Hiperinflación e hipermilitarismo, por Alexei Guerra Sotillo

Hiperinflación e hipermilitarismo, por Alexei Guerra Sotillo

Debe reconocerse en Nicolás Maduro una capacidad única e inigualable para la improvisación. Si la repetición de errores, si la reincidencia en el fracaso fueran una disciplina olímpica, el Co-Presidente Nicolás Maduro tendría no solo más medallas que el astro de la natación Michael Phelps. Posiblemente el número total de preseas deba incluir hasta las que se repartían en Atenas. Infinitas. Innumerables. Y lo de co-Presidente es porque está claro que la anarquía y naufragio del Poder Ejecutivo Nacional, es un asunto colegiado y distribuido en pandillas de poder, en las que todos gobiernan, pero nadie gobierna, en realidad. Sólo la obsesión por mantenerse en el poder, al costo que sea.

Maduro anuncia un aumento del salario mínimo, incrementando en mayor cuantía el pago correspondiente al bono de alimentación, lo cual reduce de facto su peso en términos de las prestaciones sociales como mecanismo de defensa del salario. La capacidad adquisitiva del venezolano, es algo que se debate entre la ficción por lo inexistente y la nostalgia por lo que fue en el pasado y ya no es. Pero lo que no reconoce Maduro es la paradoja macabra que encierra su torpe manejo de la economía venezolana, laboratorio experimental de su jurásica receta comunista y estatista: Decreta el aumento de los costos laborales de las empresas, pero prohíbe y congela los precios y tarifas de bienes y servicios. Niega las divisas a proveedores internacionales, desconoce las deudas en dólares de empresas transnacionales, regula y controla sus precios, y si a alguna se rebela al negarse a trabajar a pérdida, la ocupa y expropia. Una verdadera dictadura económica, que se corresponde con el ánimo y espíritu de su estrategia política de negar y bloquear la activación del referéndum revocatorio como mecanismo constitucional.

El diputado Cabello acusa de “traidores” a los 4000 venezolanos que en su condición de funcionarios públicos, firmaron para solicitar el revocatorio, y pide sean despedidos, cual criminales o malandros. Todo un ejemplo de tolerancia y respeto a la libertad de expresión y de pensamiento. El Estado no se debe al país. El Estado es un feudo amalgamado del partido oficial y militar. Póngale Ud. la etiqueta que quiera, entre las que de seguro, no está la de “democracia”.

Dos realidades definen la actual hora venezolana. El ritmo del aumento de precios, la persistencia y agravamiento de la escasez y desabastecimiento, el mantenimiento de altos niveles de liquidez y la emisión de dinero inorgánico, sin la existencia de incentivos de ningún tipo para aumentar la producción de empresas e industrias, que si no están cerrando o quebrando, trabajan a una capacidad muy reducida, le dan el angustiante y dramático acento a una hiperinflación que dejó de ser una amenaza para convertirse en triste realidad.

Por otra parte, el hipermilitarismo surge como la equivocada y desesperada respuesta represiva de los escombros de un gobierno civil que piensa y asume que ocupando todas las empresas agroindustriales y de alimentos, decomisando gandolas y cargamentos, solucionará las distorsiones en el sistema productivo nacional.

Presionar por el cambio político, son la urgente tarea para superar estas dos lamentables realidades.

@alexeiguerra

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