Armando Martini: Más allá de memes, ingenio y chistes

Armando Martini: Más allá de memes, ingenio y chistes

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

 

Sin duda, el aislamiento social, ya prácticamente mundial ha generado una convulsa y apabullante mezcla de emociones, aprensiones y sobresaltos, sobre la economía, salud, comportamiento público, privado, actitudes dentro del hogar, y un largo etcétera. El coronavirus no distingue, trata a todos por igual, sin importar raza, cultura, religión, ocupación, clase social, situación financiera, nivel de educación y costumbres. Son tiempos turbulentos, ciertamente, pero también de prudencia prevención y mucha solidaridad, son escudos necesarios para enfrentar la emergencia epidémica, mal que nos agobia y toca a la puerta.

Se conocen informaciones sobre cantidades abismales de recursos financieros que ya están en proceso de inyectar los gobiernos -al menos los serios y poderosos- para estabilizar, recuperar sus afectadas economías, mediante un trámite del cual populistas y comunistas hablan mucho, pero ejecutan poco; auxiliar a personas y empresas de todos los tamaños para que, a su vez, ayuden por esfuerzo propio, interés, conveniencia y talento, a relanzar maltrechas economías. Es fundamental, ayudarnos entre nosotros, especialmente, a los más necesitados; al menos en lo esencial, agua, comida y medicina.

Las administraciones europeas y la estadounidense destinan dineros del Estado para socorrer a los ciudadanos, no a los gobiernos, inteligente y correcto; el Estado es consecuencia de los ciudadanos, no al revés. Existen porque hay ciudadanos que lo conciben, sostienen y utilizan para su beneficio. Allí comienza la tragedia de las tiranías. Su ilegitimidad puede ser de origen, el clásico golpe militar que impone mandatos por dominación y fuerza de las armas, o de ejecución, el régimen que, con civiles cómplices y militares guardaespaldas, aplica formas de vida independiente de opiniones y pareceres

Como ocurre en Venezuela, empeorando desde hace ya 20 años. Acumulación de tracalerías, fornicación del tesoro público, promesas falsas, errores, abusos que son ya abominables. Todo lleva a la vergüenza de una vida, al cinismo estatal, y al dolor.

Sufrimiento de familias arruinadas por las torpezas de la opresión, o el doloroso desgarro porque algunos de sus miembros han tenido que huir despavoridos a otras tierras en busca de oportunidades y socorrer a los que permanecen. Dolencia por abandono, dejadez de un régimen que se aprovecha, no ayuda, habla mucho mientras no hace nada, por enfermedades y enfermos que la historia nos decía ya jamás podríamos tener y encontramos junto a nosotros cada día más sin recursos ni del Estado para remediarlos.

Malestar por los que mueren sin ayuda, olvidados, que podrían haber sido curados, pero no hay forma de hacerlo y no sólo por la actual epidemia que nos recluye, sino a tantos fallecidos por enfermedades que antes de la actual tiranía no sólo se curaban sin mayores problemas, sino que ni siquiera existían en Venezuela.

Dolor, que tratamos de ocultar, disimular entre chistes, mensajes de texto, “memes”, peliculitas, frases ingeniosas, y así esquivar desvelos e incertidumbre, pero no son más que envolturas de preocupación y tristeza sentidas por los que mueren y enferman imposibilitados de medicar para aliviarlos y curar, por el miedo que sentimos por nosotros mismos.

Nos vamos a remediar, el virus tiene su forma de actuar y trayectoria; podremos salir de nuevo a las calles rotas, trabajos en constante peligro de desaparecer, sueldos y salarios que no alcanzan para nada, a la diaria frustración de sentir que hasta la esperanza se nos escapa.

Regresaremos al recuerdo del país próspero que ya no tenemos, a la nación que nos enseñaron a querer y no encontramos, porque la patria no es un montón de frases hechas, uniformes planchados y banderas desplegadas, sino un sentimiento, un compromiso, una convicción. Y ésos son los que tosen, estornudan, se asfixian en un ambiente contaminado de corrupción, incompetencia y descaro.

El coronavirus COVID 19 es peligroso, letal e invisible. Para derrotarlo con éxito, conseguir la victoria, levantarnos, comenzar y emprender de nuevo, debemos recuperar procederes dejados de lado y hasta olvidados: paciencia, entereza, amor, solidaridad, humanidad, comprensión.

@ArmandoMartini

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