Los hijos no son de los padres: son de Sánchez y sus Trillizas Cacofónicas, por Federico Jiménez Losantos

“De ninguna manera”, dijo Celaá. A pregunta de Ketty Garat, sobre si no era “judicializar la política” recurrir ante los tribunales el mal llamado “pin parental” en Murcia mientras se inhibe ante el adoctrinamiento racista en Cataluña, la ministra de Educación fue contundente: “Los hijos no son de los padres, de ninguna manera”. En España, el Gobierno no cría niños salvo en las casas de acogida por falta de padres en condiciones de hacerlo, y los cría tan mal que acaban, como en Mallorca y por docenas, en redes de prostitución y drogas o, como en Valencia, padeciendo abusos de sus muy oficiales cuidadores, como el marido de la ultraizquierdista Mónica Oltra. En ambos casos, esa educación por prostitución o venopunción está tan acreditada como ocultada por alguna fiscalía de menores, ahora bajo Lola Delgado, relatora y no denunciante de menoreos fiscales en el extranjero.

Las ideólogas del Ministerio de Igualdad

Una de las trillizas cacofónicas que han debutado como portavozas esta semana, la ministra de Igualdad al modo comunista, o sea, de rabiosa desigualdad, ha encumbrado oficialmente a dos ideólogas, “La Boti” y la Gimeno, de esas charlas extracurriculares contra las que se rebelan tantos padres y madres sensatos, insultados este fin de semana por los opinadores desinformados o descerebrados, que no distinguen entre información sexual y adoctrinamiento de género criminógeno, como que la heterosexualidad es algo que sólo han aceptado históricamente las mujeres por la violencia. Ya que no hay camisas de fuerza para las brillantes pensadoras del Instituto de la Mujer, ¡qué menos que recurrir al derecho de los padres a saber si a su hijo le educan para castrar a su progenitor o castrarse él mismo, y aprobar!

La Boti se jactó en La Tuerka del Vicepresidente -bien ganancial de la ministra- de haber seducido a una alumna de 17 años, y huido con ella a Barcelona, mientras la madre de la menor “la perseguía con la plancha”. ¡Qué graciosa es la Boti! Y la Gimeno es la pastosa versión académica de esa famosa lesbiana vegana, muchos años carnicera, que dice junto a su boti que “el gallo viola a las gallinas”. Vamos, que las gallinas tienen la misma capacidad intelectual y volitiva, el mismo cerebro y sensibilidad que las mujeres, lo que pasa es que aún no se ha sabido traducir del idioma gallináceo el “no es no”. De hecho, no se sabe distinguir del “sí es sí”. Pero si le dan medios a esa Infeliz Pareja lo distinguirán. Y la ministra aplaudirá.





Que los hijos no son de los padres, o sea, de sus familias, además de ferozmente inconstitucional, como todo lo que hace este Gobierno golpista, sólo lo han afirmado los regímenes comunistas, y no en todos los casos, y el régimen nazi, aunque con cautelas. Claro que, como Cautela y Sánchez son antónimos, la híspida cacofónica Celáa dice que “de ninguna manera”. Ábalos, dispuesto a arruinar su pasado prestigio como hombre sensato, ha añadido que el “pin parental” de Murcia es “la antesala del fascismo”. O sea, que a los hijos de Ábalos pueden adoctrinarlos en las horas fuera del programa oficial de asignaturas diciéndoles que todo socialista es criminal, ya que el socialismo real o comunismo ha matado a más de cien millones de personas, y deben alejarse de los padres que compartan esa ideología. Y si se queja Ábalos es porque trata de emular descaradamente a Mussolini.

La victoria del marxismo cultural

Una titiritera progre, valga la redundancia, ha aprovechado unos premios del cine para asociar la lucha contra el pin parental y la lucha antifascista. La pobre no conocerá al sabio que, el siglo pasado, anunció que los comunistas del futuro se llamarían antifascistas. Y lo dijo antes de que Hitler y Stalin firmaran el acuerdo para partir Polonia y repartirse la Europa Oriental, dejando libre al régimen nazi para tomar la Occidental. Dos años pasaron los comunistas de todo el mundo elogiando al régimen “de los trabajadores alemanes” y jaleando sus éxitos contra la plutocracia capitalista franco-británica. Y si Hitler no ataca la URSS, aún seguirían.

Pero lo primero que hicieron las democracias tras derrotar a los nazis fue borrar esos dos años de total complicidad entre los dos totalitarismos. No hay más que ver el documental del angelical Frank Capra, uno de los cinco que se rodaron para la propaganda militar norteamericana en la II Guerra Mundial, elogiando la “lucha por la libertad” del ejército de Stalin. Tampoco entendieron los norteamericanos el carácter comunista de Mao, ni el de Fidel Castro, ni el de Chávez, ni el de Deng Xiaoping, ni el de Putin. Y si los USA, que han defendido militarmente a las democracias liberales durante sesenta años, nunca han entendido la naturaleza del comunismo, ¿cómo lo harán esas protegidas, mimadas y desagradecidas democracias?

Sin embargo, la victoria del marxismo cultural está superando, con mucho, al marxismo político. Y una de sus apisonadoras ideológicas, junto al hembrismo, el animalismo y el ecologismo, es la anulación de la familia como referente de legitimidad en cualquier organización social, tanto en lo que se refiere a valores religiosos y morales como a la diferenciación más elemental de los sexos, que es la biológica. Todo parte, siempre, de negar la propiedad y la libertad para defenderla a las personas y las familias. Hay que deslegitimar todo lo individual, por egoísta, y lo familiar, por antiguo. Se dice que hay “otras formas de familia”, como si nunca hubiera habido adopciones ni fórmulas de filiación y herencia harto variadas.

La crisis irreversible del movimiento LGTBIetc

Hay gente tan obtusa, al estilo de la Boti y la Bea, que niega hasta la diferencia biológica entre los sexos, afirmando dogmáticamente que el sexo sólo es una construcción ideológica, heteropatriarcal y artificial, que ha impedido a las mujeres su auténtica realización. Y defienden la paradoja de que los hombres son malos de nacimiento pero que no hay mujeres, ya que esa media humanidad a la que le gustan los hombres está alienada por unos déspotas que son mera basura biológica, desechable a voluntad.

Este es el punto de ruptura del tinglado LGTBIetc. Si no hay mujer biológica, ¿qué se protege? ¿Si no hay hombre biológico sino ideología de género, ¿qué se manda a la cárcel? Si no son comportamientos, individuales sino diferencias sexuales, ¿cómo la Ley de Violencia de Género puede condenar a un sexo por actuar contra otro, que es ficción? ¿Cómo van a permitir que adopten los homosexuales masculinos, si son hombres? Por eso están en contra de la reproducción asistida, a la que equiparan a la prostitución, pero no a la masculina, que para ellas no existe.

La radicalización feminazi ha destruido, por dogmática, el carácter de liberación de costumbres del feminismo. Hoy es la burocracia de unas fanáticas que pastan en el dinero público para vivir del cuento y del odio. Les da lo mismo que sea racial, estético, sexual, cultural o social: el caso es dividir la sociedad e imperar sobre ella. La fórmula comunista tradicional.

Unirse en defensa de la libertad de los padres

PP, Vox y C´s tienen la oportunidad de formar un frente contra este fanatismo que niega los derechos humanos más elementales y pretende entregar a los niños a unos adoctrinadores que, en muchos casos, deberían ser adoctrinados en los psiquiátricos. Las sandeces liberticidas y disparates negacionistas de cualquier cosa, desde la biología hasta la Historia y las instituciones básicas de la sociedad occidental, especialmente la familia, son la caricatura ridícula de un proyecto muy serio: destruir las bases de una sociedad de libertad, igualdad, legalidad y responsabilidad. Buscan convertir a los individuos en parte de un todo, negando el todo que cada individuo tiene dentro.

Mezclar la religión en esta lucha por las libertades, entre ellas la de conciencia, exige salir de la propaganda izquierdista y afirmarse en lo más sagrado del modelo de sociedad que se quiere: el liberal, en el que deciden las personas y las familias, o el dictatorial, en el que deciden los políticos y el individuo se somete al Estado. Nunca debió aprobarse el adoctrinamiento sexista, como hicieron con la ideología LGTBI el PP y C´s, pero ahora que se ve el fin último de ese adoctrinamiento, que es destruir la célula básica de la sociedad, que es la familia, es hora de rectificar. Y Vox, si es capaz de prescindir de una visión sólo religiosa y no también y sobre todo civil, no debería hacer el juego a los que quieren enfrentar a la Cruz y a la Hoz, seguros de que ganará el martillo, que otros llaman televisión. Si no son capaces de aparcar sus naderías partidistas y defender la libertad de las familias, empezando por la propiedad de sus hijos, no merecen que los vote nadie: ni las gallinas de las veganas, ni las zumbadas del ministerio de Igual dá. Habrán ganado las trillizas cacofónicas, ese esperpento intelectual que esta semana representaron la Mariceláa, la Marimontero y la Marisú.


Publicado originalmente en Libertad Digital el 19 de enero de 2020