María Inés Morán: Ángela Merkel, un liderazgo basado en resultados

María Inés Morán @coachmimoran

Para hablar de liderazgo y de mujeres líderes, sin duda alguna, Ángela Merkel es una referencia obligatoria.

Hablamos de una mujer excepcional en la política mundial contemporánea que logró dar un nuevo rostro a Alemania desde el año 2005, cuando se convirtió en líder de la República Federal Alemana, una nación de 80 millones de habitantes.

La revista Forbes la señala como la mujer más poderosa del planeta, no en vano ha estado presente en nueve ocasiones consecutivas en el ranking de las mujeres más poderosas. Y es que Merkel no solo se ha mantenido al frente de la RFA durante 16 años, sino que además es, sin duda, una de las mandatarias más relevantes de toda Europa.





Y aunque su ciclo como canciller alemana, tal como ella misma lo ha decidido, culmina este año, no olvidemos que en julio asumirá un nuevo rol, como presidenta del Consejo de la Unión Europea, es decir, se cierra un ciclo para escalar y asumir nuevos retos.

Son logros que se ha anotado gracias a sus principales virtudes como líder, por su pragmatismo, prudencia y compromiso, pero lo que llama más la atención, es que entre estas características no destaca el carisma. Y es que como ella misma lo reconoce, es una mujer de resultados, no de carisma, “no se pueden solucionar las tareas con carisma”.

Este pragmatismo que rige su vida, filosofía y toma de decisiones viene de su formación como científica, se doctoró en Física en la Universidad de Leipzig y se desempeñó como investigadora en el Instituto Central de Química Física de la Academia de Ciencias, ubicado en Berlín Este. Una formación que la ha hecho racional y comprometida con los resultados.

Quienes la conocen, llegan a describirla como alguien brillante, analítica, paciente y una gran oyente, y a quien considero un libro lleno de lecciones para todo aquel que decida estudiarla.

Es realista y genera confianza. Por su formación científica ha sabido entender y explicar el alcance y gravedad del COVID-19, esta claridad, más su lenguaje claro y directo, le ha hecho ganar la confianza y la solidaridad de los ciudadanos.

Para sensibilizar a la población sobre la magnitud de la pandemia derivada por el COVID-19, la comparó con el mayor desafío que habría enfrentado Alemania, luego de la Segunda Guerra Mundial. Dijo:

“Desde la reunificación de Alemania, o mejor dicho, desde la Segunda Guerra Mundial, nuestro país no ha afrontado un desafío que dependa tanto de nuestra solidaridad colectiva”.

Es una mujer de temple y gran visión. Uno de sus más grandes desafíos en política exterior, y quedó registrado en el anecdotario de esta gran mujer; es la templanza que demostró durante su primera visita al líder ruso Vladimir Putin, quien conociendo de la fobia de Merkel a los perros, hizo que su mascota estuviera presente en la reunión bilateral que mantenían en el Kremlin. Merkel nunca se mostró nerviosa ni se inmutó. Y con el tiempo, a pesar de las demostraciones de ego y poder del ruso, ha logrado importantes acuerdos económicos para asegurar el abastecimiento de gas a la Unión Europea y Alemania.

La serenidad la acompaña siempre. Aunque es una mujer contundente, que no le teme a sus decisiones, no es explosiva ni reaccionaria.

Y esto lo demostró ante el mundo, mientras sus políticas migratorias eran criticadas duramente por un Donald Trump, esta guardó prudente silencio y fue paciente, nunca se centró en esas críticas, ni les dio importancia, su foco fue mantener una buena y fructífera relación entre ambas naciones.

Ha sabido adaptarse a los tiempos difíciles. Sus decisiones en el manejo de la crisis de refugiados y personas que llegaban de manera ilegal a las costas europeas, huyendo de los conflictos en Siria y Afganistán, entre otros, las han sometido a duras críticas por parte de la comunidad europea.

Unos exigían el cierre de la frontera, otros abogaban por la apertura controlada, ante ello, Merkel logró acallar esas duras voces y dio trato digno a quienes lo habían perdido todo y buscaban escapar de la muerte o la persecución. Gracias a ella, Alemania fue el país que más recibió refugiados en el momento más álgido de la crisis.

Una pionera. Ángela Merkel quedará registrada en los anales de la historia como la primera mujer en gobernar Alemania, y la primera alemana del Este en ser canciller de ese país.

Ha sido elegida como canciller cuatro veces consecutivas y también la primera jefa de un gobierno extranjero en el Parlamento de Israel en 2008, cuando dio un discurso en el que rindió tributo a las víctimas del nazismo. Fue la primera vez que se habló alemán en ese espacio.

Estoy segura de que Ángela Merkel nos seguirá dando lecciones de liderazgo, y de quien seguiremos escuchando sobre sus logros y contundentes decisiones, pero en mi análisis debo confesar que quizá a Merkel, un toque de carisma no le vendría mal.

Si nos ubicamos en el ámbito de los negocios que nos ocupa, qué maravilla sería encontrar a un líder con las características de Merkel, comprometido con los resultados y muy objetivo, pero además con carisma.

Y es allí donde está la clave, en el balance perfecto que debe existir entre carisma y resultados; es lo que yo llamo las características ideales de un líder para cualquier empresa. ¿Cuántos vendedores, e incluso gerentes de nuestras empresas se caracterizan por ser audaces, tener gran carisma, pero no se enfocan en los resultados?

Así que si hoy te precias de ser un líder carismático y audaz, por favor, no hagas a un lado los resultados.