Salvados: la entrevista más perseguida de Jordi Évole no atrapó a Nicolás Maduro

Salvados: la entrevista más perseguida de Jordi Évole no atrapó a Nicolás Maduro

El periodista catalán Jordi évole y el presidente de Venezuela Nicolás Maduro, durante su entrevista. TV
El periodista catalán Jordi évole y el presidente de Venezuela Nicolás Maduro, durante su entrevista. TV

 

Jordi Évole prometió emociones muy fuertes en una de las “entrevistas más perseguidas de la Historia”. El periodista catalán y Nicolás Maduro, frente a frente, con los ojos de Hugo Chávez observando desde la pared más cercana en el Palacio de Miraflores. Una perita en dulce deseada por periodistas de todo el mundo, casi inalcanzable hasta ahora.

DANIEL LOZANO/El Mundo





Y durante buena parte del programa, Évole se puso sus zapatos de claqué para lanzar una pregunta tras otra, un gancho y un crochet que no los parecen gracias a su encanto, pero que dejan magulladuras posteriores. El presidente bolivariano ha definido el cuadrilátero de Salvados como un nuevo Guantánamo, en el que se hartó de recibir cachetadas dialécticas.

 

 

La gigantesca crisis económica, la inflación, la violencia y de fondo la diatriba de si Venezuela es hoy una dictadura atraparon al mandatario, que para responder echó mano del guión ya escrito por la revolución, que adjudica todos sus problemas a la guerra económica del Imperio y a la oligarquía venezolana. Respuestas sin convicción, sin soportes intelectuales, incluso mal argumentadas. Pero Maduro, abrumado, no abandonó la compostura, muy alejado del presidente que amenaza e insulta a los opositores y a sus enemigos exteriores sin contemplaciones durante sus constantes comparecencias televisivas.

Así se llegó al momento más interesante de la noche, cuando la corrupción se asomó a las alfombras del chavismo. Así lo reconoció en parte Maduro, titubeante, como si se tratara de un fenómeno de otra galaxia. Évole preguntó, amparado en las cifras de Transparencia Internacional, a la que Maduro acusó de estar financiada por el Imperio, al igual que Caritas o el Foro Penal Venezolano. “¿Hay demasiada corrupción en Venezuela?”, insistió el periodista.

Maduro encajó el golpe y se lanzó a reconocer a corruptos cercanos, que ya no están en la revolución, ni siquiera en el país. “Nosotros hablamos con el corazón y hablamos con la verdad”, se defendió el presidente.

El silencio posterior dejó en el aire dos cuestiones tabú en la revolución, prohibidas para el ejército de televisiones, medios y periodistas del chavismo: el escándalo de los narcosobrinos y Odebrecht.

 

 

Los primeros, sobrinos de Cilia Flores, su mujer, y adoptado uno de ellos también por el propio Maduro, permanecen en una prisión de Nueva York esperando su sentencia, ya condenados por narcotráfico. El segundo, que tanto ha impactado en todo el continente, tiene también su versión venezolana, la menos investigada pese a ser la más cuantiosa en millones. El director venezolano de la poderosa multinacional confesó en Brasil haber entregado 50 millones de dólares para la campaña presidencial de Maduro.

La fiscal general Luisa Ortega también implicó al círculo presidencial más cercano en el reparto de millones de dólares. Pero sorpresivamente, las preguntas no llegaron… No obstante, todavía queda la segunda parte de la entrevista, prevista para la semana que viene. El resto sobró, incluido el soporte documental, lleno de estereotipos agotados que no reflejan ni de cerca lo que hoy es Venezuela, una tragedia económica que está expulsando a cientos de miles de criollos más allá de sus fronteras. La entrevista confirmó además que Maduro será candidato presidencial, algo que nadie cuestionaba en Venezuela. También que el presidente confía en las bolsas de comida CLAP, una revisión contemporánea de la libreta de racionamiento cubana, para mantener la hegemonía política.

El presidente guardó la compostura ante el vídeo del asesinato cometido por un policía militar durante la rebelión popular de este año. Los hay a decenas, Évole hubiera necesitado todo el programa para emitirlos. No obstante, el mandatario también exigió justicia para esos 125 muertos de las protestas antigubernamentales. Por supuesto la justicia revolucionaria que impondrá una Comisión de la Verdad formada por irrestrictos chavistas. La entrevista más perseguida de la Historia no podía acabar en este punto, así que Évole ha buscado una segunda parte, prevista para la semana que viene, remachada por una sonrisa presidencial. La que Maduro esbozó ante la pregunta de si reconoce la República Independiente de Cataluña, algo que oficialmente no ha hecho, pese a que todos sus medios de comunicación se han lanzado a una defensa numantina de los reclamos independentistas y una crítica continuada contra el gobierno de Madrid.