“Me puse dos monos, tres batas y me encomendé a Dios cuando me dijeron que iba al área 51”

“Me puse dos monos, tres batas y me encomendé a Dios cuando me dijeron que iba al área 51”

Enfermera narra cómo se preparó para entrar al área de aislamiento del hospital Domingo Luciani, ubicado en El Llanito, centro administrado por el IVSS. Aunque sentía temor porque le tocaba atender a pacientes con COVID-19, la sorpresa más grande fue cuando se encontró con un espacio hospitalario mal acondicionado para atender la emergencia.

Por Mabel Sarmiento / cronica.uno





Caracas. “Me avisan que voy a ir al área 51 y me invadió el pánico. Había leído de todo sobre el COVID-19, pero enfrentar la realidad era otra cosa. Me forré, me puse dos monos, tres batas, tapabocas y entré súper aterrada a la sala donde había tres pacientes con el virus”.

Tres pacientes. Dos eran médicos que estaban en Los Roques y el otro un niño de siete años con los síntomas, pero sin el resultado de la prueba, contó la trabajadora a la que se le reserva su identidad personal.

Ella tomó la guardia de la sala 51, la del aislamiento, en horas de la noche. La acompañó otra de sus colegas.

Así se enfrentaron a lo desconocido. Abrieron la puerta y encontraron una sala donde está un lavabo que hace las veces de aseo para los trabajadores y lugar para lavar el coleto, un cuarto pequeño donde ponen la basura e inmediatamente después se ven tres camas y al fondo una habitación donde está el niño, a quien cuida su abuela porque la mamá está en Colombia.

En ese mismo espacio se encuentra otra área donde preparan los medicamentos, pero está cerrada, y otra donde están dos camas con monitores y un carro de paro.

Contó que entraron varias veces a la sala, «gastamos material me puse dos batas, como tres monos, 10 tapabocas más el N95. Si se gasta material, no me importaba y me persigné”.

En la madrugada la paciente que es doctora notificó que tenía dificultad respiratoria. La enfermera lo reportó. “Le dije al pediatra que la abuela tenía mucho contacto con el niño y tos, él notifica a la doctora de Medicina”.

A la trabajadora, más que el susto por atender casos de COVID-19, le hizo ruido la falta de humanidad en la cadena de atención. “Son personas aisladas, no las visita nadie y encima de eso no les das el trato adecuado”.

El área 51, que tiene nombre de película de misterio, no está del todo acondicionada. No hay mesas para que los pacientes pongan sus pertenencias. La cama de la doctora no tenía sábana.

Esa área necesita depósitos para la basura y mobiliario para los trabajadores. “Hay una silla rota y un banquillo usado, no hay un escritorio».

Luego de 12 horas interminables. La enfermera salió del área directo al baño. Se duchó durante largos minutos, acción que repitió cuando llegó a su casa. “Espero no estar contaminada”.

Esta enfermera tuvo sus primeras 12 horas de experiencias al frente del COVID-19. Tenía terror 10 minutos antes de entrar al área 51 del hospital Domingo Luiciani en El Llanito, hospital administrado por el Seguro Social. Cuando salió su angustia se multiplicó. La crisis del sistema hospitalario está más viva que nunca y la pandemia lo que hace es mostrar las pocas costuras que estaban ocultas.

Personal de aseo también mostró preocupación por la falta de agua. Los baños estaban sucios y los pacientes hacían sus necesidades una sobre otras. Cuando llegaba el servicio por tubería, igual los enfermos se bañaban con tobitos.