No todos los presos políticos están en las cárceles, por Armando Martini

No todos los presos políticos están en las cárceles, por Armando Martini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

Lo que en democracia es un derecho, en regímenes dictatoriales es motivo de prisión. Ciudadanos, grafiteros, dirigentes estudiantiles, campesinos, gremiales, de partidos políticos pueden terminar detenidos de manera arbitraria, por ejercer derechos fundamentales consagrados en constituciones y tratados internacionales. Víctimas de persecución política por un sistema
usualmente dictatorial, que reprime por el simple hecho de convocar una manifestación pacífica, publicar un artículo crítico, ejercer el derecho de reunión, asociación o fundar un organismo que la jefatura hostigue.

Más de 300 presos políticos, reos de conciencia, mujeres, hombres, civiles, militares, viejos, jóvenes, que el régimen opresor, cruel, desalmado e inhumano mantiene en las cárceles infectas y malos tratos. Que, para guardar apariencias y disimulos a la justicia internacional, hacen limpieza, los envían a prisiones atiborradas donde ordenan, con eficiencia a veces asesina, dueños y señores llamados pranes.

Alegan, que no hay presos políticos, sino delincuentes comunes. Sin darse cuenta los carceleros que en toda prisión hay dos factores interdependientes, el preso y el que lo apresa y vigila. No logra comprender el castro-madurismo fracasado, quien pone preso a otro se encadena él mismo, especialmente cuando lo apresa y retiene no porque haya quebrantando alguna ley, sino porque le tiene culillo a las cosas que expresa. Los presos políticos son clara señal de que la dictadura no tiene razón, y encarcela al régimen en su propia incultura, bestialidad y filosofía de injusticia, de mando por la fuerza.





Con un agravante que empeora, no mandan porque los que quieren ser mandados sigan siendo mayoría, ya no aguantan ese mandato y anhelan libertad. El único problema es que nadie se pone de acuerdo ni en mandar bien ni en cómo ser mejor mandados.

En la concentración de poderes sin independencia, el ciudadano está expuesto al arbitrio abusivo de la autoridad, acusados con delitos fabricados. Lo habitual es el cargo de actividades terroristas o contrarias a la seguridad nacional. Las cifras de los reos de conciencia varían, mientras algunos son liberados, otros ingresan a prisión, pero se mantienen los patrones comunes en las detenciones y modalidades del proceso, o más bien, la falta de uno justo.

Son graves las violaciones de los encarcelados, en casos, obligándolos a incriminarse, confesar delitos que no han cometido y, bajo amenazas de golpiza o torturas, incriminar a otras personas. Los lugares de reclusión son instalaciones de los servicios de inteligencia y cárceles, ya sea militares o comunes. Detenciones arbitrarias, sin órdenes judiciales, ni situación de flagrancia; uso de tipos penales ambiguos e interpretación discrecional; procesamiento de civiles ante tribunales militares; y desconocimiento de órdenes de liberación, en condiciones inhumanas en lugares ilegales de recesión, falta de acceso a la salud, higiene, agua, alimentos o luz solar, además de incomunicación y suspensión de visitas.

Es la tragedia de los encarcelamientos, aunque el guardián disfrute ordenando, todos están en la misma cárcel, y que, aunque algunos estén hacinados y otros menos apretujados, el ambiente y relación es el mismo. Si el régimen pensara y tuviera menos miedo, entendería la libertad que tendrían y el alivio que sentirían si no fuesen carceleros.

Liberar a los presos políticos refrescaría a los celadores, traería al desprestigiado castrismo venezolano, un respiro de legitimidad y a la oposición la necesidad de concentrarse en argumentos y no en pretextos. Después de todo, fueron los mártires quienes fortalecieron a la Iglesia en tiempos de la ferocidad romana, y no al revés. La Iglesia cosechó frutos y se hizo grande, el Imperio Romano desapareció.

Padecemos tendencia a la bagatela trivial, insignificante, baladí. El rigor, la constancia, tenacidad y firmeza, nos son extraños, sin ellos muy poco es viable y duradero. Éramos un maravilloso prospecto democrático, desgraciadamente sin corteza conductual, ética y moral coherente. Este mal parto, no ha podido ser más perjudicial y nocivo, de lo que ha sido. Un pranato con el qué algunos impacientes pretenden negociar, en el cual conviven asesinos y víctimas, honestos y ladrones, saqueadores y saqueados.

Las cárceles no son sólo físicas. Décadas de discriminación contra quienes se atreven a protestar, el uso arbitrario del derecho penal y restricciones a la libertad de expresión afectan no sólo a las personas privadas injustamente de su libertad física, sino también a las que sienten están en una prisión mental.

En el castrismo y sus modalidades siempre se tiene un pie en la cárcel y uno en la calle.

@ArmandoMartini