“Aquí vivimos por vivir”: La dura confesión de una madre del barrio 26 de Julio de Barinas

“Aquí vivimos por vivir”: La dura confesión de una madre del barrio 26 de Julio de Barinas

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El barrio 26 de Julio es una comunidad de la zona sur de Barinas, con calles de tierra, sin aceras y brocales, sin agua, con pozos sépticos en algunos lugares y de electricidad deficiente, habitada por familias que dependen de la suerte de cada día, ante la falta de oportunidades.

Por: Corresponsalía La Patilla





Este sector no tiene una entrada independiente. Se llega atravesando Punta Gorda, que es una comunidad donde se dice que cuentan con todos los servicios, pero tampoco hay calidad en los mismos.

El equipo de lapatilla.com, fue invitado al barrio 26 de Julio para constatar la realidad de las familias que allí viven. De la calle principal, tomando una transversal a la derecha y luego a la izquierda, está el hogar de Oscari Peroza, una madre de 18 años, con dos hijas pequeñas.

El esposo o pareja de Oscari, trabaja en una finca del sector La Salesiana, un poco distante del barrio 26 de Julio, por lo que se ve obligado a quedarse en su lugar de trabajo durante la semana.

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El día de la visita, la niña mayor de Oscari, de tres años de edad, tenía el ojo derecho hinchado y completamente cerrado, porque la había picado una avispa.

Al preguntarle qué medicamento estaba suministrándole, Oscari respondió: “aguante”, con lo que dejó claro que no tenía tratamiento.

Tras prestarle ayuda para trasladarla a Funsalud, se pudo conocer las condiciones de vida de quienes están en el barrio 26 de Julio.

La vida en un rancho

Oscari construyó un rancho con láminas de zinc y acerolit que le regaló su mamá, quien también vive en este barrio, a donde llegó estando embarazada de ella, hace 19 años.

“Yo nací aquí”, expresó Oscari Peroza, para contar que está en el barrio desde su primer día de nacida.

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Durante los períodos de la familia Chavez en la Gobernación de Barinas, nunca fueron visitados, ni atendidos por ningún funcionario y, “eso que este barrio se fundó mucho antes de Hugo Chavez”.

Oscari tiene una incertidumbre que tampoco le quita el sueño: desconoce si sus hijas están desnutridas.

Trabaja como semanera en una cuadrilla de la Gobernación de Barinas, donde ingresó por intermedio de Janeth, una dirigente adeca que la conoce y sabe de su situación.

Por su trabajo le pagan 100 bolívares cada semana, con lo que hace maromas para cubrir sus necesidades.

Oscari no pierde las esperanzas de mejorar su calidad de vida, aunque por el momento sigue remendando el rancho para evitar que la lluvia lo traspase.

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“En estos días estábamos durmiendo y comenzó a llover, de pronto me desperté, encendí la linterna y ví que una gota de agua le caía a mi hija en la frente”, contó entre risas.

Casos de desnutrición

Oscari Peroza tiene de vecina a su cuñada, quien es madre soltera, tiene tres hijos, de los cuales una hembra de tres años de edad, pesa 10 kilos, y cuando defeca lo que expulsa son lombrices.

Al igual que el rancho de Oscari, hacen sus necesidades fisiológicas en la tierra, porque no tienen letrinas ni pozos sépticos.