Felipe Pérez Martí: Por el derecho a la opinión pública y el periodismo libre

Felipe Pérez Martí: Por el derecho a la opinión pública y el periodismo libre

En defensa de los venezolanos y los periodistas a la crítica.

Menciones especiales:
Periodistas: Nitu Pérez Osuna, Patricia Poleo, Daniel Lara Farías, Alek Boyd, Sebastiana Barráez y Orlando Avendaño
Medios: La Patilla y Aporrea
Ciudadanos: Los “guerreros del teclado” en las redes sociales

1. El político tiene la carga de la prueba; el ciudadano, presunción de inocencia.





En los últimos tiempos hemos visto entre la oposición una fuerte corriente contra el derecho a la crítica política y contra el periodismo libre.

Aquí invocamos, ante esto, el principio de Jesús de Nazaret: “La verdad os hará libres”. Esa verdad en sociedad se construye pensando, contemplando, dialogando, transformando. Y esa construcción nace del libre ejercicio comunicativo de todos los ciudadanos gobernados por un solo principio: las libertades políticas e individuales, que implican el respeto y la tolerancia por el otro.

El Movimiento Libertadores, que promueve el poder ciudadano, ha estado recordando que a un político debe aplicarse el conocido criterio de la esposa del César: no solo debe ser honesto, sino también parecerlo. Se sabe en teoría del diseño de mecanismos que, dada la asimetría de información entre un político y los ciudadanos, el primero tiene la carga de la prueba para demostrar su idoneidad ética: así como un consumidor puede dudar de un producto aún sin haberlo probado, un ciudadano puede dudar de un político aún sin tener pruebas.

La eficiencia en la práctica gerencial, basada en esa teoría, implica que el político debe probarle al ciudadano, mediante las “señales costosas” de su desempeño, que no es corrupto para que, solo así, aquel modifique su opinión de partida sobre él.

Por el otro lado de la moneda, en una democracia representativa no se puede poner en duda el carácter, la intención, ni la ética de un ciudadano común sin tener pruebas que sustenten esa duda: solo un tribunal competente puede condenarlo. Se presume inocencia, a menos que se demuestre lo contrario.

Trastocando y revirtiendo ese derecho ciudadano, algunos políticos, partidos y agrupaciones de partidos, como el Frente Amplio y sus defensores, han insistido en exigir a los ciudadanos, condenándolos por ello, que no opinen políticamente en su contra si no tienen pruebas. Usando inversa y perversamente el derecho que en democracia solo pueden tener los ciudadanos comunes, como hemos dicho: el agresor se transforma en víctima, y la víctima es acusada de agresora.

2. Situación especial en Venezuela: la corrupción y el mapa de conflicto.

No es casualidad que ese celo por impedir la opinión ciudadana sobre los políticos sea especialmente notable en Venezuela. Pues aquí padecemos una enfermedad política especial que no azota a una democracia normal: el caza-rentismo. Viene de tiempo atrás, pero se exacerbó con Chávez y Maduro a niveles inimaginables.

Sin salir de esa enfermedad, que tiene remedido (fondo petrolero-minero, tipo Noruega), realmente no hemos podido ejercer cabalmente los derechos democráticos en Venezuela.

Por eso es que el mapa de conflicto principal es entre los corruptos, agentes y usufructuarios de ese sistema caza-renta, y el resto de los venezolanos.

Una de las pocas cosas buenas que ha traído esta crisis que padecemos, sobre todo a partir de la caída de la rente petrolera, es que hemos empezado a identificar a los capos del cartel de mafias caza-renta, y a sus operadores en la política, que nos han dominado por mucho tiempo ya. Tanto en el desgobierno, como en la oposición. Si no aprovechamos esto, estaríamos echando a la basura algo que nos ha costado muchas vidas y muchos derechos económicos, políticos y sociales. Y no solo ahora, como hemos dicho.

Lo que nos ocupa aquí es que algunos políticos opositores pretenden que no aprovechemos eso para seguir teniendo inmunidad impidiendo, y hasta condenando, el derecho legítimo de la crítica ciudadana. Cuando muchos de ellos forman parte del régimen corrupto-corruptor que padecemos los venezolanos. Esa inmunidad pretende esconder la impunidad en que este orden de cosas ha permitido a muchos corruptos de la oposición política, desde hace tiempo, operar en las sombras, sin transparencia, sin rendición de cuentas, sin escrutinio y ni control ciudadano. Como debe ser si se aplican los preceptos de la gerencia en estos casos, según esa misma teoría, que no se aplicado a la política hasta ahora en Venezuela.

Afortunadamente han salido muy oportunamente en esta coyuntura, tanto algunos periodistas profesionales, como medios informativos, y muchos ciudadanos usando las redes sociales, a expresar libremente sus opiniones sobre los temas de la corrupción en la política y la necesidad de control y rendición de cuentas, venciendo una barrera antes infranqueable. Han denunciado abiertamente las corruptelas de políticos, partidos y alianzas partidistas en la oposición. Además de las del desgobierno y sus agentes, nacionales e internacionales. Partiendo tanto de la presunción de culpabilidad, como de los indicios que refuerzan esa “hipótesis nula”, como se hace en metodología científica.

Gracias a esta actividad, que podemos calificar no solo de valiente, sino de heroica, dados los grandes intereses y poderes en contra, la ciudadanía ha tomado más y más conciencia del verdadero mapa de conflicto que enfrentamos, y se ha animado a actuar para derrotar al verdadero enemigo, uniendo fuerzas independientemente de su ideología política. Pero esto se ha encontrado con la oposición férrea de organizaciones como el Frente Amplio y sus seguidores, muchos de ellos con buenas intenciones, pero equivocados sobre la realidad mencionada. Que en aras de la “unidad” pretenden no solo impedir la crítica. Sino atacar a quienes la ejercen. Tanto dignos periodistas, como medios de comunicación y ciudadanos.

3. El ejercicio del periodismo en Venezuela.

El periodismo se debe a la búsqueda de la verdad, cosa que no le gusta a quienes obran en las sombras, como ha sido normal por demasiado tiempo en nuestro país.

Incluso cuando resulte apresurado, parcial, o hasta equivocado, la libertad de expresión construye integridad, en un proceso en que se mejora progresivamente la crítica y se corrigen errores, sobre todo en tiempos en que el ciudadanos puede participar activamente, no solo recibiendo información ya procesada, sino recabando y procesando su propia manera de ver las cosas, como se conoce en la práctica de los procesos de información y conocimiento libres. Es mejor el ruido incómodo de la construcción de conciencia, que el silencio apaciguador de la complicidad y el encubrimiento, sobre todo en una sociedad como la Venezuela del caza-rentismo.

Puede que muchos periodistas, ciudadanos y medios nos no agraden por sus opiniones o sus líneas editoriales. Pero si somos realmente demócratas, y más en Venezuela, debemos estar dispuestos a dar la vida para que sigan teniendo esa libertad.

Independientemente de las preferencias por un periodista, medio u opinador, o por otro, debe respetarse y también admirarse la búsqueda de la verdad que un comunicador social busca, pues aquí se necesita mucha valentía para luchar contracorriente en una sociedad de cómplices para ocultar las corruptelas y el sistema corruptor que captura sistemáticamente la opinión pública a través de sus controles, directos e indirectos, de la actividad comunicacional. Por eso, lo que sí debemos condenar explícitamente, sobre todo en este momento de oportunidad histórica, es la adulación, la propaganda, la complicidad y el silencio en que otros periodistas, medios y opinadores incurren, en una sociedad como la nuestra en que el sistema caza-renta los absorbe, los compra, los captura, o los engaña.

Hoy nos solidarizamos con todos los valientes periodistas, opinadores y medios luchadores por la verdad que han sido atacados, ellos y/o sus familias, sobre todo por campañas directamente orquestadas, por sus posiciones contra la corrupción, sea desde la oposición, o sea desde el desgobierno. Merecen especial mención, entre los periodistas, Nitu Pérez Osuna, Patricia Poleo, Daniel Lara Farías, Alek Boyd, Sebastiana Barráez y Orlando Avendaño, entre otros. Entre los medios, La Patilla, atacada desde todos los flancos, por Diosdado Cabello, por los constantes e intensos bloqueos de Internet. Aporrea, un medio de izquierda que tradicionalmente apoyaba al chavismo, pero que, cuando ha reflejado muchas verdades en el Madurismo y hasta en el chavismo, ha sido bloqueada sin rubor a pesar de la ideología que normalmente refleja. Finalmente aprovechamos para expresar nuestro apoyo decidido a la ciudadanía que, a través de las redes sociales u otros medios, expresan libremente sus opiniones sobre la política y los políticos en Venezuela. Algunos de ellos han sido atacados como “guerreros del teclado”, implicando que no actúan en la práctica, sino desde la comodidad, ataque totalmente inapropiado por lo que hemos dicho.

4. Juan Guaidó, sus seguidores, y una nueva alianza.

Es conocido que el Movimiento Libertadores reconoce y apoya en todo lo que puede a Juan Guaidó como Presidente Encargado. Pero él y sus seguidores, si quieren realmente salir de este sistema que nos oprime, deben permitir el ejercicio democrático de la crítica. Atacar, por lo dicho, a un ciudadano, a un periodista o a un medio porque critique a un político es inadmisible en democracia. Y más en Venezuela.

Tales ataques son un acto de violencia y de abuso de poder, que pretenden imponerse como “corrección política” (political correctness), perpetuando la sociedad de cómplices mencionada como estatus quo de la política venezolana, con la excusa frecuente de que se trata, en este caso, de una estrategia del G2 cubano, partiendo de un mapa de conflicto equivocado (“oposición” vs “(des)gobierno”).

En vez de imponer esa “unidad” a costa de requerir la aceptación acrítica de políticos cohabitadores indeseables, que generan desconfianza y desánimo, Juan Guaidó debe separarse de los corruptos del color que sean, nuestros verdaderos enemigos, y formar una nueva alianza, la del coraje, minimizando así la división y el descontento entre la población. El G2, en conjunto con el cartel de mafias caza-renta que incluye a opositores, sí que ha trabajado para ponernos a pelear a los del coraje, dividiéndonos con estas pugnas entre competidores políticos con el adelanto, a través de encuestas, matrices de opinión, ataques a periodistas, opinadores y medios, de una presunta contienda electoral en que cada candidato derrota a su contendiente.

Necesitamos, pues, esa nueva alianza de la verdadera unidad, un pacto republicano que incluya, además de los políticos honestos de todas las organizaciones e ideologías, a los ciudadanos independientes, los militares en rebelión, y la comunidad internacional. Pero que sean del coraje, no de la cohabitación. Pues cohabitación es el mejor proxi, variable observable, de la corrupción, variable no siempre observable a cabalidad. Solo así nos uniremos y recuperaremos el entusiasmo, acopiando toda la fuerza potencial que tenemos en todos esos campos, para salir exitosamente y sin más demoras, no solo de Maduro, sino del sistema que cobija, incuba y desarrolla a los corruptos de todos los colores. Las elecciones las haremos luego, con la competencia normal y saludable entre candidaturas e ideologías en una verdadera república democrática.

La verdad, muchas veces incómoda, es la que libera, construye consciencia y permite a las sociedades y a sus líderes rectificar. La ciudadanía se construye en la comunicación. La política es palabra libre bajo el imperativo de la ética que asiste a la verdad. Hagámosla triunfar para construir una república verdaderamente democrática.

La primavera venezolana está cerca

Todos somos libertadores