William Anseume: Flaquea el régimen

¿Quién diría hace un año que ocurriría algo como esto? Un año no. ¿Quién vislumbraría en diciembre la ocurrencia actual? El tambalear del otrora inamovible régimen de Nicolás Maduro y sus acólitos hasta producir el olor sulfuroso de sus estertores definitivos parecía una quimera. Aquí hay que apelar a la sabiduría popular: la perseverancia para el vencimiento, el cántaro, el agua; el rompimiento. Venezuela merece arrancarse el sufrimiento impuesto por el despotismo, cuanto antes.

Desluce Maduro en cadena nacional, apelando a mentiras y fantasías cuasi carnestolendas, como en un desvarío, un extravío, un delirio demencial; febril, agónico. Se le van las piernas, para emplear una imagen medio fantasiosa del boxeo; tambalea sin asidero. Proferir a estas alturas que se propende a la “independencia científica y tecnológica del país” es situarse en un discurso demencial, increíble; pretender confundir… ¿a quién? Si prácticamente llevó al esterero a las universidades públicas, a la educación en general. Mayor anclaje en la palabra moribunda de un régimen cayendo es hacerse pasar por ser: “Fiel defensor de la clase obrera y la estabilidad laboral”. Ahora cuando los sueldos y salarios resultan insuficientes para el puro pasaje en bus en procura de un tránsito entre la habitación y el puesto laboral, cuando cualquier mendrugo resulta inasible con el trabajo y se carece en todo el sector laboral de algún atisbo de protección social. Cuando se le sustrajeron al Estado sus bases: el trabajo y la educación.

Choca, esta actual debilidad discursiva del régimen despótico contra las cuerdas, con la firmeza del discurso de la Asamblea Nacional y su ruta antitiránica: fin de la usurpación, transición y elecciones. Ojalá sea un proceso no tardo. Pero no es sólo esta dinámica política afanosa la que enfrenta, sino también la ayuda humanitaria y su posible empujón bélico, aunado a la todavía creciente presión internacional diaria, en una temporalidad sonora, de aceleración de caídas fúnebres.





Además, enfrenta algo peor: la campaña electoral sentenciosa del presidente de los Estados Unidos. Juan Guiadó participa que la ayuda entra por que sí y Donald Trump amenaza con hacerlos ir del poder, cuando menos.

La pegada ha sido certera. La esperanza esta vez no resulta infundada. Saldrán y vendrán  renovaciones económicas y democráticas incalculables. Será la sepultura del socialismo macabro. Brindo por eso.

wanseume@usb.ve