Gustavo Tovar-Arroyo: La humillación o la gloria, militar

Gustavo Tovar-Arroyo: La humillación o la gloria, militar

thumbnailgustavotovararroyoHurgadores de interiores

Quedé impactado, por no decir desalentado, cuando observé cierta indisposición de la opinión pública opositora ante el corajudo y elocuente desafío de Henry Ramos Allup ante el militar que a su regreso de Washington intentó auscultarle el entrepierna para reconocer si mantenía el par de talantes que inexorablemente ha mostrado desde que asumió la presidencia de la Asamblea Nacional.
Pese al rubor del oficial y del reconocimiento de algo que escasea entre los chavistas, el acto jamás debió llevarse a cabo. Ramos Allup es diputado, investidura otorgada soberanamente por el pueblo de Venezuela y que confiere inmunidad parlamentaria, es decir, ningún teniente que limpia baños en aeropuertos puede hurgarle los interiores o sus pañuelos, por más que sus jefazos se lo exijan.
Simplemente no pueden, es ilegal.  
 
Henry o la legalidad que no se doblega
Encarando al oficial tocón lo que Henry Ramos hacía era, por un lado, reclamar respeto a la legalidad de un país sin ley, por otro, reivindicar la dignidad de un pueblo abofeteado por el despreciable autoritarismo chavista.
Ni más ni menos: respeto a la ley. Algo que en sus ámbitos y a su modo, groserías más o groserías menos, empujones más o menos, elocuencia más o elocuencia menos, otros como Luther King, Havel o Walesa también exigieron en su tiempo.
Incomodarse, avergonzarse o sonrojarse porque alguien exige, con par de talantes bien puestos, apego a la legalidad es de un bochorno que da escalofrío. Yo podría comprender semejante postura entre los doños histéricos de la academia que escriben en esa bazofia irredenta que es el periódico El Universal, pero entre venezolanos bravos del pueblo, que lanzan el yugo con virtud y honor, no me lo explico; me desalienta, pero no me rinde. Hay que seguir, ya comprenderán.
Los que se arredran e incomodan porque el pueblo exige que se respeten sus derechos, a empujones y gritos, mentando madres y profiriendo groserías (es decir, sin violencia pero con arrechera moral) o con hiriente elocuencia como la de Ramos Allup, tendrán que correr o encaramarse porque de lo contrario los tiempos venezolanos de la libertad los pisotearan como a desprevenidos cuadrúpedos de carretera.
La legalidad ante la atrocidad chavista ni se negocia ni se doblega. Otra Venezuela nace, esa Venezuela se rebela y desafía, exige respeto a la ley sin miedo.
Somos mayoría.
 
Los humillados
Ya sabemos que Hugo Chávez arrasó con todo a su paso, pero si algo devastó con especial perfidia y alevosía fue el estamento militar. Es absolutamente apocalíptica la ruina humana que causó ahí. No miento, a mí todavía me causa un dolor profundo que las fuerzas militares, herederas de la gloria de Bolívar y Miranda hayan sido reducidas a la piltrafa humana que hoy son.
No sé qué se pueda sentir ética e intelectualmente un militar al ser comandado por un accidente histórico como Maduro, por Cilia (la jefa del cartel narcotraficante de los Flores) o por un gordito corrupto y déspota como Diosdi, pero debe ser avasalladoramente humillante.
¿Cómo verle el rostro a sus esposas e hijos? ¿Cómo plantarse frente al espejo sin ver tatuada en su frente, entre ceja y ceja, la palabra “humillado”? Sí, ¿cómo?
Eso debe cambiar por el bien de ellos y de nuestra historia. Venezuela urge que los militares muestren de qué están verdaderamente hechos.
Yo creo en ellos.
 
El despertar
Algunos de los mejores venezolanos que he conocido en este tiempo son militares. He trabado estrecha hermandad con ellos. No exagero si digo que mi admiración y apreció crece en la medida que los conozco. Mucha de la Venezuela honda, sus contradicciones, rabias, heridas y, por qué no, también ideales y sueños, entrañan en ellos.
Muchos militares se han opuesto al chavismo. Por hacerlo, por luchar contra esa peste han sido perseguidos, han caído presos, han sido torturados o viven en el exilio. No todos han humillado ni avergonzado a su institución, no todos le han inclinado la rodilla a la ruina chavista.
Exitosa o no, tardía o no, oportuna o no, hay que reivindicar la oposición del mundo militar a Hugo Chávez. Al final han reivindicado la conciencia nacional y el honor. Figuras como las de Rosendo, Vásquez Velazco, Baduel, Usón, Medina Gómez, Martínez, Rivero, Ascanio o Arocha, y de muchos otros que en la actualidad están injustamente presos, han mostrado que la reserva moral del militar está intacta y levantará la voz venezolanista y legalista en cualquier momento.
Yo confío en que ese momento está cerca. Yo confío en su despertar.
Se ve, se siente…
 
La gloria
No olvidemos que los militares son los gerentes de la violencia y de la sangre derramada.
En un país de violencia extrema y caótica, donde la sangre venezolana está siendo derramada para conveniencia única del castrocomunismo (no es una hipérbole el término, es una realidad), el mundo militar tiene que asumir su responsabilidad, y ésta no es otra que fortalecer las iniciativas del mundo civil para liberar a Venezuela de la peste narcochavista. Hacerlo juntos.
No es un poeta inconcluso -como yo- quien lo exige, es una nación devastada que lo clama y urge. Es hora de ponernos de acuerdo, comunicarnos, organizarnos y actuar como venezolanos sin etiquetas. Cada quien cumpliendo su función y glorificando su amor por la patria.
Hurgar los interiores de un diputado los desvirtúa y deshonra, los humilla; golpear el rostro de un anciano indefenso en silla de ruedas los desvirtúa y deshonra, los humilla; interrumpir el paso de una abnegada activista como Lilian Tintori que entrega medicinas a los más necesitados los desvirtúa y deshonra, los humilla; someterse a la despótica voluntad de narcotraficantes y corruptos los desvirtúa y deshonra, los humilla.
Militares venezolanos, ustedes han sido tan humillados como nosotros los civiles por el narcochavismo. En el fondo es Venezuela la humillada. Liberémonos. Hagámoslo unidos.
Qué nuestra conciencia se rebele y la “desobediencia” militar prevalezca ante el irrespeto y la ilegalidad. Qué el vil egoísmo se quede sin “fuerza” militar y así se desvanezca. Mandemos para el carajo al despotismo y que toda humillación devenga gloria. Sí, la gloria del bravo pueblo que somos unidos cuando la ley hacemos respetar con virtud y honor, sin miedo.
El derecho al Revocatorio -y su transparente realización- es el hito que fortalece y reúne nuestro brioso grito de libertad. Estás observando todas las trampas que el régimen completa para impedirlo. El que se realice en gran medida depende de ti.
¡Qué muera la opresión, compatriota fiel (militar)! ¡Qué nuestra fuerza liberadora sea la unión!
La unión gloriosa de una Venezuela que no se doblega, que la ley exige y respeta. 
@tovarr