La FOTO: El abrazo de dos policías tras la detención de Hugo “El Pollo” Carvajal: “Lo tenemos, lo tenemos”

La FOTO: El abrazo de dos policías tras la detención de Hugo “El Pollo” Carvajal: “Lo tenemos, lo tenemos”

Una palabra basta para derrumbar a un hombre. Si esa palabra se repite habitación tras habitación y los vozarrones resuenan por toda la casa puede anticipar el fracaso. Y el fracaso para los cazadores que llevan dos años persiguiendo una sombra es que Hugo ‘el Pollo’ Carvajal los haya burlado de nuevo. En los minutos que median entre la incertidumbre y el éxito cabe un mundo. «¡Nada, nada, nada, nada…¡». Los agentes de Antidisturbios, pertrechados con sus dotaciones que asustan a los que tienen miedo de los buenos, gritan. Sus compañeros esperan. Los minutos se estiran hasta dar cabida a que se forme una bola negra en el estómago. Unos están dentro del piso de la calle Torrelaguna. Los otros, en el umbral, a la espera de la presa.

Por Cruz Morcillo / abc.es





Piensan en una habitación del pánico, en una puerta que comunique con otro piso, en una ventana que no han visto, cualquier agujero impenetrable a la planificación. Hay ocho miembros del Grupo de Fugitivos y junto a ellos el equipo completo de la DEA, cazadores nacionales y cazadores norteamericanos. Una piña en el umbral y en la inteligencia. Unos hombres que se la juegan. Una vez más.

«¡Nada, nada, nada…¡» Saben que es un piso grande, antiguo, con puerta de servicio, con muchas habitaciones y en cada estancia que entran los UIP y está vacía se van dejando jirones de vida, horas de trabajo y de análisis, de cruce de datos, de expectativas y fracasos. Todos esperan lo mismo. Los agentes americanos ni siquiera han probado bocado en todo el día. Para ellos es más que un desafío.

«No hay caza como la caza del hombre y aquellos que han cazado a hombres armados el tiempo suficiente y les ha gustado, nunca se preocupan por nada más a partir de entonces». Alguno recuerda la frase de Hemingway. No se mueven, no hablan, no respiran. Tiene que estar dentro. Está dentro. Pero no.

«¡Al suelo, al suelo, policía, está detenido!» La flecha ha apuntado cientos de veces en la dirección correcta. Hoy también. ‘El Pollo’ con un chándal sin glamour, despelijado, adusto, cuchillo en mano, se ha escondido en la última habitación de la casa. La madriguera, la única posible ya. Los ha olido, los ha intuido. Él era el jefe de Inteligencia. Nadie dijo que burlar al cazador era empresa fácil. Y no la sido. «Lo tenemos, lo tenemos». Y ahora sí, es misión cumplida. Los grilletes son el salvoconducto al éxito, efímero, pero triunfo al fin y al cabo.

Deshacen antes el nudo del estómago que el abrazo. Porque el abrazo del cazador de hombres es auténtico. Ellos que tantas veces caminan solos se saben uno. El instrumento de la Justicia. La mano que agarra la presa y solo la suelta para entregársela a la toga. O a Estados Unidos. Ellos han hecho lo que saben hacer. Ahora sí les sobran las palabras y los minutos.

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