Cristóbal Jiménez por @LuisBarraganJ

Cristóbal Jiménez por @LuisBarraganJ

thumbnailluisbarraganPocos días atrás, a propósito de un acuerdo alusivo a Inocente Carreño, tuvimos ocasión de discrepar de nuevo con el parlamentario oficialista en la sesión plenaria de la Asamblea Nacional. Valoramos el aporte que hizo para exaltar al gran músico recientemente desaparecido, siendo innecesario que exaltara la gestión cultural del gobierno, empañando el discurso.

Fueron numerosas las oportunidades en las que nos conflictuamos con Cristóbal, en el seno de la Comisión Permanente de Cultura y en las propias plenarias, en el pasado período legislativo. La gestión cultural del régimen, sobre todo en la era del farruquismo, obligaba tanto como el debate que generó el proyecto de Ley Orgánica de Cultura que la ha rubricado. Empero, jamás la controversia pisó el terreno de las diferencias personales.

Uno y otro, siempre expresamos nuestra radical adhesión política en una relación de mutuo respeto y consideración. A veces, la intensa discusión a puertas abiertas o cerradas en la Comisión, bordeaba una respuesta grosera, pero – prontamente – se imponía el recato, la prudencia o moderación.





Nadie debe negarle al cantautor el enorme valor que tiene para los venezolanos y bastará con apreciar la larga trayectoria de quien, por cierto, se licenció en Letras, para considerarlo como un patrimonio común a heredar por las venideras generaciones. Son incontables los premios recibidos en su extenso historial artístico, aún antes que Chávez Frías llegase al poder, convertido en uno de los ídolos del canto recio en nuestro país: puede decirse que, con su apoyo, aún en los tiempos precedentes a la ocupación de Miraflores, cuando nadie daba nada por él, recibió muchísimo más el extinto mandatario que lo que dio a Cristóbal que gozaba ya de un prestigio propio – incluso – allende las fronteras.

Superaremos la pesadilla de un régimen que ha castigado inclementemente a los venezolano, pero – inevitable decantación – recuperaremos aquellos valores que nos enorgullecen, como el apureño de El Mantecal, reinvindicándolo en su justa dimensión, sin necesidad de los oropeles oficiales que lo aprovechan. Ocurría décadas atrás, poco importaba la afiliación política e ideológica de aquellas figuras que esmeraban sus contribuciones con un amplio sentido venezolanista, y debe ocurrir por las décadas que están pendientes, profundizando el respeto hacia quienes no necesitan del carnet partidista para trascender, como no lo necesitó – precisamente – Inocente Carreño.

Luis Barragan

@LuisBarraganJ