Venezolanos llevan 20 años aprendiendo a convivir con tres conos monetarios

Venezolanos llevan 20 años aprendiendo a convivir con tres conos monetarios

Venezolanos llevan 20 años aprendiendo a convivir con tres conos monetarios / Foto REUTERS/Marco Bello

 

El anuncio del Banco Central de Venezuela (BCV) de la ampliación del cono monetario con la incorporación de tres nuevos billetes no es una novedad para los habitantes del país, quienes tras varias décadas con una relativa estabilidad, han tenido que adaptarse a tres familias de papel moneda en apenas 20 años.

Prácticamente desde mediados del siglo XX, los billetes y monedas que llevaban en sus monederos los venezolanos, salvo cambios de diseño o emisiones conmemorativas, correspondieron a las mismas denominaciones, en el caso del papel moneda eran 10, 20, 50, 100 y 500 bolívares.





El poder de compra de la moneda era tal, que los venezolanos usaban las monedas para hacer diversas transacciones o, en su defecto, necesitaban unos pocos billetes.

Hasta los años ochenta, era normal hablar de puyas, medios, lochas y fuertes, nombres coloquiales para las monedas de 25 céntimos, 50 céntimos, 12,5 céntimos y cinco bolívares.

El país, que contaba con unos importantes ingresos petroleros, sufrió dos episodios de escasez de monedas, provocados porque el material del que estaban hechas tenía mayor valor que el monto facial: en los años 60 pasó con las monedas de plata y en los 80 con las de níquel.

Cuando las monedas de níquel desaparecieron en los 80, la solución temporal del BCV fue la emisión de unos billetes de 1 y 2 bolívares, que el humor popular rebautizó como “tinoquitos” (por Pedro Tinoco, entonces presidente del emisor) o billetes de monopolio, por su tamaño y parecido con el papel moneda del juego de mesa.

A finales de los 90, en respuesta a la pérdida de poder de compra del bolívar, se amplió el cono monetario en 1998 con la impresión en la flamante Casa de la Moneda del BCV de billetes de 1.000 y 2.000, que fueron reimpresos dos años después cuando el país pasó a denominarse República Bolivariana de Venezuela.

Tras un proceso de reconversión monetaria que le quitó tres ceros a la moneda, en el año 2008 pasó a llamarse Bolívar Fuerte (Bs.F.) y el BCV presentó un cono monetario compuesto por seis billetes (de 2, 5, 10, 20, 50 y 100 bolívares fuertes) y siete monedas (de 1 céntimo, 5 céntimos, 10 céntimos, 12,5 céntimos, 25 céntimos, 50 céntimos y 1 bolívar fuerte).

En diciembre de 2016, una orden presidencial dio un plazo de 48 horas para sacar de circulación el billete de 100 bolívares, bajo el argumento de erradicar el contrabando del conocido popularmente como “marrón”, que era negociado hasta en 300% de su valor facial.

La medida generó un caos de largas colas de usuarios desesperados por depositar en las agencias bancarias el papel moneda que tenían antes de que culminase el plazo y en varias ciudades del interior acabó en disturbios callejeros, lo que obligó a prorrogar hasta en 16 ocasiones la entrada en vigencia de la medida.

Uno de los fenómenos que produjo la hiperinflación y el mercado negro de productos de primera necesidad, conocido popularmente como bachaqueo, fue la escasez de billetes.

Entre 2016 y 2017, las autoridades militares y policiales realizaron diversos operativos con el fin de ubicar a quienes trasladaban grandes cantidades de billetes.

Los venezolanos pasaban horas haciendo largas filas en los bancos para sacar efectivo que en muchos casos era “revendido”, lo que llevó a limitar el monto diario permitido para ser retirado por taquillas o cajeros automáticos.

A la par, se amplió el abanico de papel moneda con las denominaciones de 500, 1.000, 2.000, 5.000, 10.000, 20.000 y, en noviembre de 2017, con el de 100.000 bolívares fuertes.

Hasta 2018, en algunos comercios, tanto formales como informales, los productos de primera necesidad tenían precios distintos de acuerdo a modalidad de pago usada: si el cliente pagaba en efectivo el precio era menor.

Otro fenómeno consecuencia de la hiperinflación fue que los usuarios y comerciantes comenzaron a redondear las cifras quitándole varios ceros, por ejemplo si el monto a pagar era un millón de bolívares fuertes, se hablaba de 1.000 bolívares.

Para mediados de 2018, y tras un año en hiperinflación, Nicolás Maduro anunció una reconversión monetaria que restaría cinco ceros al Bolívar Fuerte, que en lo adelante sería llamado Bolívar Soberano.

Por segunda vez en menos de una década, los venezolanos debieron aprender a convivir con nuevas denominaciones de su papel moneda: 2, 5, 10, 20, 50, 100, 200 y 500.

Y menos de un año después, el BCV anunció que pondrá en circulación “paulatinamente” los billetes de Bs. 10.000, Bs. 20.000 y de Bs. 50.000.

La noticia tomó por sorpresa a la banca privada. “La banca se enteró hoy (miércoles), no había información”, indicaron fuentes del sector financiero.

Sin embargo, en el sector bancario aplaudieron la medida por cuanto “permitirá mayor eficiencia” para el transporte de las piezas y además había signos de que la escasez de billetes podría presentarse de nuevo, indican que “en los últimos meses estaba empezando a apretar”. EFE