J. Gerson Revanales: Diplomáticos “tapa amarilla”

J. Gerson Revanales: Diplomáticos “tapa amarilla”

La globalización, la nueva economía y los cambios geopolíticos han hecho que los países se esmeren en tener servicios diplomáticos de primera línea para enfrentar los desafíos que imponen amenazas como son el narcotráfico, terrorismo o el lavado de dinero. Hace dos lustros, escribí en el diario “EL NUEVO PAIS” en mi columna: “El Balcón del Ciudadano” el 08SEP09 “El fin de la carrera diplomática”, en el cual recomendaba al gobierno que ante las amenazas del imperio, del gran capital y de la oligarquía colombiana en sus “conspiraciones” contra la revolución, la mejor arma era su servicio diplomático; su mejor ejército, un servicio exterior de carrera, altamente profesional y la mejor trinchera la cancillería Paradójicamente ante estas amenazas, él Proceso por el contrario, se ocupó de ir destruyendo la carrera diplomática, para convertirla en un cuerpo pretoriano internacional al servicio del régimen; tan fue asi, que el primer proyecto de Ley Orgánica del Servicio Exterior aprobado en segunda discusión durante el chavismo, daba al traste con la carrera diplomática.

Hoy desafortunadamente, por decisión de un egresado de la Escuela de Estudios Internacionales, se ha acabado definitivamente con la carrera diplomática, pero no por una ley como correspondería dentro de un Estado de Derecho; con otra ley, sino por medio de un bodrio de resolución ministerial, la cual crea una nueva clase de diplomáticos, que coloquialmente pudieran llamarse “tapa amarilla”. Con esto no se pretende descalificar en lo personal a los diplomáticos de nuevo cuño; algunos de ellos fueron mis colaboradores en las cuatro direcciones que ocupe durante mi trayectoria en la vieja y desaparecida Cancillería. Es del hecho que el Licenciado Arreaza de un plumazo, de su puño y letra, por intereses políticos, acabo con una de las instituciones nacidas a la par de la democracia, lo cual confirma que uno de los objetivos de este funesto y fatídico proceso, es acabar con la meritocracia en favor del populismo y el clientelismo político; para asi cultivar el eterno agradecimiento hacia el METRO Presidente.

Para conocimiento de las nuevas generaciones, es importante destacar en particular que la carrera diplomática en Venezuela, comenzó a gestarse hace casi un siglo; en 1923, en plena dictadura gomecista, el congreso de los Estados Unidos de Venezuela decretó la primera Ley Orgánica del Servicio Diplomático, la cual en su artículo 14, exigía un certificado de aptitud que demostrara haber aprobado los exámenes prescritos de 10 materias obligatorias, además del francés e inglés. En el año 36, a la muerte del general Gómez; otro general, el general López Contreras promulgo: la Ley Orgánica del Servicio Consular y en 1945, la Ley de Inmunidades y Prerrogativas de los Funcionarios Diplomáticos. Este compendio de leyes sirvió finalmente para crear las bases jurídicas para que en 1962, durante la presidencia de don Rómulo Betancourt, con el Dr. Marcos Falcón Briceño como Canciller se aprobara y promulgara la Ley del Personal del Servicio Exterior el 2 de enero de 1962, la cual permaneció en vigencia por 38 años hasta el año 2000, cuando comenzó a destruirse lo que era una carrera diplomática por un colectivo al servicio del régimen.





La Ley del Personal del Servicio Exterior (1962) orgánicamente en su estructura establecía los principales requerimientos para la profesionalización de la carrera: en su capítulo primero se refería inicialmente al Personal de Carrera; a su clasificación; de cómo era el ingreso; regulaba los ascensos; la rotación y traslados así como la antigüedad y el retiro; hoy con el nuevo Estatuto la jubilación de un Embajador de Carrera es de 7 dólares del imperio

Durante la vigencia de la ley del 62, hasta 1993 se realizaron 19 concursos para el ingreso a la carrera; el primero de ellos en 1965, el cual fue aprobado por cuatro aspirantes llegando todos a ser los primeros Embajadores de Carrera por concurso e ingresaron 217 funcionarios por concurso en el rango de Tercer Secretario, lo cual le daba un alto profesionalismo y solidez al servicio diplomático venezolano, capacitándolo para tutearse con los de Colombia , Brasil México o Argentina, incluso los europeos.

El sueño de ilustres diplomáticos como Falcón Briceño, Tejera Paris, Morales Paúl o de profesores como Luis Cabana, Demetrio Boesner o Carlos Guerón de tener un servicio diplomático de carrera; por cuestiones del destino viene a desaparecer como “Abel ante Caín”, a manos de un egresado de la Escuela de Estudios Internacionales, al firmar este, su sentencia de muerte mediante una resolución furtiva entre gallos de media noche, al pretender igualar a quienes ingresaron por los caminos verdes del compadrazgo político, con quienes ingresaron a la carrera por concurso. Quienes ingresaron por concurso en una primera fase debían acreditar: un título universitario de una universidad reconocida; demostrar su suficiencia de idiomas; presentar el concurso ante un jurado integrado por cinco miembros en representación del Congreso Nacional, la Escuela de EEI; el Colegio de Internacionalista de Venezuela y el MRE y no compuesto solo por Vice Ministros del Despacho. Más aun, los aspirantes bajo la ley del 62, una vez aprobado el concurso, debían esperar dos años para obtener la formal ratificación como funcionarios de carrera. Luego de esta primera fase, debían esperar lapsos de cuatro años para cada ascenso hasta llegar a Ministro Consejero, en total como mínimo 19 años. Finalmente, para aspirar al cargo de embajador requería la aprobación de la Comisión Permanente de Política Exterior del Senado de la Republica. Señor Arreaza, esta es la gran diferencia entre el facilismo de un diplomático a la carrera “tapa amarilla” y un diplomático de carrera por concurso.

El Sr Maduro y el licenciado Arreaza, al no haber abierto en su momento el concurso para el ingreso a la carrera, crearon un cuello de botella en los ascensos, con el malestar comprensible de las víctimas, que ahora quiere reparar con una resolución, la cual además de acabar con la carrera diplomática, crea unos diplomáticos de nuevo cuño, al servicio no de la Republica sino de la revolución. Ante esta situación el Sr Ministro para enmendar su falta no ha tenido mejor idea que parir una resolución mediante la cual, las víctimas, los afectados y damnificados de su omisión, deberán presentar ante un “jurado patronal” una tesina (¿???), con un valor académico totalmente discutible. Lo más insólito es que los aspirantes no ingresaran a la carrera como Terceros Secretarios, sino que a su discreción podrán manifestar en su aplicación el rango que aspiran. Que manguanga Sr Arreaza, asi cualquiera es diplomático de carrera


Gerson Revanales M. es Embajador de Carrera ( Jubilado )