Los “pimpineros” de Cúcuta se niegan a desaparecer, pese a que la gasolina venezolana ya no llega

Los “pimpineros” de Cúcuta se niegan a desaparecer, pese a que la gasolina venezolana ya no llega

Unas 1.000 personas aún ejercen el oficio de pimpineros en Cúcuta y su área metropolitana, Tibú y Ragonvalia. Imagen cortesía La Opinión.

 

Carlos Andrés y su mamá Juanita* venden gasolina en pimpinas en El Punto, un lugar en el suroccidente de Cúcuta, oficio en el que llevan más de ocho años trabajando para ganarse la vida al no tener otro trabajo ni formal o informal.

Por La Opinión 





Él, un joven que aspira a graduarse en el Sena como tecnólogo para buscar un mejor empleo, obtenía buenas ganancias con la venta de combustible venezolano, que le traían proveedores, “cuando la gente aún compraba pimpinas que salían más baratas que llenar en las bombas (estaciones)”.

Sin embargo, el negocio empezó a desmejorar porque los intermediarios querían la mayor ganancia y dejaban menor margen para quienes “teníamos que partirnos el lomo todo el día al sol y al agua”, confiesa Juanita, agregando que este es un trabajo que hacen dos con una sola ganancia.

Llegó el momento en el que la gasolina empezó a escasear en el estado Táchira, producto de la crisis económica y social en el vecino país, afectando directamente a los cientos de personas que en Cúcuta y el área metropolitana se lucraban de ese oficio.

Ante el alto precio y la escasez de la gasolina de contrabando los compradores ‘migraron’ a las estaciones de combustible donde podían comprar el producto a precio subsidiado, quedando reducido el negocio a la venta de galones y “las pimpinas grandes, las tres tetas, que los cucuteños preferían para llenar los carros, se fueron arrumando”, dijo un curtido pimpinero que la difícil situación sacó  de circulación.

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