Luis Barragán: Lo que va quedando de universidad y el parlamento

Luis Barragán: Lo que va quedando de universidad y el parlamento

Luis Barragán @LuisBarraganJ

Los estudiosos de las efectivamente realizadas, añadiendo a las inminentes, coincidirán en dos particulares características del caso venezolano. Sin lugar a dudas, condicionan y agravan el colapso de nuestras universidades que, por cierto, pasaron de domiciliar naturalmente a la palabra (y toda palabra), al más triste enmudecimiento.

Una característica, suficientemente discutida por distintos medios, apunta al concurso de los factores colaboracionistas y cohabitadores en el propio seno de la oposición. Y, la otra, a la novedosa posibilidad de contar con un legítimo órgano del Poder Púbico para concertar iniciativas y planteamientos, dándole al esfuerzo opositor un dispositivo convincentemente reglado, como quizá jamás lo pudieron alcanzar los partidos y la sociedad civil organizada en los países que estuvieron en trance de superar sendos y variados regímenes de fuerza.

En la Venezuela lumpemproletarizada, con instituciones y sectores sociales en constante demolición, la universidad no sólo constituye un referente ético y del saber, sino que es un movimiento o fuerza social de extraordinarias potencialidades. Nada casual, cuenta con una estructuración y niveles de organización superiores de compararla con el promedio de los partidos en crisis.





Luego, lo hemos planteado persistentemente desde finales de 2018, a cámara plena, el parlamento no ha asumido adecuadamente el problema universitario y, en lugar de concebir un proceso creciente de articulación, aportándole los instrumentos requeridos para que la universidad se defienda – incluso –por sí misma, ha obviado sus dramas, no ha generado las respuestas necesarias y, en última instancia, ha apostado a la súbita y contundente movilización que coincida con el llamado de una dirigencia política que no entiende todavía las dimensiones de su tragedia. Caricaturizándola, ha pasado de fuerza social a una mera fuerza de choque de acuerdo al enfoque mesiánico que tampoco comprende cabalmente la naturaleza más íntima del régimen actual.

Detener la acelerada desintegración de las comunidades universitarias, luce como una prioridad, en la tarea común de superar al régimen, siendo importante la vocería activa de todas las casas de estudios apaleadas por tan prolongadas circunstancias. . Y, de nuevo, la palabra la tiene el parlamento que no es, precisamente, la agencia de festejos, como muchos lo vieron al instalarse en enero de 2016.