Irene Olazo Mariné: Ser feliz es… ¿emoción o decisión? (y II)

Irene Olazo Mariné: Ser feliz es… ¿emoción o decisión? (y II)

 

En mi anterior artículo cuestionaba si la felicidad es una emoción o una decisión y, aunque muchos no lo crean, a veces me condeno por este sentimiento de felicidad que siento en esta época tan difícil de la historia.





¿Podemos lograr que la felicidad sea una decisión? Mi respuesta nuevamente es SÍ, es una cuestión de actitud ante la vida, la felicidad es tener un equilibrio con uno mismo, es aprender amarse y quererse tal y como somos, es buscar llenar esos pequeños o grandes vacíos que puedan surgir durante la vida, pero esos vacíos no te los llena otra persona porque es tú corazón y tú decides en él, a mí nadie me hace feliz yo debo ser feliz y disfrutar la compañía de alguien,  porque cuando buscamos que otra persona llene nuestros vacíos, no logramos la felicidad completa.

Como humanos no somos perfectos y cometemos errores. En la mayoría de las ocasiones nos hacemos grandes expectativas de otra persona y, por ello, nos desilusionamos muy rápido. No solo hablo de una pareja, sino de un hijo, un hermano, un padre, un profesor, un alumno, un pastor, un alcalde, un gobernador, un presidente e incluso hasta del Papa.

Cuando nos decepcionamos de alguien nos invade un sentimiento que nos arranca la felicidad y es difícil volver a encontrarla. Ésta fue mi primera lección en aprender: “no tener expectativas -ni positivas ni negativas- de alguien” y así no me desilusiono y no pierdo mi felicidad. Pero aun así fallo, porque soy humana, y a veces me hago expectativas inconscientemente y tambaleo cuando me decepcionan, solo que como ya lo tengo concientizado logro volver rápido a mi centro.

Lo segundo en aprender y no es fácil: es Perdonar y no guardar rencores, ni odios. Pienso que -por la misma tubería no puede salir agua limpia y agua sucia- mientras no perdones, sientas rabia y odio la felicidad no podrá fluir en tu vida porque, puedes tener momentos felices, pero no podrás sentirte siempre feliz, ya que esos sentimientos negativos opacan esa luz que refleja la felicidad.

¿Has estado cerca de una persona feliz y alegre? Te puedo asegurar que irradia luz, compartir con ella te llena de paz, confianza y sientes que algo en tu cuerpo comienza a regenerarse porque, además, esas personas son sanadoras, son las personas a las cuales debemos acercarnos para repararnos internamente, ya que si te reúnes con personas que están llenas de rabia, odio y rencores, ¿cómo crees que podrías salir de esa compañía? Aprovecho para responderte: lleno de ira, y envenenado.

Lamentablemente, el estado común del venezolano es mantenerse iracundo por ver tanta injusticia, maldad, crueldad, incoherencia humana, hambre, personas fallecidas a diario, necesidad y, lo que más nos entristece es sentirse inútil ante ese panorama de desolación y dolor.

 Aproximadamente hace 2 meses como en pocas ocasiones de mi vida me había ocurrido caí en un estado de depresión, me sentía inútil, tenía la necesidad de hacer algo por mi pueblo y mi gente, pero no me sentía capaz porque se me había ido la felicidad, esa lucecita interna, ese motor,  me sentí amargada, desdichada y aunque no soy persona de llorar, lloraba sola y sin motivos. Gracias a Dios me conozco y sabía lo que debía hacer: esto solo duro 2 semanas porque inmediatamente me paré frente al espejo y me dije: “¿Y entonces Irene? No te permito verte así, ya has pasado por mucho como para caer en un abismo por nada”, sequé mis lágrimas y decidí ser feliz de nuevo. Así descubrí que la felicidad es una elección pero también es algo que requiere una acción,  y comencé a buscar todo lo bello de la Creación de Dios para motivarme, el milagro de mi hija, admirar el amanecer, el brillo del sol, el olor de las flores, el canto de un ave, la sonrisa e inocencia de un niño, la sabiduría de un abuelo, la nobleza y gratitud de un perrito, el resplandor de las estrellas, tener a mis padres vivos, entre tantas cosas maravillosas.

He comenzado a ser más agradecida con Dios por lo que tengo, y de esta manera visualizo muchas formas para tenderle la mano a mi pueblo, a mi gente y reconstruir mi país. El ayudar al prójimo es lo que más me ha llenado a mí de felicidad durante mi vida y lo seguiré haciendo, mas todos lo que he hago es para la Gloria de Dios y no del hombre.

Para muchos la felicidad pudiera ser un destino más para mí: es la forma de viajar. Emprendamos ese maravilloso viaje, acompáñenme  y sigamos en busca de la Felicidad

Irene Olazo Mariné