Gobierno de libertades democráticas para cómplices estultos, régimen dictatorial delincuencial para otros, sistema violador de los Derechos Humanos, denunciado ante la Corte Penal Internacional por crímenes de Lesa Humanidad, propone realizar un simulacro de elecciones, más que un ensayo es una forma de propaganda para engañar a incautos de que todo marcha bien. Algo parecido a aquella pendejada de “vamos bien”.
Volvemos a ser un país libre, democrático, con equilibrio de poderes en ejercicio de sus derechos y características, como si el chavismo no se hubiera dispuesto a gusto y placer, o el castrismo en acelerada decadencia no estuviera vigilándonos a ver qué más puede sacar. Los iraníes imploran a Alá para llevarse el oro, minerales y de paso, amargarles la vida a los estadounidenses. Los rusos tienen en el castro-madurismo su pica en el Flandes gringo, como si el país fuera de bodegones, lugares en dólares y no la extensa miseria, villanía del hambre, angustia, desesperación y pandemia permanente.
Plantea el Consejo Nacional Electoral, elegido en base a parches lúgubres, en contubernio de vagabundos, pícaros, con cara dura, medida cautelar y supuestos contrarios, se ensayen unas elecciones que sólo dará brochazos de legitimidad al ilegítimo absolutismo, y unas migajas que no ofrecen nada nuevo excepto su desnudez de talento e incuria del sentido de Estado y grandeza.
Convoca al mejor estilo, donde todo es simulacro excepto la frustración ciudadana. La democracia e ilegitimidad, ensayo de cambio drástico por parte de una oposición que imita pero ni de lejos iguala a los fundadores de la democracia, muertos, enterrados y olvidados. Tanteo de un gobierno que desea hacer creer la democracia y eficiencia está en prometer pero nunca ejecutar y lo que ha recibido -o de lo cual se ha adueñado indebidamente-, lo único realizado ha sido pintarlo de rojo mal gusto, con banderas para el olvido de mayor o menor empeño dependiendo de cuánto dinero puedan sacarle. Sondeo de manejo de un país al cual hace tiempo convirtieron en un simulacro.
Así como pretendemos vivir entre tormentos, congojas, pesadillas y remesas, confiamos sobrevivir devaluaciones, economía y producción manejadas con desparpajo del cuánto me toca a mí e incompetencia para lo que no sea negocio propio. Así como cada noche nos acostamos con el sueño de la esperanza, despertando cada mañana con la certeza de que todavía no. Algunos tontos útiles pretenderán que estamos en la ruta democrática, conquista de espacios y que unas elecciones ordenadas, fraudulentas, no para conocer el arrojo mayoritario del ciudadano sino para hacer creer que esa voluntad se reconoce y respeta.
Así como los pocos que logran dólares, aprovechan para creer que no estamos en el país que nos han dejado y las grandes mayorías sólo idealizan la llegada de los envíos aliviadores o en irse a países que suponen mejores, con este simulacro electoral pretenderán que el país avanza.
Son los ciegos del barranco.
@ArmandoMartini