Reconocimiento del nuevo Gobierno de Honduras, por Robert Carmona-Borjas

Reconocimiento del nuevo Gobierno de Honduras, por Robert Carmona-Borjas

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Son muchos y diversos los comentarios que han generado las elecciones del 26 de noviembre pasado en Honduras, que han dado como ganador, según declaración del ente electoral hondureño, al Presidente Juan Orlando Hernández quien apostaba a la reelección.
No siempre las opiniones y comentarios han reflejado la realidad que se presenta, es cierto, confusa. El Presidente Juan Orlando Hernández, del Partido Nacional, decidió lanzarse a la reelección a pesar de que la Constitución de Honduras no la permitía. Para ello hubo una previa solicitud de interpretación ante el máximo tribunal del país y ahí el día 22 de Abril de 2015 los cinco magistrados que integran la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de Honduras fallaron a favor del recurso interpuesto por el expresidente Rafael Leonardo Callejas y por los 16 Diputados del Congreso Nacional sobre declarar inaplicable el artículo 239 de la Constitución de la República, dando así vía libre a la reelección presidencial en ese país centroamericano.
Un procedimiento no muy distinto al que utilizaron otros jefes de estado de la región que, ante prohibición similar, recurrieron a una interpretación judicial para poder lanzarse en una contienda electoral y lograr la reelección. Es el caso de Evo Morales en Bolivia y de Daniel Ortega en Nicaragua.

Calificar a Hernández de “dictador” por haber hecho uso de la interpretación de la Corte Suprema de Justicia y en consecuencia, haberse presentado a las elecciones y según el último recuento de votos, haber obtenido la mayoría, no es la conclusión más acertada; aunque debemos admitir que esa práctica de la reelección, instaurada ahora en la región, no parece responder a los más elementales principios que sustentan la democracia. La alternabilidad debe ser, sin duda, uno de los principios fundamentales reguladores del ejercicio de la democracia en nuestros países. Pero la realidad ha sido distinta, aunque quizás, tras estas experiencias, los pueblos decidan blindar las normas y detener en el futuro las aspiraciones reeleccionistas de algunos presidentes.





La realidad es que JOH aspiró legítimamente y ganó en forma transparente las elecciones del pasado 26 de noviembre, resultado que no acepta insistentemente el candidato opositor que representa los intereses del chavismo internacional y del zelayismo nacional, Salvador Nasralla, a quien se le invitó a participar en el proceso de recuento de actas y de verificación, negándose reiteradamente a ello, llamando más bien a sus seguidores a protestar y no pacíficamente como ha sido el caso en Venezuela, cuyas protestas pacíficas fueron reprimidas salvajemente por el aparato estatal y los colectivos amparados por el régimen.
No es esa la vía para encontrar el camino hacia la paz y la estabilidad. La victoria de JOH fortalece la democracia y confirma el camino que se ha venido siguiendo en lo económico y lo social, haciendo de Honduras un país con mejor ubicación en este proceso y en su inserción en la vida de la región.

De manera que, si bien hubo algunas fallas y debilidades en esta elección, JOH ha obtenido la victoria y debe en consecuencia ser proclamado ganador. La comunidad internacional, los gobiernos, las instituciones, en especial la OEA y la Unión Europea, que tienen una responsabilidad compartida en cuanto al fortalecimiento de la democracia en la región y en el mundo, deben reconocerle lo antes posible si en definitiva se verifica el proceso y se confirma el resultado.

@CarmonaBorjas