El “Partygate” y la posibilidad de que Boris Johnson se despida de su cargo como primer ministro

 

Cinco parlamentarios conservadores pidieron públicamente su renuncia, mientras se revelan más detalles de las fiestas oficiales que saltaron las restricciones por COVID





El gobierno de Boris Johnson no ha negado las publicaciones que confirman que se celebraron dos fiestas en Downing Street la noche anterior al funeral restringido por COVID del Príncipe Felipe, en un momento donde se prohibió la reunión de personas en interiores debido a la pandemia.

Por Infobae

Las últimas revelaciones vuelcan más fuego a la crisis del “partygate” que amenaza el futuro político del primer ministro, ahora con otras fiestas donde se alega que el personal gubernamental bebió alcohol hasta la madrugada en dos eventos de despedida en abril del año pasado.

Los empleados de la sede gubernamental de Downing Street montaron dos celebraciones, el 16 de abril, cuando la sociedad debía soportar duras restricciones sanitarias, y al mismo tiempo que la Reina se veía obligada a sentarse sola en el funeral de su esposo en la Capilla de San Jorge en Windsor.

Esta situación no hace mas que condicionar los días Johnson en el poder. Esta mañana, Andrew Bridgen, un parlamentario conservador y destacado partidario del Brexit ha presentado una carta de censura al primer ministro y ha condenado un “vacío moral en el corazón del Gobierno”.

De esta manera, se convierte en el quinto parlamentario conservador en pedir públicamente que el primer ministro renuncie esta semana después de Douglas Ross, Roger Gale, William Wragg y Caroline Nokes.

Desde la vereda opositora, el líder liberal demócrata, Ed Davey, repitió su llamado a la renuncia de Boris Johnson a raíz de las últimas acusaciones.

“La Reina sentada sola, de luto por la pérdida de su esposo, fue la imagen definitoria del encierro”, publicó en Twitter. “No porque ella sea la Reina, sino porque era solo otra persona, llorando sola como muchos otros. Mientras ella lloraba, Número 10 estaba de fiesta. Johnson debe irse”.

Si bien, esta vez, Johnson no estuvo en el jardín con el resto de invitados, ya que estaba en la residencia oficial de descanso, en Chequers, las celebraciones se realizan en la sede de gobierno, bajo su mandato y su jurisdicción, saltándose las restricciones que su propio gabinete había impuesto al resto de los ciudadanos.

La diputada laborista Angela Rayner, por su parte, dijo que “no tenía palabras para la cultura y los comportamientos en el Número 10?, y agregó: “La responsabilidad termina con el primer ministro”.

Con la carta de censura de Bridgen, un parlamentario que jugó fuerte para respaldar la llegada de Johnson al poder, los espacios comienzan a estrecharse para su continuidad. El parlamentario, incluso, le reclamó retirarse dentro de los próximos tres meses.

Ya son cinco parlamentarios que hicieron público su pedido. Si más del 15 por ciento de los parlamentarios del partido (54 conservadores) envían cartas a Graham Brady, el presidente del comité de parlamentarios conservadores, tiene que haber una votación sobre la continuidad del primer ministro.

De acuerdo a los que revela, el británico The Telegraph, hasta 30 cartas de desconfianza en el Boris Johnson ya han sido enviadas por los conservadores consternados por el caos en Downing Street. Si estos cálculos se comprueban, el líder inglés esta en serios problemas.

Según surge de su carta, Bridgen advierte sobre “el vacío moral en el corazón de nuestro Gobierno” a raíz de las revelaciones del “partido”, y agregó: “Lamentablemente, la posición del Primer Ministro “se ha vuelto insostenible”.

El escándalo aumenta en la medida que se revelan mas detalles. “Los “invitados” derramaron vino sobre las alfombras, bailaron hasta altas horas de la madrugada”, describe The Times.

 

“El liderazgo no se trata solo del título del trabajo, o incluso de tomar decisiones importantes; se trata igualmente de tener una brújula moral, de saber no solo lo correcto de lo izquierdo, sino también lo correcto de lo incorrecto”.

Bridgen, como otros parlamentarios, están anticipando el pedido de renuncia. “Siempre estarán agradecidos por lo que Boris ha logrado y su legado debe cimentarse con una salida digna de la política que le permita conservar un lugar en el afecto de una nación agradecida”, explican.

Mientras, el escándalo aumenta en la medida que se revelan mas detalles. “Los “invitados” derramaron vino sobre las alfombras, bailaron hasta altas horas de la madrugada”, describe The Times. Además el relato de una visita a un supermercado del centro de Londres a llenar una maleta con alcohol con motivo de la partida de James Slack, el ex funcionario de comunicaciones más importante del primer ministro y uno de los los fotógrafos del primer ministro, parece confirmar que estos movimientos y celebraciones tenían una logística y una costumbre dentro Downing Street.

Puede que el dolor de cabeza para el gobierno haya recién comenzado. Todo dependerá de la investigación interna sobre las fiestas prohibidas que esta en manos de la vicesecretaria permanente de la Oficina del Gabinete de Johnson, Sue Gray, incluida la celebración en la que Johnson ha admitido su presencia.

En tanto, voceros oficiales han instado al país a centrar su atención en otros temas. En declaraciones a periodistas, Liz Truss, secretaría de Relaciones Exteriores dijo: “El primer ministro se disculpó el miércoles. Fue muy claro en que se han cometido errores”.

“Creo que debemos analizar la posición general en la que estamos como país: el hecho de que él haya entregado el Brexit, que nos estamos recuperando de COVID: tenemos una de las economías de más rápido crecimiento ahora en el G7 y estamos entregando el programa de refuerzo”, sostuvo la funcionaria.

¿Cuál será la estrategia de Johnson?

El primer ministro quiere mostrar iniciativa. Está listo para sacudir Downing Street mediante la selección de funcionarios y asesores políticos que lo respalden para seguir su mandato, según el Financial Times.

Según las especulaciones, los cambios se centrarán en el secretario privado principal, Martin Reynolds, quien invitó a más de 100 personas a una fiesta en Downing Street para “traer su propia bebida”, y en el jefe de gabinete, Dan Rosenfield.

Además de revisar los “manejos” en la sede gubernamental, el periódico adelanta que Johnson también quiere poner fin a las medidas de restricciones sanitarios “Plan B”, al menos dentro de Inglaterra.

Las medidas actuales incluyen orientación para trabajar desde casa, máscaras obligatorias en algunos entornos y pasaportes COVID para eventos masivos, limitaciones que expiran el próximo 26 de enero.

No obstante, otros parlamentarios conservadores esperan que el primer ministro sobreviva hasta las elecciones locales del 5 de mayo. Esta será una gran encuesta para ver si Johnson se ha convertido en un lastre para los votos del partido.

Un aliado dijo que Johnson ahora no tiene lugar para errores y le dijo al diario económico británico: “Todo tiene que salir bien para que él sobreviva a esto, sin más errores. Boris se da cuenta de que ha perdido otra de sus nueve vidas y esto es un roce con la muerte política”.