Igual que en España prima la presunción de inocencia para los etarras, los golpistas catalanes, para Jordi Pujol o para el PSOE y sus ERE en Andalucía, pero no para el Rey Juan Carlos, en Colombia la Corte Suprema que ha ordenado el arresto domiciliario de Uribe es la misma que ordenó la puesta en libertad de Jesús Santrich. Santrich es el guerrillero de las FARC que negoció la «paz» en La Habana con el Gobierno de Santos. El que obtuvo un escaño en el actual Congreso sin necesidad de que le votase nadie. El que siguió practicando el narcotráfico después del acuerdo de paz de La Habana, rechazado por la mayoría del pueblo colombiano en plebiscito. El que fue detenido el 17 de mayo de 2019 y liberado el 29 de ese mes por orden de la Corte Suprema -que ahora detiene al senador Uribe- aduciendo que Santrich gozaba del fuero de congresista a pesar de no haberse posesionado como miembro de la Cámara, por lo que los funcionarios que lo detuvieron no estarían facultados para hacerlo. Tres meses después, el huido asesino Santrich anunciaba en un video que retomaba las armas contra el Estado colombiano.
Este caso, en una sala de la Corte Suprema constituida en tiempos de Juan Manuel Santos, el presidente de la izquierda caviar que impuso la paz de la impunidad para las guerrillas, deja gravemente herido al presidente Duque. El líder de su partido está detenido y su partido dividido. Y lo que es más relevante, hace un par de años el causante de este desastre, el premio Nobel de la Paz Juan Manuel Santos, declaró que él ya no volvería a hablar de política. Desde hace quince días no hace otra cosa. Hasta hace entrevistas hagiográficas en «El País» a un asesino como «Timochenko». A ver si éste no vuelve a la selva a asesinar colombianos como lo hizo el negociador de la paz en La Habana, Santrich.
Este artículo se publicó originalmente en ABC (España) el 7 de agosto de 2020