Vladimiro Mujica: Se solicita chavista con corazón propio - LaPatilla.com

Vladimiro Mujica: Se solicita chavista con corazón propio

 

thumbnailvladimiromujicaEl  título de mi columna estaba inicialmente sugerido por la cadencia de la palabras en el título de una película de Alfredo Anzola de los años setenta: “Se solicita muchacha de buena presencia y motorizado con moto propia”. Pero como suele ocurrir una vez que se elige un título, este cobra en alguna medida vida propia y se empieza a ampliar de su sentido original. Y heme aquí recordando vagamente una película que vi cuando era un estudiante en la UCV y cuya sinopsis comercial transcribo (http://www.cineseisocho.com/pdf/sebuscamuchacha.pdf) porque define una viñeta anclada en el tiempo de una Venezuela que ha experimentado una metamorfosis que la hace irreconocible y, sin embargo, profundamente familiar.

Sinopsis: Alexander (Victor Cuica) y su amiga Diosa (BrigitteTirone) empiezan a trabajar en una mueblería, Alexander sospecha que el dueño está involucrado en un negocio turbio. Ante Grau Klein (Fausto Verdial) ellos hacen que no se conocen, averiguan acerca de las actividades de Klein y Alexander decide “aplicarle un poco de su propia medicina” haciéndole ver que él representa a una poderosa organización y que trabaja en una mueblería solamente para “proponerle un buen negocio”. El resultado es una especie de mezcla entre El sirviente y El golpe, a ritmo de la “salsa” de Alexander (compuesta magistralmente por Juan Carlos Núñez). La película retrata la Caracas de los años setenta: moderna, rica y de dinero fácil; donde la moralidad es siempre dudosa; donde inexplicablemente un motorizado logra “vivirle la parte” a su patrón, con una enorme dosis de ingenio y de humor





Moralidad siempre dudosa. Pero eso que con frecuencia destacamos como una de las razones de fondo de la irrupción del chavismo es tan sólo un retrato parcial de la sociedad venezolana de otros tiempos. En nuestro país florecían también las posibilidades, la educación, la ciencia, el talento y el arte. No éramos una sociedad fracasada y decadente, un estado fallido, como se nos describe en todos los medios de comunicación del mundo. Éramos sí, un país en una encrucijada que navegaba aguas muy traicioneras percatarse del riesgo.  Pero todo lo que nos trajo a esta dura y penosa realidad en que se ha convertido Venezuela es, por ahora, cosa del pasado. Ahora nos toca preguntarnos como hacemos para salir de este enredo monumental sin matarnos. Al menos sin matarnos de manera organizada, porque matándonos simbólica y realmente, pero de manera caótica y desordenada, tenemos ya casi 20 años.

Y es en esta encrucijada, no en ningún otro momento sino ahora, que en Venezuela, en esa entelequia irreal y cercana que llamamos patria, se solicita con urgencia “Chavista con corazón propio”. Uno que entienda que su movimiento está aquí para quedarse, que hay una transformación que ocurrió, que habrá que definir y construir un nuevo país inclusivo, donde sea posible volver a soñar y no despertar todos los días en esta pesadilla en espiral que consume a gente de verdad, que deshumaniza y corrompe a niveles inimaginables a esa otra entelequia, el pueblo, conformada por gente de carne y hueso, cuya representación han proclamado ejercer hasta el cansancio. Uno que comprenda que la cúpula dirigente pretende arrastrar a la nación al abismo con tal de salvarse ellos mismos. Uno que reaccione antes de que sea demasiado tarde.

Algunos prohombres del chavismo primigenio han insistido en que el movimiento puede perfectamente sobrevivir el referendo revocatorio y la salida de Maduro del poder. Han señalado que el RR es la obra cimera de la Constitución concebida por el Líder Fundador y el reconocimiento último al hecho de que la soberanía reside en el pueblo. Desafortunadamente, estos prohombres todavía no calzan los puntos para lo que el país necesita porque ellos están pensando en la versión diluida del RR, la que se lleva a cabo en 2017 y cambia al presidente dejando al vicepresidente resultado de la contienda interna del chavismo, una que los prohombres pretenden ganar. Una verdadera operación gatopardiana pero que sin embargo es necesario considerar en el complejo universo de la política venezolana.

No, el “chavista con corazón propio” que se necesita es uno que entienda que ya pasó el tiempo de los travestismos. Que son estos los tiempos de actuar de acuerdo a la Constitución y darle al pueblo la oportunidad real de ejercer la soberanía. Que llegó el momento de que los venezolanos se reencuentren antes de que a la tragedia de la destrucción de los medios de vida haya que añadirle la de los muertos en los enfrentamientos por comida y medicina reprimidos salvajemente por la Guardia Nacional. Que llegó el tiempo de salvar el legado de la revolución antes de que la corruptela cívico-militar o militar-cívica que protege al régimen de la rabia de su propio pueblo termine por arrasarla.  Paradójicamente, cuando esto ocurra se descubrirá que también del otro lado, en el país azul, ha ido creciendo un movimiento de reconciliación con el país rojo. Uno que entiende que el reencuentro pasa por repensar el país posible y no por insistir en una restauración de lo que existía.

Es imposible saber si lograremos como pueblo y como nación corregir el rumbo de colisión caótica y violenta antes de que sea demasiado tarde. Pero hay que intentarlo. La alternativa es demasiado horrenda para contemplarla.

Vladimiro Mujica