José Ignacio Moreno León: De la Boetie y la desobedencia civil. Lucha por la democracia en Bielorrusia

José Ignacio Moreno León: De la Boetie y la desobedencia civil. Lucha por la democracia en Bielorrusia

Los tiranos sólo perviven si cuentan con la docilidad servil de un puñado de aduladores, los cuales se rodean de su propio ejército de pusilánimes hasta congregar miles o millones en una servidumbre voluntaria. Así se expresa Esteban de la Boetie en su obra Discurso sobre la servidumbre voluntaria. Este joven escritor y magistrado francés, fallecido en 1563, escribió su única obra como un breve ensayo en el que, reflexionando sobre la naturaleza de los tiranos y el autoritarismo analiza, con agudo espíritu crítico, el comportamiento de los seres humanos frente al poder.

Para de la Boetie la primera causa del sometimiento a la tiranía es la costumbre que hace que el pueblo se habitúe a la esclavitud y acabe por no hallarla amarga. La segunda causa promotora de la servidumbre es el tema a lo desconocido, por lo que, según señala en su escrito, los tiranos para someter a los pueblos suelen rodear de misterio sus personas y promoverse con un aura de invencibles o sobrenaturales. Y la tercera causa es la cobardía o el miedo que promueven los tiranos para conculcar la libertad, en un régimen miedocratico que tiende a convertir a las personas en súbditos blandos y embrutecidos con sublimes amenazas y persecuciones, pero también con dádivas y ofertas populistas, muchas de ellas no cumplidas.

Para de la Boetie el amor a la libertad es la fuerza poderosa para vencer el miedo y derrocar a los tiranos; según él la idea de la libertad es un bien que corresponde al hombre por el derecho natural, y, sin la libertad la vida no merece ser vivida. Por ello el autor señala que para vencer un tirano no hace falta combatirlo, no se requiere alzarse en armas contra él, basta con ignorarlo, con la no obediencia, con una valiente no sumisión, porque a los tiranos cuando más se les obedece y más se les da más se fortalecen y más exigen. Es el pueblo mismo quien se esclaviza pues pudiendo escoger entre el derecho natural de su libertad y la servidumbre, se somete al yugo de la tiranía.





Las reflexiones de la Boetie sobre la tiranía, la opresión y el valor de la libertad han sido validadas históricamente y se han hecho más actuales con acontecimientos como el colapso de regímenes marxistas de Europa del Este, cuando esos pueblos liderados por Polonia se deslastraron del miedo a la tiranía comunista y, mediante la resistencia pacífica y el clamor por la libertad lograron, sin un disparo, derrumbar la ignominiosa cortina de hierro, provocando la implosión de la llamada Unión Soviética. Lo que demuestra que, aún con las más poderosas armas, las tiranías y miedocracias descubren sus pies de barro cuando los pueblos se desprenden del miedo y la sumisión y reclaman con valentía su derecho natural a la libertad y la democracia.

Los señalamientos de de la Boetie adquieren gran actualidad con la crisis política que en los últimos meses se ha desarrollado en Bielorrusia, pequeña nación que estuvo entre los cuatro miembros fundadores de la Unión Soviética y a la cual perteneció hasta la disolución de la URSS en 1991. Bielorrusia tiene un área geográfica de 207.600 km2 – un poco menos de la del Estado Bolivar- y una población cercana a los 9.5 millones de habitantes. Este país tiene muy particulares vinculaciones con Rusia, su gigante vecino, del cual depende en cerca del 80% de sus necesidades energéticas; además por el territorio bielorruso cruza el oleoducto ruso Druzhba que transporta un millón de barriles de crudo a países de Europa como Alemania y Polonia.

La rebeldía popular y desobediencia civil que por más de 5 semanas se ha mantenido en Bielorrusia en protesta por las intenciones continuismos de Aleksandr Lukashenko, el autócrata que desde 1994 se ha mantenido, mediante recurrentes fraudes electorales, al frente del gobierno de ese país es una viviente demostración de la valiente lucha de un pueblo por la conquista de su libertad y la democracia. Las actuales manifestaciones de protesta han sido motivadas por el fraude electoral denunciado a raíz de las elecciones presidenciales realizadas el pasado 9 de agosto y en las que Lukashenko – que controla todos los medios y disolvió el Parlamento y el Tribunal Constitucional y ha reprimido con mucha violencia las protestas y todos los movimientos opositores- insiste en haber ganado esas elecciones en un proceso denunciado como abiertamente fraudulento y desconocido por la Unión Europea.

A pesar de que Lukashenko fue auto investido Presidente para un sexto mandato, el pasado 23 de este mes, en una ceremonia no anunciada, las protestas se mantienen denunciando el fraude electoral y reclamando la convocatoria de nuevas elecciones libres y con plenas garantías, criterio que mantiene igualmente la Unión Europe. Cabe destacar que el liderazgo de las masivas manifestaciones que se han mantenido frente al fraude electoral ha estado protagonizado por mujeres, entre las cuales destacan la premio Nobel de Literatura Svetlana Alexiévich y las tres jóvenes activistas Verónika Zepkalo, Maria Kolesnikova y Svetlana Tijanóvskaya, esta última quien asumió la candidatura opositora, cuando la Comisión Electoral, controlada por el gobierno excluyó dos meses antes de las elecciones, a Viktor Barbariko -expresidente en el país de la empresa rusa Gazprom-candidato que lideraba las preferencias de los electores.

Los bielorrusos han vivido en dictadura por 26 años, desde que se inició el régimen dictatorial de Lukashenko, pero el descarado fraude electoral de agosto, promovido por el dictador para mantenerse en el poder, se ha sumado a los anteriores fraudes provocando la masiva reacción de protesta que, impulsada desde su exilio en Lituania por Svetlana Tijanovskaya, la candidata ganadora, está generando, con el apoyo internacional, las condiciones para un cambio constitucional y la realización de un proceso libre y transparente de elecciones presidenciales y parlamentarias, con lo que este país, al igual que lo acontecido en 2018 en Armenia -otra ex República sovietica- podrá conquistar la institucionalidad democracia sin la interferencia de Rusia. Como con frecuencia lo ha evidenciado la historia, se habrá de cumplir así la lapidaria sentencia que incluye de la Boetie en su obra cuando señala que “Ninguna tiranía puede subsistir sin la cooperación de los tiranizados”.