Cuáles son las claves de la economía comunal

Cuáles son las claves de la economía comunal

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La situación económica y social de las últimas décadas ha propiciado la aparición de nuevos modelos económicos que han surgido como alternativas a los tradicionales. Su finalidad no es otra más que buscar soluciones a las realidades y problemas que muchas familias e individuos encuentran en sus respectivos países, aunque no todas las propuestas lo logran con el mismo tino.

Uno de los modelos que más fuerza ha ido cobrando en los últimos años, sobre todo en países como Venezuela, es el de economía comunal o comunitaria. Un planteamiento diferente al habitual que se apoya sobre todo en el pueblo y su labor y que, poco a poco, está demostrando ser una buena alternativa a seguir bajo determinadas condiciones.





Pero, ¿qué es exactamente la economía comunal?

También conocida como economía basada en la comunidad, como explican desde Economipedia, la economía comunal es un modelo que se centra en fomentar la sustitución local de las energías económicas, los motores y cualquier tipo de coerción externa. Su popularidad ha crecido muchísimo en los últimos años debido a las enormes subidas del barril de petróleo, como también por muchas ciudades que están queriendo volver a la economía de escala local.

El concepto se ve reflejado sobre todo en las ecoaldeas modernas, que se autoabastecen a sí mismas a través del cultivo y la producción propia y local. La economía urbana en determinados países está dándole cada vez más relevancia, sobre todo por lo importante que son para este tipo de economía la ética y la economía local, que se traducen en la total y absoluta aplicación del comercio justo y la justicia social.

También cabe mencionar que este tipo de economía requiere una enorme labor de trabajo voluntario, de hecho, se puede decir que este es un engranaje esencial para su funcionamiento. Gracias a la economía comunal, la población puede adquirir una mayor concienciación ambiental, que llega al punto de cambiar por completo las relaciones tanto económicas como de producción, sea en el sector de la alimentación, el de la movilidad o cualquier otro.

¿Es un planteamiento perfecto? Por supuesto que no, al igual que prácticamente cualquier modelo económico. La realidad ha demostrado que seguir un modelo único a escala internacional siempre está destinado al fracaso. No obstante, sí que puede ser ideal para determinados territorios más proclives a la labor social, a zonas en las que sea más factible abogar por la producción propia y se tengan los recursos adecuados para ello.

Diferencias frente a la economía liberal y la comunal

El modelo de economía liberal es el imperante en gran parte del mundo. Por eso, enfrentarlo a la economía comunal o comunitaria es una buena forma de entender al 100% lo que plantea esta última. El primer punto en el que difieren es en su propio concepto ya que, mientras que la economía comunal entiende la producción como el recorrido entre producción, distribución y consumo, vinculándolo a la vida como tal, tanto del ser humano como de la naturaleza, la economía liberal deshumaniza la producción por completo.

Por otra parte, en la economía comunal la relación fundamental entre elementos es de vida, de carácter social entre personas, entre productores que están en armonía con la naturaleza. Por una parte, se habla de la relación trabajo-trabajo; por otra, de la relación entre fuerzas productivas y naturaleza de forma armónica. En comparación con la economía liberal, la propuesta central de esta es la explotación del trabajo establecida por el capital, sin estudiar diferentes fases ni tipos de explotación que rompan con esa relación.

Los sujetos individuales se erigen más como objetos funcionales para la obtención de ganancias en el sistema liberal, haciendo que las economías independientes sigan las guías que establecen los equilibrios macroeconómicos de forma que el capital tenga libre movimiento entre espacios “de estabilidad”, sin riesgo para los objetivos lucrativos de la centralización de la riqueza mundial. La propuesta comunal difiere completamente, haciendo que los sujetos intervengan en la producción, sí, pero también en la distribución y el consumo de bienes y servicios.

En general, hay un toque orgánico y colaborativo en la economía comunal que se erige como la absoluta antítesis de la economía liberal. Por eso, transicionar de un modelo a otro resulta harto complicado. Son dos polos tan opuestos que no existe una forma rápida de pasar de uno a otro, en caso de darse una transición, debe ser escalada, suave y a largo plazo. De lo contrario, todo se puede desequilibrar por completo y colapsar.

Alternativas económicas que, como decíamos antes, nacen de nuevos intereses y necesidades, de nuevas formas de enfocar los procesos de producción y de consumo. Algunos pueblos y países están experimentando con la economía comunal, de hecho, incluso capitales como Barcelona, en España, están haciendo pruebas bastante limitadas, pero también con resultados bastante interesantes.