¿Cuál es el idioma más rápido y eficaz de todo mundo?

¿Cuál es el idioma más rápido y eficaz de todo mundo?

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¿Se ha puesto a pensar qué idioma transmite más información? ¿Qué le parece más rápido, el japonés, el finlandés o el español? Ciertas lenguas tienen una velocidad mayor, es decir, un mayor número de sílabas pronunciadas por segundo, como el japonés o el español; por el contrario, el vietnamita o el tailandés son más lentos. Un estudio en el Laboratorio Dinámico del Lenguaje de la Universidad de Lyon, en Francia, ha comparado 17 lenguas del mundo para saber si hay lenguas más “eficaces” que otras, es decir si transmiten más información que otras y los resultados, publicados en Science Advances, han sido sorprendentes.

Por Infobae

De las 17 lenguas estudiadas, el japonés es el idioma más rápido, con una velocidad elevada de palabra, en promedio, ocho sílabas por segundo. Le siguen el español y el vasco. El coreano se sitúa a la mitad y entre los idiomas más lentos está el vietnamita, el tailandés y el chino mandarín, con seis sílabas por segundo.

Se podría concluir a primera vista o mejor dicho, a primer oído, que el japonés, o el español, son dos lenguas más eficaces a la hora de transmitir la información, ya que éstas logran pronunciar en un lapso de tiempo determinado un mayor número de sílabas. Es decir, que podrían contar una historia en un tiempo más corto que otras lenguas como el tailandés cuya velocidad de palabra es más lenta.

En este sentido, un equipo de investigadores del CNRS y de la Universidad Lumière Lyon 2, del Laboratorio Dinámico del Lenguaje , quiso saber si los idiomas aparentemente más rápidos transmitían mayor información que los idiomas más lentos.

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Los resultados fueron publicados en la revista Science Advances y han sido sorprendentes ya que se demostró que en realidad, los idiomas tienen diferentes estrategias para transmitir la misma cantidad de información.

El estudio buscó comparar 17 lenguas a través de 15 textos cortos grabados en los diferentes idiomas por locutores nativos. Entre las lenguas estudiadas muchas son lenguas romances como el español, el francés, o el catalán, pero también se comparó el inglés, el finlandés, el vasco o el turco. Entre las lenguas asiáticas se tomó en cuenta el chino mandarín, el japonés, el coreano, el tailandés y el vietnamita, entre otros. Varias de estas lenguas asiáticas funcionan con un sistema de tonos.

Los textos grabados y comparados estaban relacionados con situaciones de la vida cotidiana y se buscaba comprender cuánto tiempo necesitaba cada lengua para transmitir el mismo tipo de información.

Lo que se descubrió fue que a pesar de la diferencia de velocidad de palabra, las lenguas logran transmitir una cantidad semejante de información, esto es, 39 bits de información por segundo.

Para lograr esto, cada lengua tiene su estrategia, ya sea pronunciar un mayor número de sílabas por segundo, o basándose en un sistema de tonos como es el caso de varias lenguas asiáticas donde una sílaba tiene un significado diferente según el tono en el que se pronuncia. Por decirlo de otro modo, algunas lenguas son más “densas” en sus unidades lingüísticas para compensar la velocidad lenta.

Esta coincidencia de la misma cantidad de información transmitida por las lenguas se cree que se debe a la capacidad cognitiva de nuestro cerebro y de la capacidad del canal auditivo para detectar las señales.

Detalle de las 17 lenguas estudiadas con sus siglas universales: Austroasiático [vietnamita (VIE)], vasco [vasco (EUS)], indoeuropeo [catalán (CAT), alemán (DEU), inglés (ENG), francés (FRA), italiano (ITA), español (SPA), y serbio (SRP)], japonés [japonés (JPN)], coreano [coreano (KOR)], chino-tibetano [chino mandarín (CMN) y chino y cantonés (YUE)], Tai-Kadai [tailandés (THA) ], Turco [turco (TUR)] y urálico [finlandés (FIN) y húngaro (HUN)].

Entrevistada: Yoon Mi Oh, de la Universidad de Ajou, Corea del Sur, (Profesor asistente del Departamento de Lengua y Literatura Francesa), ella participó en esta investigación durante su doctorado en Lyon, Francia, dirigido por el Dr. François Pellegrino, del CNRS.

Publicado originalmente en RFI

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