Voces de Libertad | Miserable usurpador, por Omar González Moreno

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro (L) y su homólogo boliviano, Evo Morales (R), gesticulan mientras el ex presidente cubano Raúl Castro aplaudía durante el Foro de Sao Paulo, en La Habana, Cuba, el 17 de julio de 2018. REUTERS / Stringer

 

¿Quién era Nicolás Maduro? Durante estos años él fue un simple miembro de una banda política que llegó al poder hace 20 años con el fin de someter a todo el país y saquear las arcas de un Estado que era rico y que ellos desmantelaron.

Maduro era simplemente un mandadero, que por su actitud dócil y bien mandada, logró escalar en un sistema corrompido. Como dijo el Presidente de EEUU, Donald Trump en Miami en su discurso sobre Venezuela: “Maduro no es un patriota venezolano, es un títere cubano”.





En efecto, era un advenedizo que ascendió al poder al amparo de un sistema que premiaba la complicidad, la lealtad ciega y el dogmatismo por encima de la capacidad, la honradez y la responsabilidad.

Él era uno más de ese grupo sectario que repetían los viejos discursos de la izquierda.

Otro soldado de ese ejército de serviles a la dictadura cubana; un adoctrinado que solo perseguía la aniquilación de la libertad para nuestro pueblo.

No obstante, Nicolás Maduro en la actualidad es algo mucho peor que un izquierdoso encumbrado entre la montaña de lodo construida por el finado.

En este momento, es el segundo mayor estafador de la historia. Solo superado por el encantador de serpiente de su antecesor.
Maduro es un usurpador que juega con el hambre de toda una nación. Que baila, cual arlequín, frente a las cámaras de televisión mientras decenas de niños comen en los basureros de toda la nación y mueren de desnutrición.

Él es un usurpador del poder; un hombre que nunca ha sido elegido presidente de Venezuela, pero cual carterista de esquina se ha apoderado de aquello que no es suyo y que ostenta con el mayor de los descaros.

Además, es un miserable porque no sólo líquido la producción nacional y hostiga a los emprendedores que generan la verdadera riqueza del pais; sino que también con su actitud de negarle a millones de venezolanos la Ayuda Humanitaria, que es sólo un paliativo, demuestra el poco afecto que en verdad tiene para los ciudadanos más necesitados.

Maduro prefiere que sigan los enfermos muriéndose por falta de insumo médicos, por la ausencia de tratamientos antes que dar su brazo a torcer. Él opta por dejar que aumenten los casos de desnutrición antes que dejar a los productores abastecer los mercados y que la poca comida de la Ayuda Humanitaria pase por la frontera.

Es un canalla mezquino que no se conduele por el terrible pesar que sufre nuestra sociedad. Él solo vive para hacer uso del poder, para viajar, comer en lujosos restaurantes, para vestir bien, mientras que los venezolanos se ven obligados a emigrar porque las condiciones de vida actuales en el país son insoportables.

Simplemente, es el un estorbo para el porvenir de la nación. Alguien que impide el desarrollo de nuestra tierra, que obstaculiza la materialización de un mañana mejor para todos los ciudadanos de nuestra querida patria.

Maduro, es y siempre ha sido un títere manejado desde La Habana, un muñeco que solo hace lo que le mandan desde la verdadera sede del poder de esto que llaman socialismo: Cuba.

El usurpador y mezquino de Maduro debe terminar de salir de Miraflores; debe entregar los últimos vestigios de poder que aún le quedan. Debe ceder y salvarse a sí mismo, porque sus días se acortan al frente de Venezuela.

Cada vez, los demócratas y quienes creemos en la libertad, avanzamos con la estrategia de Cese de la Usurpación y Elecciones Libres lo más pronto posible… Cada día que pasa estamos más cerca de lograr la libertad para Venezuela. Como dice Maria Corina Machado ¡Esto no tiene vuelta atrás!