La verdad sobre Jerjes I, el “degenerado” rey persa que clavó en una lanza al espartano Leónidas

La verdad sobre Jerjes I, el “degenerado” rey persa que clavó en una lanza al espartano Leónidas

Jerjes
Leónidas y Jerjes I en una escena de la película «300» / ABC

 

Jerjes I es representado por la tradición griega como uno de esos reyes asiáticos degenerados, excesivos, esclavistas y dados al lujo extremo que demostraban que la democracia ateniense era el mejor sistema político posible. Una suerte de titán loco capaz incluso de castigar a las fuerzas naturales que se interponían en sus planes. El historiador griego Herodoto narra que el rey persa ordenó dar 300 latigazos a las aguas del estrecho de Helesponto porque le impedían cruzar a su ejército y a él. «Agua amarga, este castigo te da el Señor porque te has atrevido contra él, sin haber antes recibido de su parte la menor injuria. Entiéndelo bien, y brama por ello; que el rey Jerjes, quieras o no quieras, pasará ahora sobre ti. Con razón veo que nadie te hace sacrificios, pues eres un río pérfido y salado», exclamó el persa según las crónicas helenas.

Por: ABC





Pero más allá de la figura literaria del rey degenerado que acaba pagando cara su arrogancia, ¿cuánto sabemos de ese monarca obsesionado con conquistar la Grecia continental? En sus 21 años de reinado Jerjes trató de continuar con los planes expansionistas de su padre Darío, así como su enemistad con Atenas, Esparta y las otras polis griegas que no aceptaban su hegemonía en Asia Menor. A pesar de no ser el primogénito, su padre le designó a él para que heredara la corona por delante de su medio hermano Artabazanes. En su lecho de muerte Darío I le pidió, según la leyenda, que vengara la derrota sufrida en la batalla de Maratón, durante la Primera Guerra Médica (490 a. C.), y la intromisión ateniense en la Revuelta jónica en Asia Menor.

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A Jerjes no le costó mucho prepararse para la guerra. La expansión y la conquista estaban en el ADN persa. Los persas se habían levantado contra la todopoderosa Babilonia, allá por el siglo VI a. C., con su rey Ciro II al frente. Con más astucia que recursos, los persas plantaron cara a sus sojuzgadores y de su victoria nació un imperio aún mayor del soñado por los babilonios. Los reyes que sucedieron a Ciro: Cambises, Darío y Jerjes, consiguieron engrandecer su imperio desde Asia Menor hasta la India. No en vano, en su afán expansivo se toparon con una piedra en el camino, la Grecia continental que, escudada por el mar Mediterráneo y una infantería superlativa, lograron rechazar las invasiones persas.

Antes de la campaña griega, en el 486 a.C., Jerjes (designado en la Biblia como «Asuero») debió enfrentarse a las habituales revueltas que seguían a la muerte de aquellos dueños de imperios tan heterogéneos. Asumió el poder luego de una guerra civil con Bardiya, esto es, un miembro de otra rama de la dinastía aqueménida.

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