Stephen Westaby, el cirujano que ha salvado miles de vidas gracias a que un daño cerebral le cambió la personalidad

Stephen Westaby, el cirujano que ha salvado miles de vidas gracias a que un daño cerebral le cambió la personalidad

Stephen Westaby publicó sus memorias en dos libros: “Vidas frágiles: las historias de vida y muerte de un cirujano cardíaco en la mesa de operaciones” (2017) y “El filo de la navaja: el corazón y la mente de un cirujano cardíaco” (2019).

 

 

 





Stephen Westaby ha operado más de 12.000 corazones y estima que salvó al 97% de sus pacientes.

Por BBC Mundo

Eso, ya de por sí, es impresionante.

Pero Westaby, actualmente con 73 años, es además un pionero innovador, reconocido internacionalmente por haber ayudado a desarrollar y refinar el uso de bombas cardíacas, corazones artificiales y tecnología de apoyo circulatorio para impulsar la sangre por todo el cuerpo.

Sin embargo, relata, su carrera profesional habría sido muy distinta de no ser por un golpe que recibió cuando tenía 18 años.

Aunque siempre tuvo clara su vocación. Westaby supo a qué quería dedicar su vida cuando un programa de televisión lo cautivó a los 7 años de edad.

Tras ver una máquina cardiopulmonar en acción en la entonces nueva serie médica de la BBC “Your Life in Their Hands” (Tu vida en sus manos), decidió convertirse en cirujano cardíaco.

El abuelo

La enfermedad de su adorado abuelo y su agonizante muerte cimentaron su decisión.

“Un día estábamos paseando al perro y él se agarró el pecho y cayó de rodillas. Después de aproximadamente media hora se levantó y nos fuimos a casa”, le contó al programa BBC Outlook.

“No sabíamos que lo que había tenido era un ataque al corazón. Después lo vi tener otro y otro, y luego hundirse en una insuficiencia cardíaca grave, que lleva a una existencia miserable.

“Finalmente un día llegué a casa de la escuela y vi el auto del doctor afuera de la casa de mi abuelo. Me colé muy silenciosamente y vi a mi abuelo morir azul sin poder respirar”.

Fue ese mismo abuelo quien percibió que su nieto contaba con una habilidad muy preciada para un cirujano.

“Se dio cuenta de que yo era ambidiestro. Me enseñó a pintar y vio que podía dibujar con ambas manos”.

Aunque era predominantemente diestro, podía manipular un bolígrafo, un pincel (y eventualmente instrumentos quirúrgicos) con cualquier mano.

Con esa destreza y una conciencia espacial inusualmente precisa que le permitía dibujar bien, ya contaba con dos puntos a su favor para convertirse en lo que deseaba.

Pero había uno en contra, y muy grande.

Para seguir leyendo, clic AQUÍ.