Carolina Herrera celebra 35 años en el mundo de la moda

Carolina Herrera celebra 35 años en el mundo de la moda

Foto: Carolina Herrera recorre su exhibición retrospectiva en SCAD FASH en Atlanta / NY Times
Foto: Carolina Herrera recorre su exhibición retrospectiva en SCAD FASH en Atlanta / NY Times

La mejor manera de capturar la vida de Carolina Herrera es a través de fotografías. A lo largo de los años, la cámara la ha captado con ropa blanca de tenis, inmaculada, en su casa de playa en Venezuela; con un juvenil Mick Jagger en la isla de Mustique; y mientras descansaba en las playas en Mallorca con el cabello húmedo peinado hacia atrás y los labios con una mueca sensual.

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También están las tomas glamurosas: el retrato que Bruce Weber tomó en 2001, en el que Herrera levanta los tobillos, y su falda plegada, en una fiesta en Santo Domingo; la foto que Mapplethorpe le tomó en 1979 donde luce un pequeño sombrero pastillero con velo y grandes pendientes de perla; y la famosa serigrafía de Warhol, en la que aparece con ojos pintados de turquesa y una expresión serena.





Son recuerdos de una vida bien vivida, imágenes que llenan libros decorativos, un sinfín de revistas y los marcos plateados que se apiñan en su oficina. Casi que parecen sugerir a los visitantes que cuando la diseñadora por fin aparezca en carne y hueso, estará cuidadosamente sellada tras un cristal.

Nada de eso. Carolina Herrera, como se le conoce en el gremio, entró a su oficina de la Séptima Avenida con su caminar enérgico, vestida con una blusa de patrones perfectamente confeccionada y una vaporosa falda a la rodilla. Estaba animada; su forma entrecortada de hablar se conserva tan mordaz y directa como lo fue hace más de tres décadas, cuando presentó la línea de moda que impulsó su carrera.

Nos conocimos en la víspera de su salida a Atlanta, donde inauguraría una retrospectiva para celebrar sus 35 años en el mundo de la moda, en el museo SCAD FASH of Fashion and Film como parte de una exhibición conjunta con el SCAD Museum of Art de Savannah, Georgia. El legado de la diseñadora está definido en la exhibición como “Irreverencia refinada”.

Pero aunque parece que ya lo ha hecho todo, Herrera dijo que no se duerme en sus laureles. “Soy muy competitiva”, dijo, con un tono inalterable. “Si no compites, no te desafías lo suficiente. Y si piensas que lo estás haciendo todo perfectamente, entonces es tiempo de que te retires”.

Retirarse no es parte de sus planes. Todavía hay vestidos que improvisar, fiestas a las que asistir. Desde luego, también está la leyenda por mantener.

Carolina Herrera llamó la atención por primera vez con sus extravagantes vestidos de noche y de bodas; uno de ellos se hizo célebre cuando lo usó Caroline Kennedy. Pero ya antes de 1981, cuando comenzó su negocio en East 57th Street en Manhattan y creó las confecciones de hombros abultados que le ganarían el apodo de Nuestra Señora de las Mangas, Herrera era una figura conocida en la escena internacional.

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