Hablan los migrantes venezolanos: Mi nacionalidad no debe importar para conseguir un empleo o alquiler

Hablan los migrantes venezolanos: Mi nacionalidad no debe importar para conseguir un empleo o alquiler

Guajira
Migrantes venezolanos vulnerables ante trato y discriminaciones en los países donde intentan rehacer sus vidas / Foto de Juan BARRETO / AFP

 

En estos días Fabiola Perezo ha querido pasar desapercibida en las calles de Perú. Dice que trata de no hablar en las camionetas, tampoco quiere escuchar las noticias que narra el locutor en las mañanas. Evita oír que “los venecos roban los celulares” o que son “una pandilla de delincuentes”. Cuando siente que la están mirando “feo”, voltea la cara hacia la ventana del bus. “Hago como que no estoy ahí, que nada es conmigo”.

Por Carmen Victoria Inojosa / Crónica Uno





Esa fue su decisión para intentar que el rechazo que ha sentido no termine por bajarle el ánimo. Hace casi dos años llegó a Arequipa, la segunda ciudad peruana más poblada, con sus dos hijos. Allí se reencontró con su esposo, quien emigró primero, y volvieron a estar los cuatro juntos.

Por miedo salieron de Venezuela, ellos y otros 4,3 millones de venezolanos desde 2015. Fabiola comenzó a notar cada vez más las carencias, pese a que tenía un empleo estable. Se dio cuenta de que lo que pudo darle a su primer hijo —desde alimentación hasta los paseos— con su segunda hija era casi imposible. Los niños tienen 7 y 4 años de edad, respectivamente. “Aunque nunca pasaron hambre ni por enfermedades graves, me daba terror que la situación del país empeorara y que no pudiéramos cumplirles como padres”, cuenta.

En Arequipa encontraron un lugar para ellos. Tienen trabajo formal, educación para los niños, comida y seguridad social.

Ella, quien tiene 30 años de edad, trabaja desde hace más de un año en una clínica en atención al cliente. Hace unos meses le tocó entrenar a una compañera peruana en el trabajo de oficina. Al paso de una semana, Fabiola la notó distante.

“Me dijo que le habían dicho que tomara previsiones porque las venezolanas son peligrosas. Que hablaría con la supervisora para dejar la cartera en un lugar diferente al mío porque yo podía robarla”, cuenta Fabiola, “también me dijo que le advirtieron que no usara el mismo baño que yo porque la mayoría de nosotras las venezolanas estábamos enfermas de sida”.

Fabiola respondió que desconocía que el Sida se contagiara de esa manera, que no tenía que darle explicaciones y que no tenía derecho de juzgarla sin conocerla. A la muchacha la despidieron porque no cumplió con las metas esperadas.

“Al irse me dijo que era una veneca, que toda mi vida me iba a acordar de ella, que me iba arrepentir, que iba a hacer lo que estuviese a su alcance para sacarme de su país”, manifiesta Fabiola. Lloró, sintió miedo, pero también apoyo de sus compañeros de trabajo que también son peruanos.

El Monitoreo de Flujo de Población Venezolana en Perú de septiembre, realizado por la OIM, ONU Y Unicef, revela que de los encuestados en Tumbes, ciudad peruana y frontera con Ecuador, 22,3 % manifestó haberse sentido discriminado durante su viaje. La principal razón de discriminación fue por la nacionalidad (97,1 %).

El 39,3 % de personas entrevistadas en los alrededores del consulado de Chile en Tacna, ciudad peruana y frontera con Chile, señaló también haber sufrido algún incidente de discriminación. Nuevamente, la razón principal fue debido a su nacionalidad.

“Las prácticas de discriminación y rechazo a la población venezolana en los distintos países de la región siguen generando dificultades para la integración”, se lee en el informe.

Desde septiembre, la Superintendencia Nacional de Migraciones anunció un operativo policial nacional de fiscalización y verificación para los extranjeros. El 25 de septiembre el Ministerio del Interior indicó que 890 venezolanos fueron expulsados del país por ingresar al territorio de manera irregular.

 

Respuesta de Venezuela

En medio de los eventos de rechazo y discriminación de algunos peruanos contra los venezolanos, Fabiola dice que quiere volver a su casa en Turmero. En los últimos días en Perú ha habido muestras de xenofobia que han sido difundidas en las redes sociales.

El embajador de Juan Guaidó en Perú, Carlos Scull, dijo el 29 de septiembre estar preocupado por los casos de agresiones y xenofobia contra los venezolanos, por lo que abrió un canal de WhatsApp para canalizar las denuncias de los venezolanos a través del número 922-534-337.

Mientras que Nicolás Maduro pidió este lunes a la Organización de las Naciones Unidas 200 millones de dólares para repatriar en un mes a los venezolanos del Perú. Decía: “Le pongo 10 o 15 aviones de 300 cupos y me los traigo a toditos. El plan Vuelta a la Patria tiene una limitación, que no tenemos suficientes aviones para traernos a la lista de más de 100.000 venezolanos que se han inscrito para regresar”. Agregó que les garantizaría trabajo y estudio.

Ofrece empleo en un país en que los venezolanos sobreviven de los rebusques y el “sobretrabajo”. Estudios en unas universidades públicas que tienen ya una década sin presupuesto para su funcionamiento.

Los ataques xenofóbicos en Perú se extendieron al Congreso. Esther Saavedra, congresista de Fuerza Popular, pedía este lunes al presidente peruano Martín Vizcarra que cerrara las fronteras, que sacara al Ejército para apoyar en el control fronterizo: “Un millón de inmigrantes entre legales e ilegales, entre trabajadores y bandidos delincuentes, tienen que comer, tienen que dormir, vienen a quitar trabajo (…) Venezolanos malos o buenos tienen que salir de Perú”.

Es precisamente lo que no quiere escuchar Fabiola. “Quiero que no me etiqueten de mala manera como la ‘venezolana’. Quiero que no exista diferencia entre peruanos y venezolanos. Quiero que mi nacionalidad no importe para conseguir alquiler o un empleo”.

Son más de 850.000 venezolanos que, según la Acnur, viven en Perú. El deterioro de las condiciones de vida, la inestabilidad política y económica, hace que mes a mes más de 100.000 personas crucen la frontera para huir de la emergencia humanitaria y en búsqueda de protección.

Claudia Vargas, especialista en migraciones y profesora de la Universidad Simón Bolívar, explica que los actos de xenofobia no tienen que ver con una opinión general, sino con una minoría que suele ser ruidosa. “Estamos generalizando las poblaciones, en Perú piensan que todos los venezolanos son delincuentes y en Venezuela que todos los peruanos son xenofóbicos”, dice.

A su juicio, son tan “delincuentes” quienes violen las leyes peruanas como quienes agredan a venezolanos. Vargas recomienda no generalizar estos ataques de xenofobia, aconseja a los venezolanos tener su documentación al día y colaborar con las autoridades. Propone que se establezcan mecanismos de protección entre la sociedad civil y las organizaciones de Derechos Humanos en Venezuela y Perú. Y destaca la importancia de la embajada y los consulados para atender las denuncias de los connacionales.