“Pensaba, qué le habían hecho al pobre animal”: El relato de la mujer que fue atacada por un tiburón en Argentina

Alejandra Oliden en la misma playa de Mar del Sur donde fue atacada por un tiburón toro en enero de 2005 Fuente: Archivo – Crédito: Alejandra Oliden

 

Cuando el pie izquierdo de María Alejandra Oliden de Rojas quedó atrapado dentro de la boca del tiburón toro que comprimió sus quijadas como si fuera una cerradura de precisión, ella pensó que la situación no era real.

Por Facundo Di Genova | La Nación





El shock del ataque hizo que esta psicóloga de 9 de Julio, que vacacionaba todos los años en Mar del Sur, mirara la situación desde otro plano, como si el extraordinario suceso de estar siendo atacada en la orilla del mar por un enorme escualo con triple fila de dientes, casi dos metros de largo y 180 kilos de peso le estuviera pasando a otra persona.

Pero el pie atrapado en la boca del tiburón era el de ella, aquel domingo 16 de enero de 2005 a las 9.50 de la mañana en la playa Puerto Sur, en la localidad balnearia conocida catastralmente como Boulevard Atlántico por su famoso hotel en ruinas.

Cuando Alejandra finalmente pudo zafar de las quijadas del tiburón Carcharias taurus o Escalandrún, que tiene una fuerza de mordida (KgF) superior a la del tiburón blanco, su pie izquierdo había quedado fileteado, sus huesos al descubierto y la sangre comenzó a cambiar el color del mar. El agua se puso negra.

El segundo ataque de tiburón registrado en la historia argentina

“Venía caminando por la orilla de la playa en dirección al sur. Tenía los diarios del domingo bajo el brazo y a lo lejos veo que una lancha que se había embarcado vuelve a la costa y deja un enorme tiburón en la orilla del mar“, recuerda Alejandra Oliden a LA NACIÓN: “Era tan grande y largo que no entraba en una habitación chica”.

Me acerco a ver al tiburón. Estaba a menos de medio metro. Tenía un disparo en la cabeza y la boca muy lastimada por el anzuelo. No se movía. Cuando viene una ola, mis pies quedan tapados por el agua y el tiburón también”.

“En este momento, el golpe de la ola es como que despabila al tiburón, que estaba vivo; da un giro veloz, abre su boca, muerde mi pie y lo presiona con una fuerza inimaginada. Sentí como si hubiera pisado una trampa para osos: después supe que tenía tres filas de dientes arriba y tres filas abajo, dientes triangulares, anchos y filosos que cierran con precisión milimétrica”.

“Me daba mucha rabia lo que le habían hecho al pobre animal”, dice, y relata que los pescadores, luego de atrapar con un anzuelo a este ejemplar de las profundidades atlánticas, mar adentro, a unos 200 metros de la costa, le dieron un disparo en la cabeza, como es costumbre con los ejemplares más grandes, y lo arrastraron hasta la playa.

Los pescadores abandonaron al tiburón toro en la orilla, creyéndolo muerto, y volvieron a embarcarse mar adentro.

Pero el Carcharias taurus estaba vivo.

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