Hora de libertad y democracia, por Armando Martini

Hora de libertad y democracia, por Armando Martini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

Al inicio 2019 muy pocos daban un centavo por el usurpador y sus compinches, pero el tiempo es implacable y llegó casi el final del año. Lo sabemos, somos conscientes, pero cada día nos cuesta más ponerlo en práctica, es el patético y alarmante triunfo del régimen castrista venezolano. Estamos tan agobiados por la miseria, inseguridad, el imparable crecimiento del costo de la vida, que es más el tiempo destinado a cómo resolver la cotidianidad de la pobreza; mientras el usurpador presidente, sin reconocimiento internacional ni legitimidad interna, pero en control del territorio, divaga sobre utopías. En dictadura la fantasía no es un sueño sino una posición.

Por Armando Martini

La historia nos da lecciones, aunque a nuestros estudiantes sólo se les exijan nombres de generales y fechas de batallas. Tras la independencia, guerra feroz e inevitable, la conflagración necesaria de Simón Bolívar; hombres de lucha se sintieron caudillos, dedicaron 70 y tantos años en armar montoneras para reñir entre sí liderazgos artificiosos y muertos comprobados, hasta que un tirano más severo, los linchó, encarceló y/o contrató.





Pero esos jefazos nada hubieran sido sin mujeres y hombres que los seguían, peleaban por ellos, ocupaban campos, caminos de ciudades conquistadas, tanto si habían sido conservadas como si luego eran perdidas. El pueblo protestando, reclamando derechos, en las calles siempre fue la solución final, para venganzas y ambiciones como para conquistas.

Fue el petróleo y la tecnología extranjera quienes nos apaciguaron como país, nos transformaron en ciudadanía trabajadora. Juan Vicente Gómez, tirano, cruel y abusador, repartió concesiones a sus amigos, que sin dilación vendieron a norteamericanos y europeos. Los ricos se enriquecieron más, dedicándose a soñar con luces de París y Nueva York; los de abajo, aprendieron a trabajar, vivir con disciplina, tener oficio, ser especialistas, y asimilaron la fuerza de la unión, los sindicatos.

Y siguieron en las calles, organizados con propósito. No todos los que se plantaron al gomecismo eran burgueses acaudalados, ya existía, surgía con fuerza en aquella Venezuela encadenada y silenciosa una creciente clase media con más preparación, ganas de gritar, reivindicando cambios, exigiendo derechos.

Betancourt, Leoni, Andrés Eloy Blanco y muchos otros no eran aristócratas ni tampoco campesinos. Formaban parte de aquella insipiente clase sándwich que crecía y asentaba, la misma de la cual comenzaban a surgir profesionales y nuevos empresarios.

Mujeres y hombres convertidos en ciudadanos tomaron aquellas calles, jamás las abandonaron. El ánimo y espíritu libertario de la Generación del año 28, 36, estudiantes de la Academia Militar del 58, todos contra el continuismo militar. Mientras ese sentimiento este vigente, el fuego que independizó a 5 naciones no se extinguirá.

Se llama a la calle, sin embrago, grupos y partidos encubiertos se preparan para unas elecciones. La inmensa mayoría apoya la ruta, cese de la usurpación, gobierno de transición, elecciones libres, en ese orden. No obstante, la agenda usurpadora y sus socios complacientes, están en otra cosa. La oposición debe prepararse para participar en elecciones parlamentarias aún en condiciones adversas, manifestó un no tan estulto cooperante. Luce obligatorio superar cálculos partidistas y liderar movimientos sociales de cambio. El colaboracionismo, cobra su apoyo y factores opositores, generan rebuscados análisis para justificar sus intenciones de participar, no entregar espacios y agarrando, aunque sea fallo.

En la tiranía actual, un mundo de tecnología y comunicaciones inmediatas, los desconcierta, no mejora, comete errores; y en vez de captar mentalidades y sueños, los enfrenta porque temen, perciben -aunque no lo terminen de comprender- que todo el dinero del mundo no compra dignidad, coraje, coherencia, que la condición humana no depende de la riqueza en paraísos fiscales, lujos faraónicos, privilegios inciviles, robo descarado del tesoro público, sino en la mente de cada ciudadano, de ese espíritu y convicción: soy lo que quiero, no lo que me imponen.

De otra manera no puede explicarse la rebeldía ante cañones, fusiles y alardes superiores de quienes confunden poder con fuerza bruta, y les da culillo el poderío de la inteligencia, voluntad y conciencia de ser ciudadano con principios éticos, valores morales y buenas costumbres.

Se comprende su aprensión, recelo, nerviosismo, ese dar palos de ciego, pancadas de ahogados, chapoteando en su desconcierto. Los venezolanos se sobreponen a la angustia, consternaciones y se adueñan de las calles. De ellas no los podrán sacar con gritos y amenazas. Sólo regresarán a sus casas cuando tengan democracia y libertad como posesión y garantía.

Venezuela no calla, ni callará, seguirá coherente y valiente, gritando independencia.

@ArmandoMartini