Once germanos saltaron al campo de juego en Al Khor para encarar a sus viejos fantasmas, además de una selección costarricense aferrada a un esperanzador milagro que los clasificara a octavos de final. Ambas selecciones estuvieron cerca de trascender a la fase eliminatoria en diversos tramos del partido, pero el marcador cerró (2-4) a favor de una Alemania, que igual quedó ahogada en penas por segundo Mundial consecutivo.
Por Daniel Mendez Chacón | lapatilla.com
Como era previsible, “Die Mannschaft” arrancó con todo gracias a la calidad de sus tres mediapuntas. En la jugada inicial, el experimentado guardameta Keylor Navas tuvo que repeler un disparo al primer palo de Serge Gnabry. Acto seguido, el jovencito Jamal Musiala paseó sin oposición en el área chica, pero se le engatilló el remate ante las múltiples piernas que le cerraban el arco.
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La diferencia entre ambos equipos se evidencia aún más al minuto 10, cuando Musiala asistió en la banda al lateral izquierdo David Raum, que lanzó un centró al área muy cómodo para que lo cabeceara Gnabry sin que Navas o los centrales Kendall Waston y Juan Pablo Vargas pudieran responder a tiempo.
Pese a la ventaja en el marcador y la posesión de la esférica, Alemania tenía ciertas inconsistencias en el último tercio de la cancha, donde proponían reiterados balones por dentro, bien rechazados por Costa Rica. Pocas veces los germanos le dieron a Raum la oportunidad de proyectarse como lo hizo en el primer tanto.
Al borde del descanso, las jugadas más peligrosas de los teutones habían sido un remate potente de Joshua Kimmich que rebotó en los guantes de Navas y otra genialidad de Gnabry, el más insistente de su equipo, quien en una baldosa se sacó la marca y lanzó un disparo con rosca que casi entra por la escuadra.
Los ticos, similar a como lo hicieron con Japón, casi capitalizan su única ocasión con una internada sorpresiva del carrilero Keysher Fuller, héroe del anterior partido. Esa jugada y el posterior tiro de esquina sirvieron para que Manuel Neuer saliera del letargo y viera algo de acción.
La primera mitad acabó con la sensación de que Alemania pudo hacer mucho más, pero bajó el pie del acelerador cuando supo de la victoria ibérica ante los nipones, que los ayudaba a meterse en octavos.
Pero el escenario cambió en pocos minutos: ante la sorpresiva remontada de los samuráis, el técnico alemán Hansi Flick sacó un volante y metió al ariete Niclas Füllkrug para buscar el necesario segundo gol.
Sin embargo, los dirigidos por Luis Fernando Rueda aprovecharon los espacios que dejaron atrás los alemanes y lograron lo impensable. En una corrida, el incombustible Fuller llegó a raya final y lanzó un centro para Joel Campbell, que provocó el rebote de Neuer, pescado a bocajarro por el centrocampista Yeltsin Tejeda para poner la paridad en la pizarra.
A los once minutos, Costa Rica repitió la dosis con una jugada a balón parado que coronó el central Vargas, que empujó de milagro la pelota frente a la línea de gol y un errático Neuer. La anotación fue revisada por el VAR durante unos instantes, pero al final la juez principal, Stéphanie Frappart, decretó la validez de la jugada.
La oncena costarricense mejoró muchísimo su actitud y empezó a ganar balones divididos en mediacancha. Ya en la desesperación, los teutones se consiguieron cierto alivio con el empate, tras una caracola al borde del área que le quedó servida al recién ingresado Kai Havertz, quien no perdonó y se la cruzó a Navas.
Los ataques germanos continuaron sin cesar y, tras dos disparos a los postes, otro balón, esta vez centrado por Gnabry, consiguió destino de gol tras pasar de nuevo por el dominio de Havertz, quien hizo renacer a sus compañeros.
La rebelión de Costa Rica quedó oficialmente aplazada tras un gol sobre el descuento de Niclas Füllkrug, habilitado por Havertz. Hasta allí llegó la gesta de los tetracampeones del mundo que, con la ya decretada derrota de España ante Japón, quedaron lejos de clasificar.
En otra accidentada fase de grupos, sale temprano una Alemania muy talentosa, pero atormentada por los fantasmas que la persiguen desde su última coronación.
