Los líderes mundiales acuerdan dar una solución política y no militar al conflicto de Libia

Los líderes mundiales acuerdan dar una solución política y no militar al conflicto de Libia

La canciller, Angela Merkel, asoma la cabeza entre Emmanuel Macron y António Guterres – AFP

 

Los líderes mundiales reunidos este domingo en la Conferencia sobre Libia en Berlín han alcanzado un acuerdo para dar al conflicto una solución política, y no militar, lo que pasaría por ratificar el alto el fuego declarado desde el pasado 12 de enero y por hacer respetar el embargo de armas supuestamente en vigor. De acuerdo con los primeros detalles que se están conociendo del comunicado final, habrían pactado además que los bandos, más la ONU, nombrarán representantes para una comisión que estudie solución política que empezará a trabajar en febrero.

Por Rosalía Sánchez / ABC

La cumbre tiene como objetivo apuntalar la precaria paz en este país y atajar las intervenciones extranjeras que amenazan con una escalada de la guerra, pero lo que pide el jefe del Gobierno libio de unión nacional (GNA), reconocido por la ONU, Fayez Al Sarraj, es exactamente lo contrario.

En su primera intervención ante la asamblea, Al Sarraj ha pedido el despliegue de una «fuerza internacional de protección» en Libia, alegando que «si Jalifa Haftar no pone fin a su ofensiva, la comunidad internacional tendrá que intervenir con una fuerza internacional de protección de la población civil libia, no porque tengamos que estar protegidos como Gobierno, sino por la protección de la población civil libia, que ha sido bombardeada durante nueve meses y que puede emprender un nuevo éxodo de migración». Una misión armada de este tipo tendría que estar «bajo los auspicios de la ONU», ha añadido ante unos organizadores que lo que buscan es consolidar un alto el fuego y elaborar las bases de un proceso de paz.

La cumbre patrocinada por Naciones Unidas, que reúne a once dirigentes de países implicados en el conflicto, como Rusia y Turquía, y a varias organizaciones internacionales, pretende evitar que la guerra civil transforme ese territorio en una «segunda Siria» poniendo fin a la múltiple interferencia extranjera en el país y abrir una vía a la paz.

La interminable violencia en Libia se alimenta de apetitos en torno a sus grandes reservas de petróleo, rivalidades políticas regionales y juegos de influencia. Los dos protagonistas principales de la crisis en Libia, Fayez al Sarraj -jefe del Gobierno de Unidad Nacional (GNA), reconocido por la ONU- y Jalifa Haftar -el cabecilla militar del Este del país- están presentes en Berlín, pero no se sentarán a la misma mesa. El primero es apoyado por Turquía, mientras que el segundo es apoyado por Rusia.

Se espera de estos países al menos un compromiso de respetar el embargo a la entrega de armas, decretado en 2011 pero que en gran medida constituye papel mojado. El borrador del documento final de la cumbre exige además un cese «total» y duradero de las hostilidades.

«Consideramos la cumbre de Berlín como una etapa importante para consolidar el alto el fuego y avanzar hacia una solución política» en Libia, ha dicho el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. «La conferencia puede ser el primer paso hacia la paz en Libia», ha afirmado por su parte el ministro de Exteriores alemán, Heiko Maas.

El enviado de la ONU para Libia, Ghassan Salamé, ha subrayado que Libia «necesita» que la interferencia extranjera que alimenta el conflicto se «detenga», en velada referencia a la reciente llegada de soldados turcos a territorio libio, la presunta presencia de mercenarios rusos y la afluencia continua de armas entregadas por varios estados, que contribuyen a que el conflicto se intensifique.

«Este es un conflicto regional creciente, que se parece cada vez más a Siria», ha prevenido desde Washington un alto funcionario del Departamento de Estado, «esta es la razón por la cual toda la comunidad internacional se está movilizando».

Temor a un nuevo flujo de inmigrantes

Europa, representada en Berlín por Josep Borrell, también teme un nuevo flujo de inmigrantes, un temor que Turquía utiliza para justificar su intervención. Francia está además bajo sospecha de apoyar a Haftar en lugar del GNA, creando una brecha en la postura común europea y devaluando su potencial diplomático. Es necesario «ver las cosas como son, ver el equilibrio del poder tal como es, con Haftar, quien controla con sus aliados aproximadamente el 80% del territorio», explica una fuente diplomática francesa.

Por su parte, la ONU subraya su confianza en que durante esta conferencia se pueda «consolidar el alto el fuego» obtenido por Rusia y Turquía y que entró en vigor desde el 12 de enero. Hasta ahora, la tregua ha sido más o menos respetada por las fuerzas del mariscal Haftar y las del GNA a las puertas de la capital. Después de controlar el este y una gran parte del sur de Libia, el mariscal Haftar se propuso conquistar el centro de poder en Trípoli, contando con una victoria relámpago.

Pero desde principios de abril se ha enfrentado a una feroz resistencia. Las fuerzas pro-Haftar han bloqueado las principales terminales petroleras del este de Libia el sábado, arrojando así un balde de agua helada sobre la cumbre de Berlín, que podría carecer de fuerza contra los hechos consumados.

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