Luis Alberto Buttó: De universitarios y sentencias

Luis Alberto Buttó: De universitarios y sentencias

 

Lo ocurrido con la sentencia 0324 emanada del Tribunal Supremo de Justicia, cuya decisión fundamental fijaba plazo perentorio para la realización de elecciones rectorales en la Universidad Central de Venezuela, so pena de declarar vacantes dichos cargos, fue dejada sin efecto por otra sentencia del mismo órgano judicial, en esta caso la número 0047, arroja importantes lecciones que asimilar e interrogantes por dilucidar a lo interno de las universidades autónomas nacionales. Dicho en otras palabras, continúa en plena efervescencia el debate en torno a la política desplegada desde el gobierno nacional hacia las universidades no sometidas completamente a su directa esfera de control (recuérdese el caso de universidades a las cuales les han impuesto autoridades), los asuntos relacionados con la escogencia de autoridades en dichas universidades y el papel que los universitarios deben jugar frente a estos procesos. Siendo como es característica fundamental de las universidades autónomas el ejercicio del libre pensamiento y la práctica de la discusión de ideas, el momento actual, como ningún otro, demanda que así se proceda.





En cuanto a las lecciones derivadas, dos de ellas sería pertinente traer a colación. La primera vinculada con la fuerza y capacidad de activación de los universitarios, la cual, en muchas oportunidades, es subvalorada, incluso, por propios universitarios. Cuando se hizo pública la sentencia 0324 desde sectores, gremios e individualidades del mundo universitario, entre los cuales me cuento sin ninguna falsa modestia al respecto, se dijo que lo procedente era subirle el costo político al gobierno de tomar las acciones concretas desprendidas de la sentencia en cuestión. Con una mezcla de desvalorización y sorna se nos preguntó “¿con qué se come eso del costo político?”. En cierta medida, era repetir la actitud arrogante y en nada democrática condensada en aquella expresión pronunciada por un otrora ideólogo y operador del “chavismo” cuando infelizmente se refirió a la sociedad civil y preguntó lo mismo. La resistencia del sector democrático de la población venezolana a lo largo de dos décadas ha dejado en claro la manera de digerir lo de sociedad civil. La reacción pronta y oportunamente combativa de los sectores sanamente politizados del mundo universitario frente a la sentencia 0324 le dio a entender al gobierno lo costoso en términos políticos de la aplicación inmediata de las derivaciones desprendidas de dicha sentencia. Sin esa actitud de lucha, la historia corta del asunto sería otra a partir del 27 de febrero pasado. Imagino que queda claro cómo se “come” lo del costo político.

La otra lección tiene que ver con la raigal equivocación de creer y vocear constantemente aquello de que con declaraciones y pronunciamientos nada se resuelve; es decir, desmeritar la palabra acusándola de que en sí misma no constituye acción alguna. De nuevo, nada más alejado de la verdad. La palabra es una acción per se y, sin duda alguna, es una de las acciones más poderosas con las cuales cuenta el ser humano. No en balde, si algo define a los poderes despóticos es su afán permanente por minimizar, perseguir, cercenar, impedir la palabra. Si en su momento los universitarios conscientes del peligro desatado con el contenido de la sentencia 0324 no hubiésemos alzado nuestra voz y en cada espacio disponible no hubiésemos ventilado públicamente los argumentos necesarios para rebatir su contenido, de ninguna manera se hubiese podido crear la suficiente masa crítica para que el país comprendiera los graves alcances de ejecutarla y en ese sentido ofreciera su respaldo a una lucha que, por demás, era justa desde el principio y lo seguirá siendo hasta tanto las universidades logren superar el cerco malévolo y asfixiante que se les ha impuesto por años desde las instancias decisivas del gobierno nacional. De no haber hablado, aunque sólo eso se hiciese, no se habrían pronunciado en apoyo al clamor universitario instituciones como, por ejemplo, la Asamblea Nacional. La palabra es fuerza; jamás hay que despreciarla.

La espada de Damocles sigue blandiéndose. La lucha por la universidad libre sigue en pie

@luisbutto3