a cada espacio su propia identidad. Se buscó realzar los espacios contínuos y sin ángulos y las protuberancias que caracterizan la arquitectura de Lovag, quien falleció en 2014, un año ante que Bernard, su amigo de toda la vida. “Las curvas son la extensión más natural de los movimientos y gestos humanos”, aseguraba el húngaro que se consideraba a si mismo un anti-arquitecto.