Alexei Guerra Sotillo: Toda esta normal

Alexei Guerra Sotillo: Toda esta normal

 

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El agobio trastoca las palabras. Dedicados a sobrevivir, los significados se derriten, al calor de la infamia, y mientras gotean, van perdiendo su significado.





La obstinación puede crear sus códigos. Y la barbarie también tiene los suyos.

La “normalidad” es un ejercicio cotidiano de voluntad y resistencia ante una realidad que le pone comillas a la paciencia, al asombro, a la paz, al trabajo, a la vida, al futuro y a la democracia.

Quizá la ideología y los fanatismos definen las percepciones y los significados de las palabras que utilizamos para describir el aquí y el ahora. Alguien de seguro sentirá que todo es normal, y que aquellos que protestan  y exigen la restitución de la Constitución y la ley, son traidores y terroristas. Lo cierto es que a veces además de la ideología y los fanatismos, es el poder, su usurpación y el autoritario amago de no abandonarlo el que enceguece los sentidos y bloquea cualquier sentido de realidad.

Es “normal” la corrupción. Es “normal” la destrucción y persecución a empresas e iniciativas. Es “normal” la criminalización de toda disidencia y protesta. Es “normal” bajarte del carro de la OEA y de la comunidad internacional y creer que al estacionar al país en el hombrillo del aislamiento cesa cualquier escrutinio global sobre el intento de instaurar una tiranía a costa de la represión y violación de derechos humanos.

Es “normal” la escasez de medicinas y alimentos. Es “normal” mantener los controles en la economía y persistir con un modelo cuyo fracaso ha revelado la historia.

El  reciente anuncio de Maduro, de invocar una Constituyente “comunal”, revela un episodio “normal” de su golpe continuado a la Constitución, y no es más que un artilugio efectista para construir una farsa, un parapeto pseudoelectoral diseñado a la medida de una legitimidad  ya perdida, donde sólo podrán votar y ser elegidos los que su dedo decida, con el cual pretende detener la protesta de un país que denuncia cada vez con más fuerza su hedor dictatorial.

Nada de eso es normal. Ni será normal nunca. Aunque tengamos ya 18 años de esa “normalidad.” Busquemos los resquicios para dejar de sobrevivir y comenzar a vivir. Resistir la barbarie en el poder es un imperativo. Vencer a la tragedia de una “revolución” que ha alentado la militarización de la sociedad, y ha intentado demoler con la monserga socialista, las bases intelectuales, morales y éticas de la sociedad venezolana una tarea urgente.

En cada espacio, en cada ámbito, ejerzamos nuestro derecho a ser libres y a vencer la sombra autoritaria que gravita sobre la nación. Volvamos al significado necesario y democrático de la palabra “normalidad”.

 

@alexeiguerra